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Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Josu de Solaun frente a Prokofiev - por Ramón García Balado

Santiago de Compostela / Vigo - 01/12/2021

Josu de Solaun, con Premios del George Enescu (2014) y del XV Concurso José Iturbi, traía dos primicias en registro, Digressions y panDEMICity para esta comparecencia con la Real Filharmonía de Galicia y Paul Daniel, con la mente puesta en el Prokofiev del Concierto en Sol m. Op. 16, composición de un período en el que el público lo encontraba osado en demasía. Existían en efecto muchos movimientos de vanguardia de menor dimensión en el clima cultural de San Petersburgo, más conservador que el de Moscú y los conciertos de Pavlosk atraían a un público particularmente cauteloso, que quería disfrutar de veladas en un marco agradable, mientras se entregaba a disfrutar de relajantes propuestas.

Especialistas hay que opinan que este concierto, se ejecuta con poca frecuencia y que nunca alcanzó la celebridad del siguiente o incluso el anterior. Quizás debido a la dificultad de la parte del solista o a la estructura fragmentaria del mismo. El autor aceptará el primero como más interesante, en cuanto a la orquestación. La partitura del segundo sufrió percances diversos  y tras el traslado a Nueva York, en 1918, realizará una nueva revisión en 1923, que se convirtió en la versión normativa para las ejecuciones. Su creciente reputación como pianista y compositor, le ganaron los parabienes de Glazunov y Liadov, quienes no obstante, seguía siendo el personaje molesto y alborotador que rechazaba sus estéticas.

El Concierto nº 2, en Sol m. Op 16, fue ejemplo de su incontestable agilidad resolutiva, demostrando una capacidad consumada  y en el momento más boyante, que se confirmará en los cinco conciertos para el instrumento y en medio de la arrolladora pujanza de los futuristas.

De Solaun, cargado de razones, desplegó las peculiaridades de la obra, en cada uno de los tiempos: El Andantino anunciaba las influencias tradicionales en pro del solista, para ceder a la orquesta una densa profundidad de rica vitalidad, hasta imbuirse en un estilo de Allegretto, de mayor pujanza. La cadenza reafirmando la condición prevalente del solista, acaparaba a lo ancho en la densidad sonora, casi la mitad del tiempo, por su invención armónica y su técnica. Ya en el Scherzo puro ejercicio de poderío y recursos de dominio expresivo, el despliegue de rápidas semicorcheas, articuladas entre las dos manos paralelamente, dejaban a la orquesta en segundo plano.

El Intermezzo, se resolvía  en un talante Allegro moderato, un ritmo de marcha tintado de un humor reconocible en el conjunto de su obra y el Final Allegro tempetuoso, impetuoso por necesidad  para una obra como esta, en cuatro tiempos, se presentó como un cambio de atmósfera, claramente  intuida, en el que el solista se apuntó  un importante rol, después de los  instrumentos de metal se plantasen como un punto final, con una cadenza que se animó de manera creciente, en disputa con el resto de la orquesta.

En la continuación, el propio director y la orquesta, bajaron el grado de tensión con una para de obras partiendo de la Obertura en Re m. Op. 49, pieza de Dora Pejacevic, dama aristocrática y cosmopolita, un estilo de romanticismo tardío, apoyado vagamente en pinceladas de folklore eslavo, y que en esta obra, muestra un contundente entusiasmo con posibles influencias de Szymanowski o Enescu.

Puro vigor en su autoafirmación ególatra, en beneficio de los metales y percusiones. Otros tintes por parte de Poulenc, en la divertida Sinfonietta FP141. Una decisión de  pura complicidad entre director y orquesta. Les Six cual telón de fondo desde el Allegro con fuoco, en el que no se disimulaban los guiños stravinskianos o similares en la cercanía, a modo y manera de  un entrante hacia detalles de evanescente ligereza, manifiesta en un Molto vivace, que resulta un Scherzo casi en ritmo de tarantela, marcada por la flexibilidad rítmica, en la que los vientos se otorgaban el privilegio de marcar pauta, mientras que la cuerdas en pizzicati, acunaban una forma de melodía pastoral.

El Andante cantábile para que no quedasen dudas, flirteaba vagamente sobre un aire fluido y distendido, en aviso al Finale: Prestissimo et tres gai, que nos llevaba de la mano a las veleidades del cabaré parisino.

Ramón García Balado

 

Ciclo de Piano Ángel Brage         

Josu de Salaun. Real Filharmonía de Galicia / Paul Daniel.

Obras de S. Prokofiev, D. Pejacevic y F. Poulenc

Teatro A Fundación, Vigo

Auditorio de Galicia, Santiago de Compostela

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