Música clásica desde 1929

 

Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Épico Beethoven de Josep Vicent - por José Antonio Cantón

Alicante - 29/04/2024

Bajo el título “Beethoven Heroico” se ha presentado el décimo noveno concierto del Ciclo Sinfónico del Auditorio de la Diputación de Alicante que ha llevado a cabo la orquesta ADDA-Simfònica con su titular al frente, el maestro Josep Vicent que, como viene siendo habitual, se ha erigido absoluto protagonista por su enérgica y apasionada manera que entender la música de Beethoven, haciendo honor a la intensidad emocional que encierra su Tercera Sinfonía, Op. 55 “Heroica”, que supuso tanto para el posterior devenir de esta forma musical en la historia. Su interpretación estuvo precedida por el Triple concierto para violín, violonchelo y piano, Op. 56 del mismo compositor, que propició la esmerada actuación del trío VibrArt formado por el violinista madrileño Miguel Colom, su paisano, el violonchelista Fernando Arias, y el hispalense Juan Pérez Floristán al piano, todos ellos defensores de una sólida proyección artística en sus respectivas carreras.

Con un sentido de integración concertante, el maestro Josep Vicent planteó la lectura de la obra con intenso grado de expresividad, determinando en todo momento la prevalencia de su instrumento polifónico sobre el diálogo a cuatro bandas que se conforma en esta obra, sólo contrastado a equivalente nivel expresivo por el pianista, dada la naturaleza del instrumento en emitir varios sonidos simultáneamente como ocurre en la orquesta. El director contagió a los solistas del brío y la pasión de sus indicaciones, en una manifiesta intención de mantener la tensión del discurso, de modo especial en los cambios de turno de intervención de los solistas, lo que facilitaba la compensación del limitado interés del material temático del primer movimiento, que así se veía impulsado por un ágil y contrastado diálogo entre los cuatro elementos concertantes.

La naturaleza poética del Largo central favoreció el efusivo lirismo que emplearon los dos instrumentos de cuerda envueltos en la sonoridad del piano, que fue manejado con precisa y preciosa poética de cantabile efecto. Las alternantes modulaciones tonales que se suceden en este movimiento sirvieron para que todos fueran predisponiendo emocionalmente el rondó a la polonesa en el que culmina la obra. El director supo en todo momento compensar los distintos caracteres dinámicos que se sucedían; desde la dulzura inicial al creciente pulso que imprimió a la cuerda en el polaco episodio en el que los solistas de cuerda elevaron su prestación rítmica superando algunos giros difíciles.

Josep Vicent impulsó el final del movimiento con vertiginosa expresividad, que favorecía la percepción de la genial inspiración del compositor, manteniendo así la conclusión de la obra en una muy brillante afirmación orquestal, que demostraba la cohesión alcanzada por ADDA-Simfònica en este exigente repertorio. Una delicada versión para trío de la Danza de la moza donosa, Op. 2-2 para piano solo del compositor argentino Alberto Ginastera adaptada por Juan Pérez Floristán fue ofrecida como bis dejando en el público una sensación romántica de máxima complacencia.

La segunda parte estuvo dedicada a una de las obras esenciales del pensamiento sinfónico de Beethoven; su Tercera Sinfonía en Mi bemol mayor, Op. 55, “Heroica”. Posiblemente, desde un estudio comparado de la obra, Josep Vicent desentrañó los secretos de esta sinfonía como la equilibrada alternancia conseguida de los momentos de euforia y abatimiento que discurren a lo largo del brioso allegro inicial, dejando siempre una sensación de fuerza renovada dentro de la estructura de la forma sonata en la que está escrito. Indicó el pulso adecuado a la orquesta para homogeneizar la diversidad de motivos con los aspectos expresivos, dejando finalmente en la audiencia una sensación de audacia en su exposición.

Esta actitud estética se mantuvo en la Marcha fúnebre subsiguiente, una de las páginas orquestales más características del compositor de Bonn. Jugó con la tonalidad como elemento emocional, destacando con hondura la solemnidad que pretende el compositor al principio del movimiento, terminándolo con una clarificación de sonido que dejaba una sensación consoladora y a la vez estimulante en el oyente desde la cuidada afinación y la graduada adaptación dinámica que en cada compás mostraba su instrumento orquestal.

En el vivaz Scherzo incorporó el poder rítmico de ADDA-Simfònica liderado por su sección percusiva que viene destacando en su esencial función desde que fue fundada esta formación hace seis años. La tensión “scherzante” sirvió para contrastar la majestuosidad y solemnidad del movimiento anterior dando paso a la extraordinaria intervención de la sección de trompas en el trío de cinegético carácter brillantemente expuesto, que me hizo recordar a Berlioz, que pensaba del tema principal de este tiempo como una representación musical del valor de los antiguos guerreros griegos. Con expansiva grandiosidad Josep Vicent dirigió el Allegro molto final, haciendo distinción de cada una de sus variaciones y consiguiendo un excelente equilibrio contrapuntístico en la sustanciosa fuga, que le favoreció para ofrecer una grandiosa dimensión del final de esta obra maestra en proporción equivalente a la excelsa nobleza de su estética.

El maestro agradeció el intenso aplauso del público con una explosión de color instrumental, la contenida en el último movimiento de la Primer Sinfonía en Re, Op. 25 “Clásica” de Sergei Prokófiev con el que se disfrutó una vez más de la alta calidad técnica y rigor artístico de la orquesta alicantina.

José Antonio Cantón

 

Orquesta ADDA-Simfònica de Alicante

Solistas: Trío VibrArt (Miguel Colom (violín), Fernando Arias (violonchelo) y Juan Pérez Floristán (piano))

Director: Josep Vicent

Obras de Ludwig van Beethoven

Sala sinfónica del Auditorio de la Diputación de Alicante (ADDA), 21-IV-2024

215
Anterior Crítica / Áurea, rapsodia para clarinete de Pacho Flores con Juan Ferrer - por Ramón García Balado
Siguiente Crítica / Stephanie Childress, apuesta ganadora - por Juan Carlos Moreno