Música clásica desde 1929

 

Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Ciobanu y Petrenko descifraron todos los enigmas - por José M. Morate Moyano

Valladolid - 12/02/2022

El 4º Programa del Abono Enero-Junio de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León en su sede vallisoletana, sirvió para presentar al pianista rumano Daniel P. Ciobanu (Piatra-Neamt, 1991) que, entre otros, acumula el Concurso Internacional de Marruecos, el UNISA de Pretoria, BNDES de Río de Janeiro y II Premio en el "A. Rubinstein" de Tel Aviv y del Público en 2017, que le han abierto ascendente carrera, tocando con los mejores y en los mejores escenarios; y para el retorno de Vasily Petrenko (S. Petersburgo, 1976), en su 13ª visita, tras su reciente nombramiento como Director musical de la Royal Philarmonic Orchestra, Artístico en la Sinfónica Académica Estatal de Rusia y Titular en la Joven de la Unión Europea, además de Laureado en la Filarmónica de Liverpool donde ha permanecido 15 años y 7 en la de Oslo.

El menú consistía en sándwich inglés con tapas de Britten y Elgar (Cuatro Interludios marinos y Variaciones Enigma) y relleno de Prokófiev (Concierto para piano y orquesta nº 3 en Do M., op. 26), y tanto la preparación y elaboración como el servicio y degustación resultaron ser de primerísima calidad, proporcionando al auditorio un banquete musical excelente.

Los Interludios (1945) de Britten pertenecen a su ópera Peter Grimes, previstos para los cambios de escena, pero el autor los trató para que pudieran ser interpretados como piezas independientes en concierto o como Suite completa, tal como la OSCyL la abordó por 3ª vez en sus 30 años de existencia. Petrenko, a sus condiciones innatas para el atril ha añadido el poso de la experiencia acumulada en el trabajo en variados lugares, dotando a sus lecturas de profundidad, unidad y criterio, acordes al ambiente de cada una, servidas con elegancia y precisión de gesto natural, tirando mucho de la cuerda que le responde unida y con esmalte en el sonido, y con metales broncíneos.

En el 1º, Amanecer, (entre el dúo de Peter y Ellen y la madrugada del Acto I, los 3 grupos orquestales que Britten idea, reflejaron en flautas la dureza de la costa de Suffolk en Aldeburgh, con violines agudos en calma; arpa, violas y clarinetes, con sus arpegios, las frías aguas; y el resto, sombríos acordes que retratan el ambiente. Mañana de Domingo (inicio del Acto II) tuvo en las trompas remedo de campanas, que pasan a ser  de torre y esquilas de iglesia después, con pájaros flauta, todo  flexible y controlado en volúmenes, para cerrar con la canción matinal de Ellen en los violines. Luz de luna, entre noche y día, prólogo del Acto III, inquietud tras la muerte del 2º aprendiz de Peter, con ominoso xilófono. Y Tormenta que, en el Acto I, esperan Peter en la playa y el pueblo en la taberna, con su temible juego de rayos y truenos que, tras escampar, deja a Grimes con su canción "Qué puerto alberga la paz ...?", que repite cuando hunde su barco y acaba con la Pasacalle, marcha fúnebre que apuntan los pizzicati graves de contrabajos. Un calambre de emoción movió la Sala que se tradujo en explosivo aplauso, ante la hondura de la versión y la interpretación sentida de todos.

Vino el Concierto nº 3 (1921) de Prokófiev que nos dio al dúo Ciobanu en su piano y Petrenko en su atril concertando plenamente con una OSCyL plena, sirviendo la intención del autor: mantener la orquesta activa en equilibrio con el piano, dándole la vitalidad con que la escribió en el verano de Bretaña, sobre una variación pensada  en 1913, que dejó abandonada hasta ese momento de inspiración. El clarinete abre con una lírica melodía en Andante,  que desarrolla la orquesta creciente en Allegro preparando la rítmica y brillante entrada del piano y su diálogo expansivo en Andante con la orquesta, rec

uperar el tema I y cerrar en Allegro virtuoso y emotivo; curiosa utilización de las castañuelas percutidas en la base rítmica. Sigue en Mi m. un Tema con 5 variaciones muy ingenioso, que presentan flautas y clarinetes como saltarina Gavota y cuyas variaciones permiten al piano lucir su zona aguda con un largo trino, a la orquesta un galop que el piano anima, toque jazzístico sincopado, diálogo meditativo sobre el tema y allegro de solista y conjunto, que modula al tema y lleva a la coda final que el piano cierra por sorpresa con un acorde grave de Mi m.

El Allegro ma non troppo es, según el autor, una "discusión" donde el piano tiene exigente escritura en ornamentaciones y arpegios de notas agrupadas de alta dificultad y la orquesta atrevidas respuestas donde han de brillar fagotes, cuerdas, maderas y el tutti que despide con un fortísimo Do dramático. Todo en esta 3ª vez fue perfecto, con un Ciobanu de mecanismo infalible y una enorme y personal musicalidad, que le permite matizar cada nota y frase con variedad de color; y un  Maestro atento a todo que obtuvo una respuesta unida y equilibrada en sonido en todo momento. Ciobanu, aclamado, regaló una exhibición jazzística que acabó de impresionar al público. Feliz presentación que justifica su ascenso actual.

Y tapa de cierre, Variaciones "Enigma", op. 36 (1898-99) de Elgar. 8ª vez para la OSCyL y 2ª con Vasily doce años después. La comentada madurez del Maestro y su estancia prolongada en Inglaterra, le han conferido una total solvencia, con manejo extraordinario de la agógica, del fraseo, dinámica y expresividad, anticipando siempre a cada familia orquestal que se entrega en tiempo y forma, facilidad en los cambios de compás y esa elegancia que no crispa y sí conduce por donde se debe. Así las cosas, las 14 variaciones y su tema (qué favor nos hizo la esposa Alice recomendándoselo tras oirlo en una improvisación casera al piano y cuánto humor y deslumbrante imaginación para orquestarlas), transcurrieron distintas, interesantes y leves, con multitud de detalles musicales que atesoran y que nos fueron presentados sin mácula y con acierto, tanto en solistas fagot, oboe, timbal (incluso con los dedos sobre el parche simulan traqueteo del barco), trompa, trompeta, cello, clarinete, como en los tutti, en fantástica versión que hizo las delicias de los oyentes, en un banquete musical que resolvió fácil todos los enigmas.

José M. Morate Moyano

 

Daniel Ciobanu

Orquesta Sinfónica de Castilla y León / Vasily Petrenko

Obras: B. Britten, S. Prokófiev, E. Elgar

Sala Sinfónica "Jesús López Cobos" del CCMD de Valladolid

461
Anterior Crítica / El magnetismo de Valery Gergiev - por José Antonio Cantón
Siguiente Crítica - Me supo a poco - por Francisco Villalba