Música clásica desde 1929

 

Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Más Pons, por favor - por Justino Losada

Madrid - 21/11/2023

Regresa el director catalán Josep Pons al podio de la Orquesta Nacional de España para recordarnos que, quien transformó esta formación y a la vez creció con ella, sigue manteniendo un criterio musical en el que, en un mundo de interpretación cada vez más homogéneo, tiene mucho que decir y aportar en su forma de hacer música.

Razón lleva Luis Suñén, encargado de las notas de este concierto, en relacionar de forma contrastada las psicologías del ánimo y lo que la música expresa o puede transportar, en torno a las ideas de amor y muerte como ejes del programa. Así, la influencia del pensamiento de Schopenhauer en la música de Richard Wagner proyecta una aproximación a lo sublime desde la muerte como transfiguración de la destrucción. Un modelo que en Tristán e Isolda trasciende a lo estrictamente sonoro -el acorde inicial que acabará desmoronando las bases de la música a finales del XIX- como emulación de un ansioso ardor lírico que, desde la tensión armónica, fluye en oleadas hasta su consonante resolución final.  Con estas características puestas sobre relieve, Pons resolvió el Preludio y muerte de Tristán e Isolda en un solo trazo mediante un envidiable control orquestal que, desde unos pianissimi cristalinos y una construcción diáfana, ofreció una polifónica versión que conforme avanzaba, aportaba solidez y flexible tensión al discurso.

Basado en una póstuma recopilación de poemas del músico y poeta fallecido en 2018, Javier Bonet, El silencio después, obra encargo de la Orquesta y Coro Nacionales de España al compositor alcireño Juan José Colomer, puso de manifiesto la problemática sobre la salud mental en sus más funestas consecuencias: el suicidio, especialmente en las generaciones más jóvenes.

Colomer desarrolla de esta manera una obra pulcra y sincera que, despojada de todo artificio y en estilo sencillo, plasma con clara intencionalidad diegética un arco formal en cuya arquitectura abundan los giros de la música de cine que con tanto acierto ha cultivado. Buen papel de la mezzosoprano Maite Beaumont, que sustituyó a Anna Alàs i Jové, anunciada previamente y que canceló por enfermedad, y del barítono Joan Martín-Royo junto a un Pons sensible a la angustiosa temática de la obra. 

Siendo poco habitual un concierto para piano en la segunda parte de una velada sinfónica, el programa continuó con una interpretación del Concierto para piano Nº23, K488 de Wolfgang Amadeus Mozart. Concluido a finales del invierno de 1786 y contemporáneo del estreno de Las Bodas de Fígaro, esta obra expone una sorprendente –y aparente- sencillez que, sin embargo, encierra un halo de contemplación en torno al arioso Andante central en la poco habitual tonalidad de Fa menor. A ello se añade la sustitución de los oboes, de timbre más punzante, por los cálidos y oscuros clarinetes con la intención de crear cierta atmósfera nostálgica.

El solista del concierto, el pianista argentino afincado en Suiza, Nelson Goerner, supo traducir mediante absoluta limpieza digital, control del pedal y exquisita articulación el recogido intimismo camerístico necesario en los dos primeros movimientos. Además, el diálogo con las maderas se mostró con claridad gracias al generoso fraseo de un Josep Pons que también condujo con precisión el brioso rondó final.

El concierto concluyó con la interpretación del Poema del éxtasis, obra compuesta por Aleksandr Skriabin entre 1905 y 1908 bajo la acusada influencia del movimiento teosófico de Helena Blavatsky. Esta faceta acabaría marcando su música mediante un novedoso sistema armónico generado a partir de intervalos de cuarta, para generar el acorde místico como vehículo de sus aspiraciones espirituales en torno a la fusión de la humanidad con el universo en un estado de comunión espiritual. De una inusitada intensidad y requiriendo del concurso de una orquesta de grandes dimensiones, el Poema del éxtasis se conforma en torno al paraguas de la forma sonata mediante un abanico de encuentros entre diferentes células cromáticas capaces de destruir toda la sensación tonal subyacente ante el continuo embate de colores armónicos de cada invención.

En ese sentido, Pons confirió unidad a cada sección separándolas y desplegando una firme dramaturgia mediante un equilibrado control de la orquesta, ofreciendo una ventilada y perfumada versión en la que, sobre el detalle, prevalecía una aproximación de concepto romántico en la que acumulaba tensión tras la sensación de meditar cada frase. A ello concurrió una Nacional en estado de gracia en la que cabe resaltar el papel de la concertino Valerie Steenken y, sobre todo, la trompeta de Manuel Blanco. En resumidas cuentas, otro gran concierto que da buena cuenta de la excelente relación de Josep Pons con la Orquesta Nacional. 

Justino Losada

 

Maite Beaumont, mezzosoprano

Joan Martín-Royo, barítono

Nelson Goerner, piano

Orquesta Nacional de España / Josep Pons

Obras de Wagner, Colomer, Mozart y Skriabin

Ciclo Sinfónico -  Orquesta y Coro Nacionales de España

Temporada 2023/2024

Auditorio Nacional, Madrid

168
Anterior Crítica / Obertura académica y festiva - por Luis Mazorra Incera
Siguiente Crítica / Esplendorosa cuerda - por José Antonio Cantón