Música clásica desde 1929

 

Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Estimulante Barbero - por Jorge Binaghi

Milán - 20/10/2021

El segundo título de los tres de Rossini que forman parte de esta mini temporada otoñal fue el más popular de todos los suyos en absoluto aunque tenga varias otras obras maestras. Por eso mismo es difícil conseguir una nueva producción interesante. Y si la parte escénica no fue descollante tuvo el mérito de poder seguirse con agrado, con esa idea de que se prepara una representación de ‘La inútil precaución’ (ya se sabe que era, con Almaviva, el título original para diferenciarla del entonces célebre Barbiere de Paisiello al que terminó por desbancar).

Tal vez lo más discutible haya sido ese cuerpo de ballet masculino travestido que a veces no agregaba nada y otras distraía, pero era genial la idea de convertir a Berta en su directora musical y a Rosina en su étoile. Pero lo mejor fue la actuación en sí de los cantantes, algunos verdaderamente inspirados.

La dirección de Chailly fue muy buena, aunque esta vez sonó algo más crepuscular que en anteriores ocasiones, con la consiguiente mayor lentitud y el menor brillo en los crescendos ya a partir de la obertura. La orquesta sonó estupendamente bien y la actuación del coro con su nuevo maestro, Alberto Malazzi, fue muy buena.

El protagonista decretado por la tradición lo fue esta vez por mérito propio. Olivieri derrochó simpatía, una agilidad envidiable, exhibió notables dotes vocales con técnica y estilo ejemplares, y un magnetismo que encandiló al público, y con razón.

Hubo dos Almaviva, pero sólo vi al segundo, Siragusa. Con sus limitaciones tímbricas y algún agudo tirante resultó un buen Lindoro (con rondó incluido).

Stoyanova fue una discreta Rosina, más interesante como actriz y vocalmente sólo funcionó bien en la zona central del registro. Ulivieri hizo un Basilio de buena voz (curiosamente mejor y más profunda que en anteriores oportunidades) y cómico sin ser grotesco.

Finucci en dos partes menores (Fiorello y un oficial) pareció evidenciar buenas cualidades y, oh sorpresa, fue relevante la Berta de Bini, no sólo excelente comediante con su aspecto de vampiresa, boquilla en mano, sino capaz de hacer escuchar los difíciles agudos del concertante que concluye el primer acto y de hacer que su aria en el segundo adquiriera una importancia inusual.

Pero el otro gran ‘mattatore’ de la velada fue el extraordinario Bartolo de Romano, que cumplía cien funciones en el papel y se entiende por qué. Cantó en vez de hablar, actuó en vez de ser un ridículo exagerado (como ocurre tantas veces), y demostró que el canto de un verdadero bajo bufo rossiniano no tiene hoy secretos para él.

Las últimas funciones coincidieron con la supresión de las restricciones de aforo y fue perceptible en el teatro (también en escenario y foso) la emoción de ver una función con las localidades de veras agotadas.  

Jorge Binaghi

 

Mattia Olivieri, Antonino Siragusa, Svetlina Stoyanova, Marco Filippo Romano, Nicola Ulivieri, Lavinia Bini y Costantino Finucci

Orquesta y coro del Teatro / Riccardo Chailly

Escena: Leo Muscato

Il barbiere di Siviglia de Rossini

Teatro alla Scala, Milán

Foto © Teatro alla Scala - Brescia e Amisano

302
Anterior Crítica / Boccherini se divierte - por Juan Gómez Espinosa
Siguiente Crítica / Valorizando obras - por José Antonio Cantón