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Crítica - Recuperando el Barba Azul de Grétry

Trondheim (Noruega) - 27/11/2018

El mito de Barba Azul ha dado lugar a cerca de una treintena de recreaciones musicales hasta la fecha. Su plasmación literaria, en forma de cuento, e inspirada en relatos y tradiciones anteriores (posiblemente basadas en sucesos reales) es originaria de Charles Perrault, quien lo publica en 1697. Casi un siglo después, el libretista Michel-Jean Sedaine realiza la primera adaptación con vistas a ser llevado a un escenario musical, y de este libreto André Grétry compone su “Raoul Barbe-Blue”, ópera estrenada en París en 1789, meses antes de la toma de la Bastilla.

La sangrienta trama del mito original (un excéntrico y malvado aristócrata con la barba azul asesina a sus esposas, guardando sus cadáveres bajo llave…), es sabiamente llevada por Sedaine al terreno de la comedia italiana (en tres actos), donde hasta el propio Barba Azul es a veces redimido de su crueldad, si bien finalmente castigado. Sedaine nos presenta a la joven Isaure, que, aunque enamorada del joven Vergi, accede al matrimonio con Barba Azul, atraída por la vida lujosa que este le ofrece. Una vez en la mansión, repleta de estancias y habitaciones, su esposo le informa del precepto de no entrar jamás a una de ellas. Como es lógico, en la primera ausencia del marido Isaure se salta la prohibición descubriendo horrorizada el secreto que allí se guardaba. Enterado Barba Azul de su traición, trata de asesinarla, extremo evitado por la intervención del resto de personajes que nos conducen a un happy end de tono moralizante. El texto de Sedaine está sutilmente adornado con situaciones y elementos cómicos, como el travestismo del joven Vergi –un clásico de este tipo de obras-que se hace pasar por la hermana de Isaure para rescatarla, y por la que el malvado Barba Azul mostrará una irrefrenable debilidad.

El pasado 14 de noviembre, el Trondheim Barockkfest en colaboración con el Centro de Música Barroca de Versalles, puso en pie esta atractiva obra del clasicismo francés en un montaje realmente inspirado, plagado de ideas sugerentes, y respetuoso con el espíritu y la esencia de la obra original. La excelente Orkester Nord-Trondheim Barokk en el foso, sabiamente dirigida por Martin Wåhlberg, sirvió de impecable alfombra a un elenco de cantantes de gran altura, liderados con manifiesta solvencia por la soprano Chantal Santon-Jeffery, en el papel de Isaure, el tenor François Rougier, en el doble papel de Vergi y Anne, y el barítono-bajo Mathieu Lecroart como villano.

La puesta en escena fue obra de Julien Lubek y Cécile Roussat, quienes elaboraron todo un despliegue de fantasías visuales, acordes con el tono cómico del libreto, combinando los colores, las máscaras y las luces en escena, con un perfil transversal de carácter circense, caricaturesco, que componían una galería de personajes que parecieran salidos de un mundo de sueños y alucinaciones. En este sentido, fue de destacar las piruetas y plasticidad de la contorsionista y acróbata Adèle Alaguette.

En suma, un espectáculo suculento para una noche operística dieciochesca en la bella ciudad noruega de Trondheim.

Raúl Mallavibarrena

Trondheim Barockkfest. Orkester Nord-Trondheim Barokk / Martin Wåhlberg. Chantal Santon-Jeffery, François Rougier, Mathieu Lecroart, etc.
Puesta en escena: Julien Lubek y Cécile Roussat.

(Foto de Leikny Havik Skjærseth)

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