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Crítica / Matthias Goerne en roles wagnerianos (Sinfónica de Galicia) - por Ramón G. Balado

A Coruña - 18/02/2021

Un monográfico wagneriano en esta temporada que se añade al ofrecido con un arreglo de Tristán e Isolda, realizado por Henk de Vlieger, de modo que nos manteníamos fieles al espíritu de la letra y más aún con la dirección de Josep Pons, que recuperada su buena relación con la orquesta tras la forzosa clausura de la pasada  entre obras de Antonin Dvorak, J.Brahms, Zoltan Kodaly y Béla Bartok. Un Wagner en su amplia agenda operística de la que ya abordó Tristán e Isolda.

Óptimo resultado en esta velada de obligado aislamiento, en una intensa entrega al servicio del barítono por las tres piezas que conformaron la sesión. Josep Pons también cuida sus atenciones a compositores actuales, entre los que aparece Benet Casablancas, del que estrenó L´enigma de Lea. Director y solista, han coincido de otras oportunidades, por lo que los resultados logrados mantuvieron un alto nivel de intensidad. Para entrar en un clima propicio, el Preludio de Tristán e Isolda, candente hasta el estremecimiento y con el estremecimiento del Liebestod, en la primera intervención del cantante.

Por el mismo rigor de tratamiento y a lo largo del recital, habremos asistido a lo que vendría a ser como una especie de proyecto de lied sinfónico, como resultado en beneficio del barítono. Suyos son los frecuentes recitales a los que nos tiene acostumbrados, en estas últimas temporadas y en sus visitas frecuentes. Ciclos donde el lied resulta el hilo conductor. La ayuda su severa presencia escénica y esa voz que por veces, deja la sensación de una forzada emisión y unas irregularidades que suscitan más de una perplejidad , pero que se complementan con un timbre poderoso y una portentosa presencia escénica, que se aviene a roles como los de talante wagneriano y de ello tuvimos constancia. Es Goerne un artista que en buena lid, contribuyó a recuperar a los malditos de la Entartete Musik y aledaños de los considerados proscritos.

Pons, junto a la  orquesta, propuso una ostentosa singladura  con viento a favor de gran resuello en la obertura de Der Fliegende Höllander, en un clara pretensión de mantener el pulso febril que desde la propia escritura de la pieza, se requiere como reto audaz de un personaje que descarna sus resquemores en Die Frist ist um, para los que se requiere una voz en la que nuestro solista, encajaba entre los límites previsibles de un bajo-barítono. Una voz de color oscuro que ya en su época, podría resultar temeraria por las temibles exigencias. Oportunidad para mantener un pulso con la orquesta y el director, que habían preparado el instante para descarnar la intensidad de las turbulencias que desgarraban las obsesiones del personaje.

Sin solución de continuidad, un nuevo ahondamiento hasta una pura sensación devastadora, en el que el cantante debe entregarse a otra desgarradora pasión en la Wotans Abschied, de Die Walkküre, el monólogo del Rey Marke, en este programa en el que por lo servido, siguió una profunda caída a los arrebatos y  desmesuras de roles marcados por el fatídico consenso del destino. Wagnerianos de pro, de los que Goerne otorgó el carácter que, en plenitud, cubre la extensión definitiva en la puesta escénica de cada ópera en su integridad. Goerne, en su valoración artística, es también el meritorio dedicatario de L´Upupa de Hans Werner Henze, quien previamente le había tenido en mente para El Príncipe de Hamburgo. Óperas que viene a continuar la larga tradición del estilo que se apoya en la herencia mágica, entremezclada con exotismos de distanciadas procedencias orientalizantes.  

El programa en definitiva y según lo previsto, hubo se ajustarse a otras urgencias y del mismo, se cayó la obertura de Lohengrin, pero el talante wagneriano cumplió el criterio en el que principalmente la voz del solista recibiría el trato preferencial.

Ramón García Balado       

Matthias Goerne. Orquesta Sinfónica de Galicia / Josep Pons.

Richard Wagner, monográfico.

Coliseum, A Coruña

Foto: Matthias Goerne / © Marie Stagatt

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