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Crítica / Rutilante Solomon de Haendel - por Jerónimo Marín

Madrid - 01/03/2023

El olfato empresarial de Haendel no le engañó cuando a principios de la década de los 30, en 1732, recupera Esther como oratorio. Nueve años más tarde la moda de la ópera italiana había desaparecido en Londres, pero él se había consolidado como autor de oratorios, lo que prorrogaría su fama, y sus finanzas, durante una década larga más. La estructura es idéntica en ambos casos, musicalmente hablando, pero ciertos matices hay que conocer: el primero, la importancia del coro -doce coros en este título-, y el segundo la casi supresión del aria da capo omnipresente en la ópera – sólo cinco de las 18 arias presentan Da Capo-.

Solomon (Universo Barroco, Centro Nacional de Difusión Musical), presenta además tres dúos, dos de ellos con la Reina, propiciados por la presencia en el elenco de las famosas en su día Giulia Frasi y Caterina Galli, proporcionándoles el ropaje adecuado a su lucimiento. Solomon, estrenado el 17 de marzo de 1749 en el Covent Garden, cuenta con un sencillo argumento, dividido en los tres actos que representan la felicidad conyugal del rey, la sabiduría del mismo con el famoso episodio del recién nacido disputado por las dos rameras, y el poder del rey.

Requisito indispensable para su interpretación es contar con un coro de gran calidad, si no fuera así, se naufraga desde el número inicial tras la obertura, Your harps and cymbals, coro doble de una compleja elaboración en la tonalidad triunfal de Re M, empleada siempre en este oratorio como metáfora de grandiosidad y magnificencia y que permite una orquestación donde trompetas y timbales cobran relevancia especial.

The Clarion Choir, con su director Steven Fox, que estuvo cantando en la cuerda de tenores, obtuvo los mayores aplausos en los saludos finales, merecidos absolutamente. A pesar de lo que suponemos dos bajas de última hora, que hicieron que solo hubiera seis bajos, lo cual suponía perder algo de presencia en los dobles coros al haber tres por semicoro, su prestación fue sobresaliente por empaste, precisión rítmica y equilibrio entre las voces. La obra tiene numerosos pasajes fugados para ellos, y cuando no es doble coro, la escritura coral es a cinco partes, con divisi de sopranos.

El papel omnipresente y más exigente de la obra es, no es difícil averiguarlo, Solomon, encarnado por la mezzosoprano sueca Ann Hallenberg, veterana experimentada en estas lides, que conserva su voz en estado excelente.

Miah Persson, le dio una perfecta réplica en los equilibrados dúos, y aunque su inicio pareció titubeante en cuanto a su falta de presencia vocal, lo cierto es que posee una musicalidad excelente y se traía el papel casi memorizado por completo, lo cual le permitió ofrecer un buen despliegue de recursos actorales.

Los cuatro papeles restantes, interpretados por jóvenes cantantes de carrera ascendente, ofrecieron sin titubeos sus partes, destacando la buena emisión y claridad en las coloraturas de James Way como Sadoc.

En cuanto a la orquesta, la mítica y veterana The English Concert, es digno de constatar que mantiene sus esencias con una muy renovada plantilla lo que le pronostica una continuidad en el futuro. La afinación de las cuerdas y empates de violines sigue siendo un deleite. Sin Harry Bicket no se hubiera alcanzado el éxito que se obtuvo. Dirigiendo desde el clave, y con un gesto muy controlado y eficaz, dotó a cada aria de su afecto pertinente, y en los momentos de grandiosidad supone obtener una sonoridad apabullante sin perder la redondez del sonido. El público aplaudió largamente y la satisfacción general fue patente

Jerónimo Marín

 

Ann Hallenberg, Solomon. Miah Persson, Reina, Primera Ramera. Elena Villalón, Reina de Saba. Niahm O’Sullivan, Segunda Ramera. James Way, Sadoc. Brancon Cedel, Levita

Solomon de Haendel. The Clarion Chor. The English Concert. Harry Bicket, director

Universo Barroco, Centro Nacional de Difusión Musical

Auditorio Nacional, Madrid. 26-02-23

 

Foto © Elvira Megías

 

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