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Crítica / Violetta y Alfredo vuelven al Pérez Galdós - por Juan Francisco Román Rodríguez

Las Palmas de Gran Canaria - 10/06/2025

Volvió a subir al escenario del Teatro Pérez Galdós, por décima vez, La traviata de Verdi dentro de las temporadas organizadas por los Amigos Canarios de la Ópera. El rol de Violetta exige una voz amplia y flexible, capaz afrontar el virtuosismo canoro del primer acto, el acongojante lirismo del segundo y los acentos dramáticos del tercero. Exigencias que debe combinar con una amplia capacidad actoral, tanto escénica como vocal. Kristina Mkhitaryan, que debutaba en la isla, se encargó de la protagonista. Soprano lírica, de timbre no especialmente bello, agudos bien colocados, registro central con suficiente cuerpo y técnica segura que le permitió hacer frente a las demandas virtuosísticas de su gran escena del primer acto, coloraturas limpias y agudos en su sitio, esos temibles Re bemol, para pasar al segundo acto donde supo encontrar la variedad de acentos para el amplio dúo con Germont padre, una de las cumbres de la obra, culminado en un “Amami Alfredo” desgarrador. En el tercero mostró autoridad elevándose sobre el resto en el gran concertante “Alfredo, Alfredo”, para concluir con un cuarto acto de gran realismo, donde prodigó filados y pianísimos de excelente factura, junto a un fraseo intencionado que flaqueó por la debilidad del grave.

Había muchas expectativas por escuchar de nuevo a Xabier Anduaga, ahora en el rol de Alfredo Germont, que debutó hace unos meses en el Liceo barcelonés y asumirá de nuevo en el Teatro Real de Madrid. La voz ha ganado en cuerpo y rotundidad, adquiriendo colores líricos, centro timbrado y con cuerpo y agudo resplandeciente y fácil, junto a un registro grave suficiente, en el que no siempre encuentra el tono justo para emitirlo sin cambios de color ni forzamientos innecesarios. Anduaga se entrega sin reservas en un Alfredo ardorosamente juvenil, con los alardes de vocalidad y fiato que sus excepcionales dotes le permiten. Una vez que ha dejado claro que vocalmente puede sin problemas con el personaje, admirable en este sentido su aria “Un di felice” y la posterior cabaletta culminada con un rotundo Do agudo, es de desear que en sucesivas representaciones enriquezca su Alfredo añadiendo matices de color y dinámica, ahora escasos, y un sonido más modulado y elegante, pues cuando lo hace (“Parigi o Cara”), los resultados son inatacables. 

Simone Piazzola fue un Giorgio Germont en la mejor tradición de los grandes barítonos italianos. Acertadamente caracterizado y con una voz recia y sonora, un tanto rugosa de timbre pero sólidamente apoyada y proyectada, nos dejó un personaje veraz, gracias a su certero sentido de la frase verdiana, que convence antes por su veracidad dramática y entrega que por su elegancia o paleta de colores. El gran dúo del segundo acto con Violetta y su “Di Provenza” fueron algunos de los mejores momentos de la noche. 

Los secundarios, encarnados por habituales de las temporadas grancanarias, Nora Carrasco, Gabriel Álvarez, Fernando Campero o Max Hochmuth, se desempeñaron con la solidez y profesionalidad habituales, mientras en Coro de ACO hizo frente con desenvoltura a sus conocidísimas partes, especialmente agradecidas en la fiesta española del tercer acto, que contó con las acertadas danzas del ballet de Amanda De Paula Gran Canaria Flamenco Estudio. La dirección musical de Guillermo García Calvo destacó por su equilibrio y atención a la escena, flexibilizando tempi según las necesidades de los cantantes, y una resuelta marcación rítmica que sostenía la tensión dramática de la escena, contando con la Filarmónica de Gran Canaria que proporcionó una elevada prestación en todas sus secciones, sedosas cuerdas, impecables solos de las maderas con esas sonoridades bandísticas tan caras a Verdi o rotundidad sin brusquedades de metales y percusión.

Vincenzo Maria Sarinelli trasladó la acción al París de entreguerras del pasado siglo, con mayor  acierto en la escena, con sugestivas pinceladas de Art Decó o el movimiento de actores, mediatizado por la capacidad actoral de cada participante, frente a un vestuario no siempre acertado; el Alfredo Germont del primer acto parecía más un camarero que los que se asumían este cometido en escena, mientras el traje de Violetta en el tercer acto, poco favorecedor, no resultaba acorde con el momento dramático.

 

Juan Francisco Román Rodríguez

 

Kristina Mkhitaryan, Xabier Anduaga, Simone Piazzola, etc. Coro de Amigos Canarios de la Ópera.

Orquesta Filarmónica de Gran Canaria / Guillermo García Calvo.

Escena: Vincenzo Maria Sarinelli.

La traviata, de Verdi.

Teatro Pérez Galdós, Las Palmas de Gran Canaria.

 

Foto: Kristina Mkhitaryan y Xabier Anduaga, en esta Traviata en el Teatro Pérez Galdós / © Nacho González

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