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Libros / La jota aragonesa, símbolo decimonónico de libertad - por Jorge Nicolás Manrique

Madrid - 12/05/2024

La jota, aragonesa y liberal de Marta Vela

Todavía con la noticia reciente de la candidatura de la Jota a Bien Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO, anunciada por el Ministerio de Cultura el pasado 2 de abril, se acaba de publicar “La jota, aragonesa y liberal: Zaragoza, Madrid y París” de Marta Vela, editado por Pregunta Ediciones y el Gobierno de Aragón, y continuación de “La jota, aragonesa y cosmopolita” de 2022.

De nuevo, en la senda de la historia cultural, el libro ofrece una interesante panorámica de la música del siglo XIX en torno a la jota aragonesa y su éxito internacional, en ocasiones, en hibridación con la ópera italiana del momento, pero con un perfil más político entre Madrid y París hasta el inicio de la Primera Guerra Mundial. De este modo, Vela narra el innegociable apoyo de la jota aragonesa a favor de la democracia y el gobierno constitucional en tiempos de la guerra carlista (en ocasiones, con un matiz también anticlerical) y su apaciguamiento en las décadas siguientes al servicio de las monarquías, pretendidamente liberales, de España y Francia.

Tres son, como en “La jota aragonesa y cosmopolita”, los personajes que conducen la historia, Florencio Lahoz, Sebastián de Iradier y Pauline Viardot-García, cuya peripecia vital recoge el auge liberal en España de la era isabelina, las intentonas revolucionarias en Francia y el imperio de Napoleón III y Eugenia de Montijo, y sus respectivas caídas en 1868 y 1870. Tanto Iradier, represaliado por el carlismo y reconocido liberal, como Lahoz, autor de un Himno a las víctimas de la Vicalvarada (1854), como Pauline Viardot-García, perteneciente al círculo republicano de París, junto a su esposo y a la escritora George Sand, defendieron activamente sus ideales políticos a través del éxito de sus obras, como, por ejemplo, el famoso Álbum de las señoras Viardot-García, Castellan y Alboni (1847), que incluía himnos liberales junto a las canciones de Iradier y otros números de ópera italiana.

El libro contiene también deliciosas e inéditas anécdotas, como la reclamación de Barbieri a Lahoz por haber incluido en sus famosos aguinaldos una versión del propio Barbieri, que el interesado desdeñaba como suya, el triunfo de “La jota de los toreros” de Iradier en la temporada operística de Londres de 1856, en la voz de Pauline y del propio autor, y la presencia de la jota aragonesa como emblema de la monarquía borbónica, a pesar de las contradicciones de un Alfonso XII autodeclarado como “liberal y católico”, blanco de la crítica de Galdós: “¿Liberal y católico? ¡Pero si el Papa ha dicho que el liberalismo es pecado! Como no sea que el príncipe Alfonso haya descubierto el secreto para introducir el alma de Pío IX en el cuerpo de Espartero…” (Cánovas, 1912).

Así es como la jota aragonesa, desde la Siempre Heroica Zaragoza, desde los Sitios a la Cincomarzada, uno de los primeros festivos laicos de España, culmina en “La Dolores” de Bretón (1895), donde el presentimiento del desastre en Cuba aglutinó un sentimiento de unidad en torno a los valores de valentía y honor, que siguieron en sus obras otros renombrados músicos del momento, como Sarasate o Falla, cuyas “jotas parisinas” cierran este nuevo volumen que ensalza los valores fundacionales de una democracia liberal hoy en entredicho.

por Jorge Nicolás Manrique

(Director, Organista y Gestor Cultural, Director Artístico de Rioja Filarmonía)

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