Música clásica desde 1929

 

Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Un ballo in maschera con algunos elementos notables - por Juan F. Román Rodríguez

Las Palmas de Gran Canaria - 06/05/2022

Volvió a Las Palmas, de la mano de los Amigos Canarios de la Ópera, Un ballo in maschera. Sobre el papel se contaba un reparto adecuado, luego la realidad puso a cada uno en su sitio.

Debutaba en Las Palmas el prestigioso tenor Ramón Vargas. El cantante mejicano tras una brillante y amplia carrera, lució una voz de tenor lírico homogénea y de hermoso color que corre con facilidad en toda su tesitura, pese a puntuales irregularidades en la zona de paso. Vargas se mostró más preocupado por buscar la belleza del sonido y una línea elegante que por desarrollar un personaje. Su fraseo, aristocrático y refinado, era bastante ajeno a las situaciones que se desarrollaban en escena, a lo que tampoco ayudó su limitada capacidad actoral.

Rebeka Lokar parece haber perdido facultades desde la Isabel de Valois que le escuchamos hace unos años. La pérdida de armónicos y un vibrato siempre presente, muy notorio en el agudo, lastraron su Amelia, pese a que la eslovena mantiene su capacidad para hilar largas frases y regular el sonido en amplios pianísimos donde el molesto vibrato se reduce aunque no la merma de armónicos.

Carlos Álvarez, auténtico barítono verdiano, se mostró en excelente forma. De fraseo incisivo, rico en inflexiones de variado carácter y una asunción escénica impactante y verosímil sin sobreactuaciones, nos dejó un Renato para recordar, el mejor de la noche sin duda.

Judit Kutasi, debutante en Las Palmas, fue una Ulrica vocalmente impecable, resolviendo con seguridad tanto los abisales graves como los escabrosos agudos de su parte, incluyendo un registro central corpóreo, todo ello complementado con un desempeño actoral bien ajustado.

Leonor Bonilla, que también debutaba en la ciudad, nos dejó un Oscar cabal, de soprano ligera bien trabajada que resolvió con facilidad agudos y adornos, junto con un excelente y ágil desempeño actoral. Adecuadamente siniestros los dos bajos Manuel Fuentes y Miguel Ángel Zapater como los conspiradores Samuel y Tom, pese a un vibrato en ocasiones excesivo, e impecable Fernando Campero en un juvenil Silvano.

El Coro de Los Amigos Canarios dirigido por Olga Santana cumplió adecuadamente, especialmente el muy demandado sector masculino, pese a su cada vez más escaso número, que en esta ocasión no superó los 25 componentes.

Francesco Ivan Ciampa dirigió con mano segura a la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria, adaptándose a las variadas necesidades de los distintos protagonistas, controlando volúmenes y logrando un sonido orquestal bien empastado, del que sobresalían con facilidad los numerosos solos instrumentales. Los tempi elegidos, casi siempre amplios, facilitaron el desempeño de los cantantes y se adecuaron a los momentos más poéticos, gran dúo de amor del segundo acto, pero resultaron excesivamente morosos cuando se exigía un mayor dinamismo.

La puesta en escena, de Daniele Piscopo y Daniele Barbera, mantuvo la acción en las coordenadas espacio-temporales del libreto, recreando adecuadamente los diferentes espacios con unos pocos elementos y una intencionada utilización de las luces, dejando que los cantantes se movieran a su aire.

Una última reflexión. Ya que hemos vuelto a la “normalidad” en interiores y las óperas recuperan su integridad, incluidos 2 amplios entreactos, los Amigos Canarios deberían plantearse adelantar sus funciones a las 19 o 19,30, como se hace en el resto de Europa, para evitar que una obra como Un Ballo con sus escasas 2 horas 15 minutos se prolongue hasta cerca de las 11,30 de la noche.

Juan Francisco Román Rodríguez

 

Ramón Vargas, Rebeka Lokar, Carlos Álvarez, Judith Kutasi, Leonor Bonilla, Manuel Fuentes, Miguel Ángel Zapater.

Coro de Amigos Canarios de la Ópera.

Orquesta Filarmónica de Gran Canaria / Francesco Ivan Ciampa.

Escena: Daniele Piscopo / Daniele Barbera.

Producción Amigos Canarios de la Ópera.

Auditorio Alfredo Kraus, Las Palmas de Gran Canaria

 

Foto © Nacho González

270
Anterior Crítica / Scéne lyrique de aromas modernistas - por Ramón García Balado
Siguiente Crítica / Brahms en su esplendor - por José Antonio Cantón