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Crítica / Tenemos ópera española: La Casa de Bernarda Alba - por Jerónimo Marín

Málaga - 08/07/2021

A pesar del reconocimiento actual de la figura de Lorca, es cierto que no ha hecho mucha mella en su traslación al mundo de la ópera, teniendo en cuenta que sus textos dramáticos son de tal calidad que podrían transformarse en artefactos operísticos de una manera no especialmente complicada. Es más, pocos aficionados tenemos en la memoria alguna traslación permanente al mundo de la música clásica de su teatro, o incluso de su poesía.

Miquel Ortega, compositor y director de orquesta, tardó ocho años (1991-1999) en crear la música para el libreto de Julio Ramos basado en La Casa de Bernarda Alba de Lorca, y, aunque se estrenó en su versión sinfónica en 2007 en Brasov (Rumanía), y con posterioridad en el Festival de Santander y en Peralada, no es sino desde 2018, con su estreno para orquesta de cámara de 15 instrumentistas en el Teatro de la Zarzuela madrileño, que esta magnífica obra se está imponiendo y expandiendo.

La música de Ortega, muy bien estructurada y planificada con una serie de motivos en la gloriosa tradición wagneriana -el motivo de Bernarda, el motivo de Pepe el Romano, o el ominoso motivo de la casa con el que la obra comienza y que será también con el que la obra cierre en un círculo perfecto con la reiteración de la estremecedora orden de Bernarda “Silencio”-, tiene además un perfecto trenzado de construcción melódica basándose en dos intervalos: el tritono y la séptima mayor con sus inversiones.

El estilo de la obra bebe de numerosas fuentes, Shostakovich, Bernstein, el lirismo pucciniano… todas reconocidas por el propio compositor, sin demérito alguno, y además añade ritmos populares -una habanera, una seguidilla- siempre con un propósito dramático, pero el resultado final es coherente y, sobre todo, nunca pierde de vista el texto dramático para realzarlo. La obra funciona de maravilla y, prueba de ello, su hora y cincuenta minutos transcurrió en una atmósfera de total concentración e implicación emocional por parte del público.

La puesta en escena de Francisco Javier Hernández es correcta, pero carece del impacto visual de la vista en Madrid, donde el patio de cortijo andaluz, a pesar de ser un espacio abierto, reflejaba toda la opresión de la casa. Aquí, un espacio cerrado con luz escasa y desasosegante que se refleja desmayada en las paredes verdosas con tres grandes portones al fondo, no acierta a transmitir con igual fineza la desesperación existencial del quinteto de hermanas. De igual manera, la escena final, poderosa en su tragedia, no termina de agarrarnos por el estómago como debiera.

El elenco, totalmente femenino excepto por el acierto de otorgar el papel de Poncia a un barítono, Luis Cansino, actor excepcional y de voz en su plenitud, necesita de tres personajes centrales: Bernarda, aquí Nancy Fabiola como una matriarca despiadada y una prestación actoral muy buena - ¡qué fuerza su imprecación “¡Matadle!” con la que cierra el segundo acto! -, la hija pequeña Adela, cantada por Carmen Romeu, que, a pesar de alguna ligera desafinación y una cierta tirantez en su registro agudo, recrea a la perfección la rebeldía y el apasionamiento de esa juventud enclaustrada; y Martirio, a la que Carol García dotó de una personalidad compleja en su enfrentamiento taimado con Adela.

El resto del reparto estuvo a una gran altura, requisito necesario para que la ópera brille por ser tan amplio el número de personajes. El coro, únicamente las mujeres del pueblo al comienzo del primer acto, estuvo correcto. Y la orquesta, quince instrumentistas de la Sinfónica de Málaga, no nos hizo pensar en ningún momento que se necesitaran ni mayor dispositivo instrumental, ni mayor fuerza sonora en los momentos cumbre. El propio Miquel Ortega, experto y reconocido director, empuñó la batuta, de manera que en este caso sí que podríamos afirmar que la interpretación obedecía a los deseos del compositor.

Si usted es de los afortunados que pueden ir a verla en octubre en el Teatro Villamarta en esta misma producción, o en noviembre en Tenerife, no deje pasar la ocasión. Pocas óperas tienen la redondez que esta Casa de Bernarda Alba a la que deseamos larga vida.

 

Jerónimo Marín

 

Nancy Fabiola Herrera, Bernarda. Carmen Romeu, Adela. Luis Cansino, Poncia. Carol García, Martirio. Ana Häsler, Amelia. Belén Elvira, Magdalena. Berna Perles, Angustias. Milagros Martín, Criada. Helena Dueña, María Josefa.

La Casa de Bernarda Alba.

Orquesta de Cámara de la Sinfónica de Málaga.

Coro de Ópera de Málaga.

Dirección de escena: Francisco Javier Hernández.

Dirección musical: Miquel Ortega.

Teatro Cervantes, Málaga. 04-07-21

Foto © Javier del Real

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