Nadie iría a pensar que el famoso Miserere sevillano (1835-1837) de Hilarión Eslava (1807-1878) es la única obra sacra importante y conocida del siglo XIX español. Gracias al sello Ibs, que tanto está haciendo por la difusión de nuestra música, los aficionados acabamos de descubrir un auténtico “pendant” de la famosísima, y en algún momento polémica, composición del presbítero navarro. Se trata del Stabat Mater escrito en 1854 por Juan Bautista Cansino Antolínez (1826-1897), quien fue organista de la catedral de su Málaga natal, así como pianista, reconocido pedagogo y versátil compositor.

En su musicalización de la secuencia de Jacopone de Todi, el autor siguió la moda belcantista imperante en la época, de modo que las secciones del himno son tratadas como floridas arias plenas de virtuosismo vocal y, en su caso, instrumental, aunque en ocasiones se perciben reminiscencias del severo estilo contrapuntístico de siglos anteriores, como, por ejemplo en el “fugato” sobre In sempiterna saecula.

El coro, la orquesta y los solistas dan lo mejor de sí mismos para realzar los muchos encantos que encierra este sensacional hallazgo.

A despecho de francesadas, carlistadas, desamortizaciones, bullangas, pronunciamientos y toda clase de desastres, durante nuestro malhadado siglo XIX se siguió haciendo música en las iglesias, música que es necesario redescubrir. Esperemos que una grabación como ésta no quede en algo anecdótico sino que “marque tendencia”.

Salustio Alvarado