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Crítica / De Novena a Novena - por Luis Mazorra

Madrid - 16/01/2022

Y de Novena, "la" Novena, "la Sinfonía" emblemática, apodada "coral" de Beethoven para terminar año por todo lo alto cumpliendo con una tradición en la que se vuelca esta Orquesta Sinfónica de Madrid, a otra Novena, la Sinfonía "inacabada" pero inabarcable de Anton Bruckner para empezar un recién nacido 2022 en que nos encontramos.

Al frente de este segundo proyecto al que nos referimos aquí, Pablo Heras Casado apostó de principio, y de principio a fin, por una sección de viento prominente (metal especialmente, pero también viento madera).

La sección de cuerda, dimensionada sobre la base de seis contrabajos (en concreto en disposición 14/12/10/8/6) a menudo se vio relegada en los tuttis, en su decisiva aportación de texturas internas y singular enjundia armónica, por la potencia dinámica, densidad y proyeccion de un viento metal (dimensionado según el patrón 9(5+4)/3/3/1) con característica orquesta a tres en la madera (3/3/3/3).

Una proyección que, y esto valga como simple anécdota, unida a una figuración marcadamente articulada pareció provocar incluso, la impresión de algún leve eco desde la posición (privilegiada, por otro lado) en el primer anfiteatro donde nos encontrábamos, tanto en el inicio del movimiento como, lógicamente, en la repetición del contundente y característico, archi-copiado por cierto, Scherzo.

Una proporción que, en algún momento, obligaba al propio podio a pedir instintivamente mayores dinámicas en la cuerda, especialmente a los primeros, y que, de cuándo en cuándo, provocó situaciones comprometidas en la continuidad sinfónica (especialmente en el Adagio final), así como leves sombras de densidad acústica sobre una cuerda asolada en tareas incipientes, tras estos viscerales despliegues.

El más lírico, segundo bloque temático del primer movimiento (Solemne, misterioso) fijó ya el patrón interpretativo para el resto de velada, tras un inicio intermitente, en una partitura que desarrolla una autoridad técnica y estética sin parangón, por encima de cualquier otro calificativo o versión, atildada o histórica, a la que podamos acudir. Una autoridad que le lleva a coquetear, victoriosa, con los límites de la tonalidad y su encorsetada normativa armónica.

Una sinfonía que, pese a su fatal condición de inconclusa, es definitiva en su catálogo, dedicada por el propio Bruckner "... dem lieben Gott" ("... al Dios amado").

Luis Mazorra Incera

 

Orquesta Sinfónica de Madrid / Pablo Heras Casado.

Novena sinfonía de Bruckner.

OSM. Auditorio Nacional de Música. Madrid.

Foto: Pablo Heras-Casado / © Fernando Sancho

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