La frecuencia con la que visita Christian Zacharias el ciclo madrileño Grandes Intérpretes parece que se ha estabilizado en dos años (con permiso de la pandemia). Lo que le convierte en uno de los pianistas más asiduos al ciclo y, también, en uno de los más apreciados por su público.
Probablemente porque consigue, como pocos, ese complicado equilibrio entre la belleza musical de sus interpretaciones y la simplicidad con la que transmite la misma. Muchas veces porque “encuentra oro” en un repertorio poco visitado y/o no especialmente complejo.
En esta ocasión ocurrió con las 2 sonatas de Haydn que eligió (las Hob. XVI num. 21 y 39), como en otros años lo había logrado rescatando obras de Scarlatti, el padre Soler o de C.P Bach. Todas ellas pensadas para instrumentos menos evolucionados que el piano moderno, pero que nuestro intérprete reelabora de una manera singularmente fiel al original. Zacharias se enfrenta al piano de Haydn con una variedad dinámica que ayuda a poner en valor dicho catálogo (tan escasamente visitado en nuestras salas de concierto). Un acierto.
Como también lo fue su versión de la Suite Francesa num. 2 de Bach. Igualmente, una obra formalmente simple, pero que nuestro pianista interpreta con especial delicadeza y concentración. Cerró el programa la formidable Sonata D.894 de Schubert. Donde Zacharias vuelve a impresionarnos con una lectura analítica, pausada y sin un ápice de exageración (especialmente, en el singular primer movimiento).
Nuevamente simplicidad y belleza tímbrica, en una ejecución que ha sabido evolucionar desde su grabación en EMI, en los 90.
Aunque el concierto se celebró en domingo tarde, no faltaron los incondicionales al ciclo que, ya veremos, si a su vuelta del verano (Leonskaja, el 5 de octubre) podrán ser más numerosos, porque la pandemia permite aumentar los aforos. Ganas no faltan…
Juan Berberana
Christian Zacharias, piano. Obras de Haydn, Bach y Schubert
Ciclo Grandes Intérpretes (Fundación Scherzo)
Auditorio Nacional, Madrid
Foto © Constance Zacharias