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Crítica - Sokolov, un prodigio en Brahms

Madrid - 05/03/2019

La visita anual de Grigory Sokolov nos permitió resarcirnos de la relativa decepción de los dos primeros conciertos, del ciclo Grandes Intérpretes 2019. Como decirlo… Nos gustaría que Volodos alcanzara, con el tiempo, el nivel interpretativo de Sokolov y nos hubiera gustado que Pollini (solo siete años mayor que Sokolov) mantuviera la frescura del ruso, en sus años de madurez. Por eso, y por muchas otras razones, Sokolov sigue siendo único.

En su programa 2019 destacaron los opus 118 y 119 de Brahms, en la segunda parte. La primera la dedicó a Beethoven, una vez más. La Sonata num. 3, en una ejecución totalmente canónica, vibrante, pero sin perder un ápice de objetividad. Poco que decir de las Bagatellas opus 119. Quizás que hubiera sido un acierto situarlas al principio del bloque. Da la sensación de que el ruso, por ello y por su soberbia interpretación, buscaba decirnos que nos son piezas ni mucho menos menores, pese a su ligereza y brevedad.

Sin duda lo mejor del programa estuvo en las 6 Piezas para piano opus 118 y las 4 Piezas opus 119, emblema del piano de madurez de Brahms. Un acierto enlazar ambos ciclos (suele ser habitual), donde el hamburgués dejó la impronta del, probablemente, mejor piano de su larga carrera. La madurez en Brahms está repleta de nostalgia, pero la nostalgia propia de quién sabe no haber dejado nada en el tintero (un poco lo contrario que Schubert…).

Y estas 10 piezas guardan la complejidad interpretativa de una montaña rusa de emociones y estados de ánimo. Donde Sokolov se mueve como ninguno. Pocos intérpretes son capaces de transitar del dolor reservado del Intermezzo segundo (del opus 118) a la explosión extrovertida de la Ballade posterior, como el ruso.

Sokolov aísla cada pieza y sus emociones turbadoras como el resto de humanos difícilmente podemos. El resultado fue, una vez más, impactante. Profundamente emocional. Un repertorio poco frecuentado (Lupu...) donde Sokolov se siente especialmente cómodo. Por supuesto que el público (Auditorio lleno; y van dos conciertos seguidos…) se desgañitó en aplausos y vítores. Y por supuesto que el ruso inició su tradicional concierto paralelo de bises (Chopin, Schubert…), a la conclusión del programa oficial. Pero fue su Brahms el que nos dejó el mejor poso de este año pianístico, una vez más. 

Juan Berberana

Grigori Sokolov, piano. Obras de Beethoven y Brahms.
Grandes Intérpretes, Fundación Scherzo.
Auditorio Nacional, Madrid.

Foto de Klaus Rudolph

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