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Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica - Sánchez-Verdú: La chute de la maison Usher

Santiago de Compostela - 10/12/2019

Cineuropa, en su convocatoria anual, incluyó La chute de la maison Usher de Jean Epstein un encargo conjunto del Festival Stresa (Italia) y la Casa da Música de Porto y nuestra orquesta. Jean Epstein, fue además de cineasta, un teórico y vanguardista arriesgado. En este filme mudo, tuvo  como coguionista a Luis Buñuel, aunque la concordia entre ambos resultaría imposible. Colaboró en las vanguardias que representaron Louis Delluc, Germaine Dulac, Abel Gance- compañero de Marguerite Gance, quien asume el rol de Madeleine, y que completan Jean Debucourt, en Roderick Usher y Charles Lumy como el Protagonista.

El relato de Edgar Allan Poe resulta el fundamento del guión, pero también otros de sus cuentos aportan detalles: Ligeia, El gato negro, La caja oblonga y El retrato oval. Epstein había pulsado el más opuesto registro al realizar un experimento expresionista cuando este estilo estaba pasado ya de moda, con La chute de la maison Usher, 1928, que para trasponer el desquiciado mundo de Edgar A. Poe a la pantalla, se valió del ralentí, que crea un clima irreal y fantasmagórico a lo largo de toda la obra. Se trata de un expresionismo depurado, no meramente escenográfico  al estilo alemán, sino en donde los elementos dinámicos-movimientos de cámara, como el viento figurado por travellings recorriendo los pasillos y el tempo irreal de la acción-, han sido distorsionados expresivamente.

El cineasta en pareceres acordes, se maneja hábilmente en el montaje rítmico, el uso del flou, los juegos de luces y sombras, los encadenados y las ralentizaciones, las sobreimpresiones, distorsiones y ralentizaciones, aunque no deja de achacársele un barroquismo visual que parecerá redundante y quizás pretencioso. En la banda de Sánchez-Verdú, usa diversas técnicas orquestal en sincronía con los planos u las secuencias del filme, ampliando la superposición de los tempi o los ritardandi, recreando los espacios del cineasta en las dimensiones supeditadas a la trama: aspectos acentuados por máquinas en movimiento o los personajes. La orquesta a modo de un gigantesco proyector y un eco que guarda reminiscencias simbolistas del Pelléas et Melisande, de Debussy. En preludio, El palacio encantado, breve apunte de ajuste sonoro.

El medio escénico de Sánchez- Verdú, y en particular la ópera, que le convierte en uno de nuestros mejores maestros. Bastará con que nos ciñamos a algunas de ellas como Aura, sobre un relato de Carlos Fuentes, que está registrada por la productora Kairos, con el Kammensemble Neue Music y el Vocalsolisten Stuttgart, dirigidos por el autor.  Aura posee una sonoridad cuasi estática que se desarrolla muy gradualmente y a la que colabora de modo sustancia el auráfono, una suerte de instrumento desarrollado por el propio compositor en el Experimentalstudio, de la SWR, basado en la resonancia de dos tam-tams y tres gongs, resonancia inducida electrónicamente a partir del sonido de los restantes instrumentos (cuarteto de cuerda, contrabajo, dos acordeones, tuba, flauta normal y flauta contrabajo petzold. También El viaje a Simorgh, dirigida escénicamente por Frederic Amat y musicalmente por J. López Cobos, con la O.S. de Madrid y el Experimentalstudio für Akustiche Kunts Freiburg, en la que combina la música española del siglo XVI, las músicas de tradición islámica y la creada con instrumentos electrónicos. Se encuentran en ella su pasión por los trasvases históricos (el universo poético árabe en diálogo con San Juan de la Cruz, Dante o Leonardo da Vinci); el viaje como metáfora de un trayecto existencial  la voz, el canto y la poesía entendidas como trasunto de un alma, que es esencia de la identidad.

Ramón García Balado    

Real Filharmonia de Galicia / José Antonio Montaño.
Obra de José Mª Sánchez-Verdú.
Cineuropa / Auditorio de Galicia, Santiago de Compostela.

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