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Crítica / Fiesta napolitana - por María Setuain Belzunegui

Pamplona - 23/05/2022

Casi quince años de andadura, reconocimiento nacional e internacional, una considerable discografía y una buena cantidad de galardones de prestigio han transcurrido entre la fundación en 2008 del ensemble La Ritirata y su primera actuación en el Auditorio Baluarte de Pamplona.

Proyecto del violoncellista y director bilbaíno Josetxu Obregón, el objetivo de la formación, tal y como se lee en su página web, es “redescubrir repertorios del Barroco, Clasicismo y primer Romanticismo” con el hilo conductor del violoncello y siempre desde una perspectiva históricamente informada, utilizando instrumentos y modos de interpretación que “se corresponden con las vivencias del compositor en su época”.

Esta perspectiva, junto a la excelencia de la dirección y la ejecución de los solistas, proporciona a la interpretación de conjunto una legitimidad difícilmente discutible. El hecho de que, además, esté a cargo de algunos de los instrumentistas más destacados del panorama español en cuanto a la música histórica se refiere, convierten la experiencia de la escucha en directo en un regalo para los oídos y, también, para la vista.

Con el título de “Conciertos Napolitanos”, La Ritirata presentó en Pamplona un programa algo diferente al del disco del mismo nombre, editado por Glossa en 2018. La propuesta incluyó tres obras para flauta de pico, dos para violoncello y una para clave en las que el solista, en cada ocasión, asumió el rol de liderazgo.

Abriendo la velada, escuchamos el Concierto en do mayor para flauta, dos violines, violoncello y bajo continuo de Alessandro Scarlatti (1660-1725), a cargo de Tamar Lalo. La interpretación fue más que correcta, aunque se echó en falta algo más de sonido en la flauta, pues en ocasiones quedaba demasiado diluida entre el sonido del conjunto. Sin embargo, este detalle quedó de sobra satisfecho en las otras dos obras para este instrumento: el Concierto n. 2 en si bemol mayor para flauta, dos violines, violoncello y bajo continuo de Roberto Valentini (1671-1747) y el Concierto n. 13 en sol menor para flauta, dos violones, violoncello y bajo continuo de Franceso Mancini (1672-1737).

Es casi imposible hacer una crítica en el sentido lingüístico del término; la solista estuvo impecable en su interpretación y mostró no sólo un impresionante dominio del instrumento, sino también de la articulación y el fraseo. Su dirección discreta pero clara y determinada condujo al conjunto a las más altas cotas de calidad y recibió grandes aplausos del público, que también le obsequió con tímidas exclamaciones de “brava”.

No menos acertado en su interpretación, Daniel Oyarzabal nos deslumbró con una magnífica interpretación del Concierto para clave en si bemol mayor de Francesco Durante (1684-1755). Cabe destacar la falta de estridencia en el señalamiento de las disonancias y appoggiaturas características del estilo napolitano, pero que suenan algo ásperas a nuestros oídos modernos. Oyarzabal, como antes Lalo, recibió un gran aplauso y algunos “bravos”.

Por fin, Josetxu Obregón al violoncello, fue el encargado de la voz solista y la dirección en la Sinfonía en do mayor para violoncello, violines y bajo continuo de Nicola Porpora (1686-1768) y el Concierto en re mayor para violoncello, dos violines y bajo continuo de Nicola Fiorenza (c. 1700-1764). En la primera de las dos obras, las bellas y cantábiles melodías nos recordaron la importante labor de Porpora como compositor de óperas. Obregón estuvo impecable al violoncello, llevando a cabo una interpretación sembrada de elementos agógicos muy estudiados y fantásticamente enmarcados en el discurso musical y el contexto histórico.

Junto a los solistas, fue igualmente destacable la labor de los violines y los instrumentos a cargo del bajo continuo, además del clave y el violoncello, el contrabajo, la tiorba y la guitarra barroca. Una lástima que en el programa de mano no se indicase el nombre de estos intérpretes y la web del ensemble no esté actualizada, de manera que no conocemos más que el trabajo de Hiro Kurosaki en el primer violín y Daniel Zapico en las cuerdas punteadas.

En la experiencia del concierto en directo, aunque dominada por el hecho sonoro, no deja de tener importancia el elemento visual y reconozco que en este caso disfruté mucho no sólo de escuchar sino también de ver. De ver cómo los músicos también interpretaban con el cuerpo, cómo los solistas dirigían con sus gestos y sus miradas ante la complicidad del resto del conjunto y, particularmente, del cuidado con el que la violinista encargada de la segunda línea apoyaba la interpretación de Kurosaki.

Claro que, como en cualquier directo, algunos ataques y entradas podrían haber sido más precisos y hubo breves momentos en los que se produjeron algunos desajustes. Sin embargo, son parte de la magia de la inmediatez de la interpretación de la que disfrutamos en la sala de conciertos. El aplauso y el entusiasmo del público fue unánime y no creo equivocarme al asegurar que esperamos pronto el regreso de La Ritarata en el coliseo pamplonés.

María Setuain Belzunegui

 

Programa: Conciertos napolitanos

Obras de Alessandro Scarlatti, Franceso Durante, Nicola Porpora, Roberto Valentini, Nicola Fiorenza y Francesco Mancini.

La Ritirata

Josetxu Obregón, dirección

Baluarte (Palacio de Congresos y Auditorio de Navarra)

 

Foto © Edgar Gutiérrez

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