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Crítica / El orden de factores - por Luis Mazorra Incera

Madrid - 23/02/2022

No es habitual comenzar un programa de concierto con una sinfonía romántica de gran porte y segunda mitad de siglo XIX. Y les aseguro, por contra de lo que podría pensarse a priori, que, de vez en cuando, es muy saludable.

Sin "teloneros", con otro orden de factores diverso al habitual, pues, la Tercera sinfonía de Brahms dirigida por Josep Caballé Domenech al frente de la Orquesta Sinfónica de Radio Televisión Española, se presentó con una singularidad, atención y frescura interna que, quizás, en otros momentos postreros de programa se hubiera disuelto o, más bien, resuelto de manera pragmática y disoluta.

Un esquema de concierto, el tradicional que lleva estas corpulentas sinfonías a su tramo de florido espectáculo y aplauso finales, que no siempre sienta tan bien a sus propios ingredientes e interesados.

El orden de factores, definitivamente, altera el producto.

Pues bien, la propuesta de esta célebre sinfonía brahmsiana como, a la sazón, entrante y plato fuerte del menú, supuso un más atento disfrute de sus obvios manjares.

Un podio dedicado a una gustosa flexibilidad rítmica y de fraseo, y una fluida continuidad sinfónica entre los diversas secciones y grupos instrumentales, sobre todo en un algo "sostenuto alla Brahms" y especialmente logrado Andante. Segundo movimiento a menudo ensombrecido por la popularidad del sucesivo Poco allegretto (hoy, por cierto, con el "poco" de su indicación original, también un poco… "entre paréntesis…").

Tras un merecido descanso, Toxiuh Molpilia de Enric Palomar irrumpió con fuerza casi fílmica. Una fanfarria inicial que dio paso a momentos bartokianos por orquestación y carácter... El inquieto arranque de una obra dinámica y vibrante, con multitud de detalles de una muy variada orquestación, y unos breves solos (de cuerda y ensoñador corno inglés...) de natural más íntimo y tempraneros para una forma de este porte y condición. Una poderosa orquestación con "madera a tres" que pronto llevaría aquellas proporciones y agitado espiritu expresionista de base, a un enérgico resultado sonoro de tintes y contrastes stranvinskianos, con final categórico.

Y así llegamos a los lucidos Cuatro interludios sinfónicos de la ópera, o "comedia burguesa", Intermezzo de Richard Strauss. Cuatro piezas, cuatro pseudo-movimientos de una pseudo-sinfonía imaginada del de Múnich, con su primero en cálido espíritu de tanda de valses y salón vienés, bonancible y optimista; su segundo quedo y lírico; su tercer movimiento más frágil y juguetón en grado sumo (scherzante, vaya); y, por fin, su cuarto, también breve, como el anterior, pero espléndido, definitivo y extrovertido, con patente y característica percusión al uso en su técnica de composición.

Todo un despliegue de energía donde aquellas ínfulas previas quedaban conjuradas.

Posdata: Después de haber hecho aquellas alabanzas iniciales a este "nuevo orden..." (orden de programa, no se asusten…), he de decir que también es verdad que, desde el punto de vista gerencial o económico, el público, más veterano, tradicional y dado a rutinas, no es, no fue de facto este viernes de temporada, tan comprensivo con estos, aún si leves, aparentes cambios formales sobre el cartel. Y la sala del Teatro Monumental madrileño presentaba, en consecuencia, una ocupación escasa, ciertamente extraña para un programa mayormente romántico y popular como éste.

Pero esto es otra historia... ¿o es la misma…?

Luis Mazorra Incera

 

Orquesta Sinfónica de Radio Televisión Española / Josep Caballé Domenech.

Obras de Brahms, Palomar y Richard Strauss.

OCRTVE. Teatro Monumental. Madrid.

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