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Crítica / Reivindicación de Alexander Zemlinsky - por Jerónimo Marín

Frankfurt - 01/04/2024

No le vino la suerte de cara al joven Zemlinsky cuando en 1907 Gustav Mahler abandonó su puesto como director musical en la ópera de Viena, sustituyéndolo Felix Weingartner. En 1900 Mahler había dirigido el estreno de Es war einmal, con gran éxito, de Zemlinsky; de ahí surgió la posibilidad de un nuevo estreno, y este habría de ser Der Traumgörge, terminada de escribir en 1906, que estaba en proceso de ensayo, y con la partitura ya publicada -de hecho, la partitura vocal que circula escaneada por internet es la original de 1906-, lo que había propiciado que Zemlinsky fuera contratado como asistente del director. La llegada de Weingartner canceló el estreno, lo que provocó la dimisión de Zemlinsky de su puesto, y que la ópera desapareciera, produciéndose finalmente su estreno en la Ópera de Nuremberg en 1980.

De las ocho óperas escritas por Zemlinsky, Der Traumgörge es la tercera, y el libreto de Leo Feld está basado en un cuento de hadas de Richard von Volkmann y en el poema Der arme Peter de Heine. Ya podrán ustedes suponer que con su peripecia para estrenarse no es muy conocida entre los amantes del género, de ahí la pertinencia de su puesta en escena en la siempre innovadora y atractiva en su programación Ópera de Frankfurt. Si usted es de lo que no se han acercado a este autor, al hacerlo descubrirá uno de los mejores autores de principios del s.XX, con un lenguaje armónico único en el que presenta un dominio total de la tonalidad extendida, y un mago de la orquestación, exprimiendo las nuevas posibilidades ofrecidas por la ampliación de la orquesta romántica desde las últimas décadas del s.XIX y que bien se pueden observar en cualquier sinfonía de Mahler. Su escritura operística se basa en la técnica del leitmotiv y abandona definitivamente las estructuras cerradas decimonónicas del aria y recitativo.

La puesta en escena de Tilmann Köhler, muy activo por aquellas tierras y que aparece con cierta frecuencia en la ópera de Frankfurt, nos introdujo en ese mundo de los cuentos que propone Zemlinsky/Feld con un espacio en forma de cubo todo en madera que representa esa casa de los cuentos. Sus personajes, todos con vestidos tradicionales, deambulan por un escenario donde aparecen diferentes puertas al fondo y unos bancos movibles en el inclinado suelo, es decir, una escena bastante desnuda de utilería y mobiliario donde las luces juegan un papel fundamental, y que es suficiente para mostrar las vicisitudes de Görge, ese hombre encerrado en su mundo de cuentos, incomprendido y al mismo tiempo apartado de la sociedad que lo considera alguien poco productivo y de poca utilidad. En este sentido, un trasfondo del mismo Zemlinsky el cual nunca tuvo la sensación de obtener el reconocimiento que sí veía que otorgaban a sus compañeros como Mahler. Que la ópera finalice con Görge encontrando en Gertraud su confidente y apoyo no es sino, quizá, una proyección de la felicidad que quisiera para sí el propio Zemlinsky. 

La principal dificultad a priori de este título consiste en tener el plante vocal adecuado para los papeles protagonistas, pues tanto Görge como Prinzessin/ Gertraud son extenuantes en su longitud. Y aquí reside uno de los principales aciertos de la representación, pues tanto Görge (nombre ficticio que amalgama Georg y Jürgen), cantado por el tenor AJ Glueckert, de bellísima voz que acabó sin mostrar síntomas de cansancio, como Zuzana Marlová como Prinzessin en el acto 1 y Gertraud en el acto 2, de facilidad pasmosa sin pérdida de calibre, excelente proyección y emoción en su fraseo como se pudo observar en Traümen kommen, träume wandern, fueron los baluartes del éxito de la noche. También destacaron la Grete de Madgalena Hinterdobler, con buen color vocal y expresividad, y el Hans del barítono Liviu Holander, aún joven pero de fantástica prestación escénica. En el papel algo menor de Marei se pudo contar con el lujo que es la soprano colombiana Juanita Lascarro. El coro, en su prestación no muy extensa, aunque sí muy difícil, cumplió con holgura. Y mención especial merece la orquesta, de sonido ampuloso y aterciopelado, quizá en algún momento de orquestación brillante cubriendo a los solistas, pero en general muy bien controlada por el experto Markus Poschner que obtuvo momentos excelsos de sonido bellísimo entendiendo perfectamente las virtudes de la orquestación de Zemlinsky.

Si Zemlinsky no tuvo el reconocimiento que mereció en vida, a nosotros nos sonríe la suerte que a él le fue esquiva, pues justamente la representación que vimos fue grabada por el sello Naxos, de manera que en unos meses podremos disfrutar nuevamente de ella.

Jerónimo Marín

 

Der Traumgörge de A. Zemlinsky.

AJ Glueckert, Görge. Zuzana Marková, Prinzessin/ Gertraud. Magdalena Hinterdobler, Grete. Liviu Holander, Hans. Juanita Lascarrro, Marei.

Orquesta del Museo y de la Ópera de Frankfurt.

Coro y coro de niños de la Ópera de Frankfurt.  

Markus Poschner  director.

Tilmann Köhler, director de escena.

Ópera de Frankfurt, Frankfurt. 22-03-24

 

Foto © Barbara Aumüller

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