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Crítica / González-Monjas y Gerstein cerraron la temporada de la OSCyL - por José M. Morate Moyano

Valladolid - 25/06/2023

El ambiente de la Sala, prácticamente llena y la aparición en el palco de todos los intérpretes, hicieron presagiar que la velada iba a ser óptima. Roberto González-Monjas (Valladolid, 1988) es muy apreciado por los músicos de la OSCyL, que lo han visto desarrollarse, tanto como violinista como Director, desde sus inicios profesionales; y el público también lo hace porque, amén de sus excelentes cualidades como músico, denota siempre cercanía, sonrisa permanente para todos y una invitación que parece decir: "lo que voy a plantear, lo vamos a disfrutar todos juntos" y éso justificó la gran ovación de bienvenida.

El pianista invitado Kirill Gerstein (Verónezh, Rusia; ciudadano americano y residente en Berlín), ganador del Gilmore Artist Award y del Concurso Arthur Rubinstein, mostró gran afinidad con el Maestro desde su saludo inicial; si a ello añadimos, que la concertino invitada Joanna Wronko y la solista de viola invitada Ewelina Bielarczyk parecieron estar también en la misma onda, las posibilidades de que el concierto tuviera grandes posibilidades de éxito, se acrecentaron. Y, afortunadamente, los hechos confirmaron las sospechas.

González-Monjas, hoy Titular del Musikkollegium Winterthur y de la Sinfónica de Galicia, a partir de la 24-25, de la del Mozarteum de Salzburgo (en cuyo Festival dirigirá este verano) y co-Director Artístico de la Iberacademy en Colombia, vuelca en el podio una enorme cantidad de energía, no gratuíta, sino apoyada en un exhaustivo estudio y dominio de las partituras, que le permite valorar al milímetro cualquier acento, ligadura, línea expresiva o cambio de carácter que aquéllas encierren, con lo que sus versiones tienen siempre la lógica musical que su sensibilidad determine y que, en el caso de la OSCyL de forma absoluta (por su recorrido ascendente parece que las demás también), hace que el conjunto lo siga y  entregue por completo.

El Concierto para piano y orquesta nº 1 en Do M., op. 15 (1795-98) de Beethoven ocupó la 1ª Parte. Dedicado a su alumna la Princesa Fürstin, tiene aún la huella de Mozart y Haydn; y ahí encontraron González-Monjas y Gerstein el filón de oro para su versión. El Director, que tiene en Mozart particular inspiración, planteó en ese puro estilo la introducción del Concierto, pero añadiéndole el brío marcado y haciendo notar las ya personales señas de identidad del de Bonn, marcando sus bruscos cambios armónicos y tonales sorpresivos; en esa línea entró el pianista en el desarrollo rematado con el glissando de 1 octava, recuperando el Do M. en la recapitulación y ofrecer la cadenza beethoveniana, todo ello con un sonido cristalino y articulado, atento a todos los detalles; la OSCyL respondió como si fuera un trío Director-solista-orquesta.

El Largo ternario fue una delicia: el piano pleno de lirismo en el tema A, la orquesta aún más dulce en el centro con clarinetes y fagotes destacados, como solista el clarinete ante el silencio impuesto a flautas, trompetas, oboes y timbales clásicos y repetición de A ahora con delicadas ornamentaciones  del pianista. Se atacó el Rondó. Allegro scherzando en un vivo 2/4 ligero con sus 7 secciones especulares, donde todos pudieron sin mácula con el tempo impuesto por el Director, con gran energía en el solista seguido por la orquesta, las dos breves cadenzas, una antes de retomar su tema y la otra antes del final, con señalado contraste dinámico y despedir todos con la máxima fuerza. Tal vez pudo ser un punto excesivo el tempo, pero tocado así, desaparece cualquier duda al respecto. El público reaccionó con grandes y repetidas ovaciones, que Gerstein hubo de acallar, regalando cuidada y cálida versión personal de una Canción de Rajmaninov, que volvió a encandilar al auditorio.

Como 2ª Parte se reservaba la Sinfonía nº 1 en Re M., "Titán" (1884-88) de Mahler. El apodo le vino del héroe de una novela de P. Richter, aunque después el propio autor renunció a él, diciendo que su música nada tenía que ver con la novela, dentro de las variantes que con el tiempo fue haciendo en la partitura inicial, suprimiendo un movimiento de los 5 iniciales, hasta dejarla en el formato que hoy se toca, que alcanzaron 1906 ya con leves variantes. El hecho es que su gran formato y su riqueza melódica le conceden hoy una gran importancia.

González-Monjas demostró conocerla a la perfección y ejerció un meritorio gran control sonoro de tan imponente orgánico. Ya la Lenta y pesante introducción creó misterio y recabó atención para ese despertar de la Naturaleza, que muestra las ideas sobre las que se sustentará toda la Sinfonía. Y empezaron los aciertos (lejana la fanfarria en of), hábil el cuco del clarinete que luego siguieron el resto, lucidas trompas en su tema, emotivos los temas pastorales tomados de la 2ª de sus Canciones del caminante errante, trompas de nuevo en su marcha y bien la fanfarria completa y el timbal final. Poderoso y agitado el Scherzo, no rápido, con trompeta sólida muestra de su escénico El trompetista de Säkkingan y muy bien los contrabajos, que volvieron a lucirse en el Frère Jacques de la marcha fúnebre del tercer movimiento, sabiamente mezclada con el nuevo tema lírico de las Canciones y atacar el Agitado y tormentoso final, como lucha entre la oscuridad y la luz que acaba venciendo; hubo apropiado carácter épico con los acertados timbaleros y los metales redondos, trompas en pie para el frenético cierre, que conmovió al público que estalló satisfecho ante el gran hacer del colectivo entregado al Director. Un final de brillante temporada con muy alto nivel.

José M. Morate Moyano

 

Kirill Gerstein, piano

Orquesta Sinfónica de Castilla y León / Roberto González-Monjas

Obras de L. v. Beethoven y G. Mahler

Sala sinfónica "Jesús López Cobos" del CCMD de Valladolid

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