Música clásica desde 1929

 

Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica - Simetrías... “alla Bartók” (Series 20/21 CNDM)

Madrid - 10/05/2019

Las Series 20/21 del CNDM ofrecieron en su sede del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, heredada del extinto CDMC, un concierto donde nuevamente un estreno absoluto, encargo al compositor Gabriel Erkoreka de la institución organizadora, el Centro Nacional de Difusión Musical, aparecía escoltado por dos de los, mal llamados a estas alturas del siglo XXI… “clásicos contemporáneos”, con óperas primas de sus respectivos catálogos de cuartetos de cuerda… y húngaros a la sazón -aunque, ¡ambos también!, nacieran en la actual Rumanía-: György Ligeti y Béla Bartók. Dos autores emparentados por todas estas razones y muchas más, de orden estético. Un planteamiento tripartito en relativa simetría, pues, que defendiera con solvencia en todos sus frentes, el Cuarteto Granados.

Tres obras, además, generosas en amplitud e intensidad, que aconsejaron oportuno intermedio que dejara el más aparente y ambicioso Primer cuarteto de Bartók, con ese espléndido final que le caracteriza y que brillara nuevamente en esta tarde noche de Museo, exento para su segunda parte. Todo un lujoso e intenso remate de genio cuartetístico, a la marca de la casa, privativa y… frágil, como pudimos apreciar también esta noche, nocturnidad -más bien habría que inventarse la “nocturnalidad…”- del sombrío mundo sonoro, de cromático, sinuoso y tejido contrapunto fugado bartokiano con que arranca la obra.

Un broche espléndido para un programa cuya oferta más cercana a nosotros se ofreció antes del descanso. De inicio, con el, también, Primer cuarteto, pero de Ligeti esta vez. Una obra a caballo entre estéticas, donde se percibe la impronta bartokiana -ya desde el epíteto titular: Metamorfosis… “nocturnas”-. Impronta a la que, curiosamente, aquí estaba preludiando, eso sí, junto con la preceptiva renovación que se apunta bien pronto y se distancia un tanto del legado nacionalista y la potencia armónica y formal de aquel sistema de composición heredado.

Entre tanto, como ya dije, el estreno absoluto y encargo: Segundo cuarteto -“Quadrupole”- de Erkoreka. Fuerza constructiva, coherencia estructural, dinamismo incesante con entrelazadas progresiones tensivas bien dispuestas y aparentes de las que este Cuarteto Granados diera buena cuenta, ofreciendo, así, convincente final a esta primera parte del programa.

Tres etapas que cubrieron un amplio espectro temporal de más de un siglo, con una estancia (casi) justo en el centro de dicho lapso -con LIgeti-, para una música, un género, el del cuarteto de cuerda, donde el aura de abstracción, trascendencia y sobriedad que le acompaña, no están exentos de empaque y brillantez, como pudimos comprobar en su soberbio remate… alla Bartók.  

Luis Mazorra Incera

Cuarteto Granados: David Mata y Marc Oliu, violines; Andoni Mercero, viola; y Aldo Mata, violonchelo.
Obras de Bartók, Erkoreka y Ligeti.
CNDM. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Madrid.

Foto © Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM) - Ben Vine

1041
Anterior Crítica - Wieck o Schumann… siempre Clara (Ciclo Satélites)
Siguiente Crítica - Festín Bach virtuoso y cabal (Jordi Savall)