Música clásica desde 1929

 

Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Excelente trabajo del Casals en su residencia con la OSCyL - por José María Morate

Valladolid - 08/05/2024

El Cuarteto Casals: Vera Martínez-Mehner y Abel Tomàs, violines; Jonathan Brown, viola y Arnau Tomàs, cello, completó su Residencia este Curso en la OSCyL, participando en el 8º Programa del Ciclo Recitales y Música de cámara, que la OSCyL celebra en la Sala de cámara de su sede en el CCMD de Valladolid.  Y lo hizo con un repertorio mixto, que permitió su labor como Grupo solista del Cuarteto nº 12 en Re b M., op. 133 (1968) de Shostakóvich y, más importante en su labor de Residente, haciendo la versión para 24 músicos del Octeto para cuerda en Mi b M., op. 20 (1825) de Mendelssohn, junto a 20 Profesores de cuerda de la OSCyL, y completar así una faceta más de sus posibilidades, siendo aquí integrantes de orquesta de cámara, tras haber sido Cuarteto estricto y como solista junto a Orquesta Sinfónica, con excelente resultado en las tres opciones.

La novedad estaba en el Octeto de Mendelssohn, pieza compuesta a sus 16 años, asombrosa por su ímpetu juvenil y su formal perfección y brillantez, lo que la mantiene como obra diferencial del S. XIX. El original es para dos cuartetos o más bien para 8 cuerdas, pues lo sinfónico parece ser buscado más allá de lo camerístico. En esta línea, los Casals aplican el 3 como factor multiplicativo, presentando 6 primeros violines y 6 segundos, 6 violas y 6 cellos, agrupados cada voz en tríos, con Vera como concertino, Abel como solista del 2º terceto de violines I, Jonathan solista del trío de violas I y Arnau solista del trío II de cellos, los 4 en el primer semicírculo de los dos concéntricos en que se ubicó el conjunto en el escenario, funcionando más como orquesta de cámara de cuerda y satisfaciendo así mejor la presunta idea sinfónica que animó al compositor.

El resultado fue estupendo, porque el trabajo previo de estudio y conjunción contribuyó a ello. La sonata que constituye el primer movimiento, tuvo sus dos temas bien contrastados, y la melodía final que añade el Vi I sonó clara antes de recuperar el primer tema para el cierre; todo pureza, afinación y fuego en las líneas de este Allegro que ocupa la mitad de la obra. Cello y viola cantaron con gusto el aire de siciliana que abre el Andante, produciéndose delicadas dinámicas, 2º tema muy expresivo y un 3º con leves disonancias magistralmente jugadas, para pasar de menor a mayor el Do del movimiento. Más oído es el Scherzo en Sol m., hecho en pianísimo y con la ligereza pedida, muy unidos los trinos enlazados y muy bello el sonido conjunto. El Presto final, que retoma fragmentos anteriores buscando anillar la pieza, tuvo brillante fugado a 8, justo y medido, que parece fácil por el dominio contrapuntístico del autor, pero difícil de hacer, si el trabajo de cuartetistas y profesores no hubiese sido de altas concentración, colaboración y satisfacción. La Sala, casi completa, reaccionó como la versión mereció, obligando a 3 salidas del grupo entre fuertes ovaciones.

Por delante fue el Cuarteto nº 12 de Shostakóvich, de esa serie de 15 que comenzó con 32 años y culminó a los 68, uno antes de morir, ocupando toda su vida en paralelo con el resto de sus producciones con el mismo nivel de interés y calidad, pues aúna belleza y emotividad. En particular, este duodécimo escrito en dos meses, aporta como especial interés el uso moderado y cuidado de la técnica dodecafónica entonces pujante, que valoró debidamente, Está escrito en dos movimientos aunque el 1º tenga 2 secciones y el 3º tres. La interpretación de los Casals, con Vera también Vi I, fue como todas las suyas: límpida, coloreada, enérgica, medida, expresiva, emotiva o áspera, según el carácter que la partitura transmita en cada momento; más cuando en ésta, la dedicatoria fue para el líder del Cuarteto Beehtoven, D. Tsyganov, violinista de fuerte y libre personalidad, que el autor pudo reflejar en algunos momentos, aprovechando también el aire fresco que circulaba ya en la Cultura rusa tras la muerte de Stalin, permitiéndose arrancar este nº 12 con una serie de 12 notas en el cello, incluso repetidas tres veces, sin temor a críticas por esa liberación de "lo oficial". El Allegretto inicial tuvo energía y dinamismo; y gran emotividad el Adagio-Moderato central del 2º movimiento, cuya tristeza por esa intuída lucha vida-muerte en la mente del compositor, es superada en el Allegretto final por la viveza y precisión con que se mostró el Casals, cuyos componentes habían dado ya una lección de musicalidad y color, en cada uno de los pizzicati que les solicitó el texto musical.

En fin, que la Residencia ha sido un éxito para el Cuarteto y fundamental su tarea en perfeccionamiento técnico y musical de la plantilla de cuerdas de la OSCyL, de cuyo beneficio disfrutamos, tanto la propia Orquesta como los oyentes. ¡Enhorabuena!

José Mª Morate Moyano

 

Cuarteto Casals y 20 Profesores de la cuerda OSCyL

Obras: D. Shostakóvich y F. Mendelssohn

Sala de cámara del CCMD de Valladolid

88
Anterior Crítica / La esencia barroca de la música instrumental - por Abelardo Martín Ruiz
Siguiente Crítica / Un Verdi que vuelve por sus fueros - por Jorge Binaghi