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Crítica / Marshall-Bach - por Luis Mazorra Incera

Madrid - 23/05/2024

Wayne Marshall volvió al Auditorio Nacional de Música con un brillante programa de órgano solista del Centro Nacional de Difusión Musical en su ciclo multitudinario de sabados por la mañana: Bach-vermut.

Toda una animada expectación, satisfecha a la postre por un programa generoso en exigencia y en duración, que lució sobremanera la técnica y solvencia musical de este excepcional virtuoso.

Una contundente entrada improvisada empleó con notoria habilidad técnica, el sinuoso cromatismo que se desprende del nombre “B-A-C-H” llevado al pentagrama, y desarrollado en variadas formas que, eso sí, no enturbiaran la Fantasía, fuga incluida, de Liszt sobre dicho nombre-tema que se ofrecía después.

Una enjundiosa improvisación, especialmente en lo armónico y cromático, que dio paso a un ramillete de partituras de primer orden en el catálogo de la música para órgano y, en algún caso, de palmaria popularidad.

Y es que, de inmediato, Marshall afrontó la incombustible Tocata y fuga en re menor sirviendo a la sazón, al sufrido titular del ciclo (Bach), al público, que suele celebrar esta obra como si se tratara de la única que merece la pena ser escuchada del repertorio, y a su habilidad improvisatoria, desplegada en una espectacular cadencia antes de la coda escrita y lujosamente ornada hoy, de dicha obra.

Velocidad exigente en una fuga electrizante desde un primer momento en la exposición de su asertivo sujeto, que preparaba ya la apertura a la improvisación que vendría después y que trató de extender, con relativo éxito, aquel flujo instrumental escrito, también en origen de raíz fantasiosa y heredero de la técnica compositiva, más discursiva que formal, de Buxtehude.

El Primer coral de César Franck es otro de los caballos de batalla del repertorio. De nuevo su versión no escondió la vivacidad de aquel entramado contrapuntístico sin faltar a la razón estética romántica de la obra.

Con el Preludio y fuga en la menor de Bach volvimos al eje medular de este ciclo y de este programa en particular. Esta vez sin aquella profusa derivación fantasiosa pero con idéntico ánimo e impulso.

Un intermedio propio, sosegado, mostró la escuela armónica de Marshall en su gustosa Berceuse (Nana).

Un merecido descanso porque inmediatamente se seguía la virtuosa obra ya citada: Preludio y fuga sobre B-A-C-H de Franz Liszt. Obra que encajó como un guante con la técnica de Marshall que se mueve a menudo en este saludable espíritu de libertad creativa y formal que tanta buena música ha ofrecido a lo largo de la historia.

De nuevo, en simetría, una generosa Fantasía improvisada está vez sobre la Rhapsody in Blue de George Gershwin, cerraba la actuación.

Wayne Marshall, pues, en variadas facetas al órgano, ofreciendo obras destacadas del repertorio de la mano de los grandes gigantes del instrumento: Bach y Franck, junto con Liszt… y aportando esa agilidad de improvisación, siempre sobre abierta complejidad técnica y tempi exigentes, con combinaciones tímbricas (registros) también inspiradoras, propias de un músico íntegro, a otro nivel de interpretación donde las fronteras con la creación musical pura, se difuminan.

Luis Mazorra Incera

 

Wayne Marshall, órgano.

Obras de Bach, Franck, Liszt y Marshall.

CNDM/BACH-VERMUT. Auditorio Nacional de Música. Madrid.

 

Foto © Rafa Martín

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