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Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Creciendo y reafirmando compromiso (Festival de Vélez Blanco) - por José Antonio Cantón

Vélez Blanco - 06/08/2021

La vigésima edición del Festival de Música Renacentista y Barroca de Vélez Blanco ha significado un salto cualitativo en la consolidación de este evento cultural, uno de los más relevantes de la provincia de Almería, al mantener e incrementar las líneas de compromiso que marcaron su creación hace dos décadas. Hay que afirmar, por tanto, que ha cuidado la calidad de sus conciertos, celebrados a lo largo de doce jornadas, ha impulsado una marcada orientación formativa con la organización del Seminario Internacional de Historia y el mantenimiento de la Academia de Música Renacentista y Barroca como área de especialización interpretativa, ambas actividades implementadas con un ciclo de conferencias y una exposición de las anteriores ediciones del Festival, lo que ha atraído e incrementado la atención de tratadistas, académicos y alumnos de diversas disciplinas y especialidades, que están dedicados al conocimiento y a la interpretación práctica de los contenidos de estos dos grandes periodos de la historia de la música.

Este comentario se va a orientar a plasmar una sucinta valoración de los conciertos, haciendo referencia en primer lugar al espectáculo escénico-musical protagonizado por la Compañía Claroscvro titulado La increíble historia de Juan Latino, una zarzuela de cámara pasticcio-barroca sobre la vida de Juan de Sessa, poeta y humanista de nuestro Siglo de Oro y primer maestro universitario de color, que lo fue de la Universidad de Granada, y cuyo montaje ha supuesto un verdadero elogio del títere y de la máscara, ideado con verdadero acierto por los titulares de esta compañía, el musicógrafo y creador dramático Francisco de Paula Sánchez, y la actriz canadiense, especialista en teatro de marionetas, Julie Vachon, todo un prodigio de versatilidad interpretativa.

La figura de Juan Sebastián Bach fue la tratada de manera monográfica en el concierto que protagonizó la Orquesta Barroca de Sevilla, formación ya muy consolidada después de sus cinco lustros de existencia. El programa estuvo integrado por los Conciertos de Brandeburgo nums. 3, 4 y 5 y la Suite nº 2, BWV 1067, obras muy bien realizadas estilísticamente por el director y clavecinista de esta formación, Alfonso Sebastián, que destacó al teclado en el quinto, y la intervención sobresaliente de los flautistas Rafael Ruibérriz, David Antich y Alberto Domínguez.

Con el título ‘Farándula Castiza’ se presentó el grupo instrumental y vocal Forma Antiqva, liderado por Aarón Zapico, haciendo un programa integrado por piezas de la música que en el siglo XVII se hacía en la villa y corte de Madrid, hervidero de sainetes, oberturas y tonadillas llenas de una chispa que mantenía el bullicio que conllevaban los espectáculos allí donde se representaban. Llamaron la atención las tres piezas del valenciano Vicente Baset, que se interpretaron en todos sus movimientos, así como el italianizado Fandango y la Sinfonía de Siroe del napolitano Nicola Conforto. También fue muy aplaudido el más conocido Minuetto del Op. 6 de Luigi Boccherini.

Se puede decir que el concierto que causó más expectación fue el de Hespèrion XXI integrado por su fundador, Jordi Savall, con doble viola da gamba, soprano y baja, Xavier Díaz-Latorre con la guitarra barroca y la tiorba, y el singular percusionista Pedro Estevan con sus redobles inconfundibles que vitalizaron las cadencias de los sones del postrero renacimiento y primer barroco que caracterizaban las obras interpretadas. Sobresalieron las cuatro que iniciaban la actuación, pertenecientes al gran teórico toledano Diego Ortiz, dos de carácter marcial del violista escocés Tobías Hume, y otros dos apuntes de Francisco Correa de Arauxo y Antonio Valente, respectivamente. Ante el entusiasmo de público, ofrecieron dos pequeñas composiciones de Marin Marais con exquisita factura.

La otra cita relevante del Festival fue la protagonizada por el conjunto vocal e instrumental La Grande Chapelle liderada por su fundador Albert Recasens, haciendo un repaso por obras que, con una inspiración profana, se compusieron para La Real Capilla de Madrid durante el siglo XVII acompañando textos de contenido sagrado. El concierto tuvo el aliciente del estreno, como recuperación musicológica, de tres obras del maestro de capilla conquense Carlos Patiño. El otro autor destacado fue Juan Hidalgo del que se ofreció una escogida muestra de su catálogo, llamando la atención su tono a 4 Ay, como gime perteneciente a su zarzuela Los celos hacen estrellas que cerraba la actuación. Con otro canto a 4 de manifiesto aire de danza, A este sol peregrino, del manchego Tomás de Torrejón y Velasco, correspondió el maestro Recasens ante el cerrado e insistente aplauso final.

El Festival inició su recta final con otro programa monográfico dedicado, en este caso, a la compositora piamontesa del siglo XVII Isabella Leonarda. El cuarteto vocal Qvinta Essençia y la cantante Roberta Invernizzi, dirigidos por el arpista Manuel Vilas con su instrumento en función de continuo, demostraron con su actuación la nobleza de la música de esta monja de clausura como la que se encuentra recogida en las Litanie della Beata Vergine Maria o en la delicada nana Nive puer, página en la que la soprano ofreció su mejor arte canoro. Para terminar su actuación y como propina cambiaron a los sones del sexto madrigal perteneciente al primer libro que Claudio Monteverdi dedicó en 1587 a esta forma musical titulado Se pur non mi consenti, que supuso una relajante sensación para el oyente.

La antepenúltima jornada fue ocupada por la Orquesta de Cámara de San Petersburgo con una selección de piezas sueltas del periodo medio barroco que tenía una claro resultado fragmentario pensado para el lucimiento más que como coherente idea de programa que, salvo en un Grave de Johann Georg Benda interpretado por el concertino, no terminó de alcanzar el resultado deseado. En este sentido, fue muy distinta la actuación de la Orquesta Ciudad de Almería interpretando junto al coro Aeonium Ensemble el Requiem de Mozart, que el festival ha querido programar como homenaje a las víctimas mortales de la pandemia y en el que verdaderamente se lució Michael Thomas por la seriedad de su lectura y la eficacia de su dirección, sacando el máximo partido de cantantes e instrumentistas. Destacó la sección de cuerda en la interpretación de la versión orquestal del elegíaco tiempo de cuarteto titulado Crisantemi de Giacomo Puccini, que se incluyó por el maestro en último momento a modo de una emocionante obertura.

Con esta programación, el Festival ha hecho honor a su vigésimo aniversario creciendo en calidad y consolidándose en su compromiso fundacional como uno de los referentes culturales de la provincia almeriense y uno de los eventos musicales más singulares de Andalucía en su especialidad.     

José Antonio Cantón

Festival de Música Renacentista y Barroca de Vélez Blanco (Almería)

Foto: El cuarteto vocal Qvinta Essençia y la cantante Roberta Invernizzi, dirigidos por el arpista Manuel Vilas / © Antonio Jiménez Trujillo

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