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Crítica / Entre sones bohemios - por José Antonio Cantón

Alicante - 15/05/2024

El penúltimo concierto de la presente temporada del ciclo sinfónico del Auditorio de la Diputación de Alicante ha sido dedicado a dos autores de la región centro-europea de Bohemia, como fueron Bedřich Smetana y Bohuslav Martinů, con la incursión de una de la obras más retadoras de la que se han escrito para violonchelo y orquesta como es la Sinfonía Concertante, Op.125 de Sergei Prokófiev, servida en la parte solista por una de las jóvenes figuras emergentes con este instrumento en el panorama internacional como es la chelista finlandesa Senja Rummukainen, intérprete dotada de gran temperamento y exquisito sentido musical. Comandando el programa el director checo Tomaš Brauner, uno de los valores consolidados de la dirección musical de su país, conocedor al detalle de las obras de sus compatriotas antes mencionados.

El concierto se inició con el poema sinfónico El Moldava perteneciente al ciclo orquestal de cinco más que lleva por título genérico Mi patria, compuesto entre los años 1874 y 1879 por Smetana como un homenaje musical a Bohemia. Tomaš Brauner de inmediato describió con su batuta el curso del importante río que baña Praga llevando a la orquesta ADDA-Simfònica a imitar sonoramente las ondulaciones del agua corriendo por su cauce con un grado descriptivo realmente admirable, en cuyo efecto tuvieron mucho protagonismo la sección de cuerda y los vientos-madera, generando todos un fluido cromatismo que realzaba la enorme calidad descriptiva de sus compases. La compenetración de director y orquesta quedaba ya garantizada para el resto de una velada que se prometía intensa, compleja y desafiante con la obra de Prokófiev.

Para sumar en esta conjunción se incorporaba la musicalidad y depurada técnica de la indicada violonchelista finesa que surgió con determinación en la presentación del tema del Andante inicial de manera lírica no sin rasgos de cierta melancolía expresiva, que fue mantenida en los motivos subsiguientes a modo de un corto desarrollo que supo mantener como en una indefinida expresión. En el Allegro giusto central, la solista destapó todo su virtuosismo de manera creciente a lo largo de sus tres temas hasta llegar a la coda que significó uno de los momentos más sublimes de su actuación. El diálogo con la orquesta, brillante siempre en todas sus secciones, se mantuvo dentro de un equilibrio de protagonismo que supo mantener el director con fluidez y destreza técnica, hecho que hacía que la obra discurriera con sentido y elegancia expresiva haciendo más asequible la escucha para el espectador, que se veía envuelto en una tensión concertante bien controlada desde el pódium.

El movimiento final discurrió frenético en sus variaciones para llegar a un momento de calma entre la celesta y el violonchelo en una especie de dúo mágico que iba a ser el contrastado desencadenante del trepidante final que Senja Rummukainen acentuó, resaltando los registros altos de su instrumento de manera precisa en afinación y ágil en articulación, características de su manera de tocar que vinieron acumulando energía a lo largo de toda la interpretación de la obra. Los golpes finales de timbal desencadenaron los aplausos del auditorio entregado ante el arte de solista, director y orquesta, que se veían felices y satisfechos ante un trabajo estética y profesionalmente bien realizado en sus ensayos. La chelista, a modo de correspondencia, hizo una apasionada interpretación del Tema y variaciones en Re menor que Jean Sibelius compuso el año 1887, recuperada el año 1995 para el catálogo de este gran compositor finés, que llevó a recordar de alguna manera al esencial Bach que habita en sus monumentales suites para este instrumento.

El concierto enfiló su parte final con la Cuarta Sinfonía de Bohuslav Martinů. El maestro Tomaš Brauner se sentía meridianamente seguro ante los inicios de la obra perfilando el carácter impresionista de la presentación de primer movimiento y el posterior tratamiento metamorfoseado de las distintas ideas que no terminan de concretarse pero a las que el director checo dio sentido en su continuidad, confirmándose su entendimiento del compositor en la orientación dada a la gran coda consecuente. El Allegro vivo sirvió para, una vez más, disfrutar de las excelencias de ADDA-Simfònica, que llevaban al espectador a una incontenible admiración por la expansiva alegría mostrada en todas y cada una de sus secciones instrumentales.

Todo se volvió más inquietante con las indicaciones que el director aplicó al Largo previamente a su clímax, dejando una sensación de ansiedad antes de afrontar la coda de este movimiento. Impuso la melodía destinada a la cuerda que contiene el Poco allegro final para hacer que prevalecieran los motivos más brillantes, destinados por el compositor a una ardorosa conclusión. Con esta sinfonía, Tomaš Brauner dejó constancia de su buena escuela como director, típica de las que han imperado siempre con reconocido éxito en el centro del viejo continente con influencia austro-germana. El concierto terminó con una muy rítmica y dinámica danza de Antonín Dvořák haciendo honor al título de “Bohemia” que tenía este concierto.

José Antonio Cantón

 

ADDA-Simfònica Alicante

Solista: Senja Rummukainen (violonchelo)

Director: Tomaš Brauner

Obras de Bohuslav Martinů, Sergei Prokófiev y Bedřich Smetana

Auditorio de la Diputación de Alicante (ADDA). 4 de mayo de 2024

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