Música clásica desde 1929

 

Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Panorama sinfónico italiano en el XIX y albores del XX - por José M. Morate Moyano

Valladolid - 06/11/2022

El tercer programa del abono de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León contó con la colaboración y apoyo del Instituto Italiano de Cultura de Madrid, bajo los auspicios de la Embajada de Italia en España, y por ello cobró color absolutamente italo con un repertorio inusual, novedad en la ciudad en sus dos terceras partes, que lo habría sido en su totalidad si no se hubiese caído el previsto Preludio Sinfónico en La m., op. 1 de G. Puccini, al que sustituyó la Obertura de Norma de V. Bellini (1801-1835), que sonó por 1ª vez en el Auditorio local hacía ya 10 años. Completaron cartel el Concierto para violín y orquesta en Re M., op. 35a, BWV 243 (1896-97) de Ferruccio Busoni (Empoli, 1856 - Berlín, 1924) con Francesca Dego (Lecco, 1989) como solista y el Concierto para orquesta, op. 61 (1937) de Alfredo Casella (Turín, 1883 - Roma, 1947); todo bajo la Dirección de Nil Venditti (Perugia, 1995), ambas jóvenes debutantes también en la ciudad.

La directora italo-turca, 2º Premio y Premio Especial de Orquesta en el Concurso de JJ.MM. 2017, Bucarest, y Principal Invitada en la Orquesta de Toscana, es una joven extrovertida y desinhibida  que vive la música tal cual, poniendo toda su energía en el atril, lo que hace primar su entusiasmo y alegría sobre el control y sentido musical en cada momento; ello hace que su sonido sea casi siempre forte y rápido a la búsqueda sólo del brillo. Este concepto perjudicó  la versión de la Obertura de Norma, que resultó un punto superficial no tener el carácter de tragedia lírica que conlleva, faltando la hondura y la pureza belcantista que representan a Bellini.

Busoni, niño prodigio y experto profesor con alumnos como Weil, Varèse o Wolpe, abrió las puertas al S. XX y conjugó la exigencia técnica para el intérprete con la introducción de nuevos modos compositivos, integrando varias líneas melódicas en complejo contrapunto no fácil de desentrañar. En esta línea se desenvuelve su Concierto para violín y orquesta que, en un sólo movimiento, pretende recordar a Beethoven y a Brahms pero sin que su metodología permita atisbarlos. El movimiento presenta gran variedad de tempi: allegro moderato. animando-allegro-quasi andante, poco agitato,allegro impetuoso, più stretto, quasi presto, ... y coda final. Posteriores estudiosos atisban los 3 habituales movimientos: Allegro moderato- Quasi andante-Allegro impetuoso, pero interpretados sin interrupción.

Esto exige del Director un gran entendimiento de la partitura para servirla con claridad, manteniendo el general optimismo que la alumbra y apoyando a la muy exigida solista. Francesca Dego, de madre norteamericana y residente en Londres, que toca un Francesco Ruggeri (Cremona, 1697) y un Giuseppe Guarneri (Ricci, 1784), tiene apropiado volumen, aún en detrimento del color y calidad del sonido, y solvencia técnica para abordar todas las agilidades, dobles y triples cuerdas y cuantas florituras se pidan al solista (así lo demostró en el Paganini que regaló a instancias del público), pero falta ese aliento musical que hace cálidas y atractivas las interpretaciones. Aún con todo, el Concierto se expuso con notable lectura.

Cerraba programa el probable mejor trabajo orquestal de Casella, encargo de su amigo Mengelberg, a la sazón Director de la Orquesta del Concertgebouw que celebraba su 50º Aniversario. El turinés concibió la pieza con el lógico carácter festivo y una estructura barroca vestida con procedimientos modernos, como delatan los nombres de los 3 movimientos del Concierto para orquesta: Sinfonía (allegro ma non troppo)-Pasacalles (muy grave)-Himno (allegro con ímpetu y animado). Venditti estuvo mucho más cómoda por la flexibiidad y los abundantes pasajes donde la brillante instrumentación, dentro de su aparente sencillez, permite el lucimiento de cabeceras y familias de toda la orquesta, piano incluido, con particular lucimiento para los metales en la fanfarria que abre la Sinfonía, de cellos y contrabajos en los 8 cromáticos compases que inician la Pasacalles, que van pasando por todas las secciones hasta 14 veces, en original construcción que se complica cada vez más, y unos violines que vuelven al tema tranquilos hasta esfumarse en el final.

El Himno, como corresponde, crece hasta gozoso final. La OSCyL estuvo, como en toda la sesión, absolutamente profesional, intentado servir a su Directora en su gestualidad, y con su habitual nivel en todos sus jefes de sección, apoyados en Pavaçi, concertino invitado.

José M. Morate Moyano

 

Francesca Dego, violín

Orquesta Sinfónica de Castilla y León / Nil Venditti

Obras de Bellini, Busoni y Casella.

Sala Sinfónica "Jesús López Cobos" del CCMD de Valladolid

218
Anterior Crítica / Evocaciones pianísticas - por Diana Blanco
Siguiente Crítica / El día más brillante y la noche más larga - por Gonzalo Pérez Chamorro