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Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica - Tonalidad generosa (Ciclo Satélites, OCNE)

Madrid - 11/11/2019

Bajo el título de Ortodoxia minimalista versus heterodoxia, el Sonor Ensemble dirigido en esta ocasión por Sebastián Mariné, abordó un ramillete de composiciones donde generosamente abundaron las primicias, algunas absolutas y otras relativas.

Para rematar faena en cada una de las partes así como en la propina, se escogieran obras ya consolidadas, a saber, respectivamente de la tradición minimalista o asociadas, la comprometida Misa de Berlín Arvo Pärt, en el caso de la primera parte, y de un romanticismo irredento por aquel Primer ministro y, aclamado pianista y compositor, o viceversa, Jan Paderewski en la segunda, seguida, ya fuera de programa como dije, de una Romanza de un inspirado y emocional Shostakovich, aún en la línea trazada por Tchaikovsky.

Dos primicias, pues, absolutas realizadas especialmente para el Ensemble: la primera de ellas, la pieza de arranque, Secondo ciclo de Marco Pannaría, siguiendo, con cierta literalidad, el epígrafe del concierto, sin abundar conceptualmente en procedimientos repetitivos característicos de esta estética minimalista, sino más bien tomándola como eficaz mecanismo constructivo en línea neo-tonal.

La cuenta atrás de la segunda primicia llegaba ya en plena segunda parte: Jorge Argüelles, In Selene. Dos movimientos de brillante construcción neorromántica, con articulaciones aparejadas a estéticas reconocibles, como el inicio cantábile de Un coitelo lúa con piano de diestra escritura característica del Lied o las explosivas irrupciones de los solistas vocales, especialmente en su más intenso: Ícaro lunar.

Entre las obras recientes que no se ofrecían en estreno: de Federico Jusid, Extimité, jugando con atmósferas armónicas de inicio, para converger en idiomáticos gestos instrumentales al talón, ya en su resolución; el tildado in situ, en breves presentaciones que acompañaron a las obras, “neobarroquismo” de Fernando Lázaro en su Sexteto, que trazó una línea de tensiones que nunca bajó la guardia y planteó una eficaz y potente sonoridad instrumental en la cuerda, heredera del barroco en algún diseño instrumental, pero con sinergias que nos llevaron a planteamientos eclécticos.

Para terminar la primera parte, como dije, Arvo Pärt puso a prueba la consistencia y afinación del Sonor y los cuatro solistas vocales, en una obra exigente que, a la postre, creara el clima, más ascético que místico, que preconiza la pieza. Para rematar el programa “en punta”, también, como ya dije, romanticismo post-chopiniano por los cuatro costados. Ejemplar Jan Paderewski, autor que no se frecuenta con debida asiduidad. Ni siquiera por los pianistas. Y la prueba de este injustificado descuido, la novedad de estas brillantes Cuatro danzas polacas arregladas para el conjunto, pujante ánimo folclórico, donde el piano, lógicamente, fue, a la postre, su principal protagonista, especialmente en un último tramo de espíritu ya, definitivamente, chopiniano. Al igual que la propina citada, de Shostakovich, que redundó en aquel entusiasmo de irredento romanticismo, no ya latente, sino presente, aunque esta vez fuera desplegada, en principio, por la melosa sonoridad de un expresivo violín.

Luis Mazorra Incera

Sonor Ensemble / Sebastián Mariné, director. Luis Aguirre, director musical y artístico; Georgy Vasilenko, violín; Luminita Nenita, violín; Virginia Aparicio, viola; José María Mañero, violonchelo; Laura Asensio, contrabajo; Graham Jackson, piano; Paloma Friedhoff, soprano; Manuela Mesa, mezzosoprano; Eduardo López, tenor; y Enrique Sánchez, barítono.
Obras de Argüelles, Jusid, Lázaro, Paderewski, Pannaría, Pärt y Shostakovich.
OCNE. Auditorio Nacional de Música. Madrid.

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