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Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica - Bienvenida, Ms Hallenberg (CNDM)

Madrid - 04/06/2019

La Orquesta Barroca de la Universidad de Salamanca volvió a deleitar nuestros oídos casi exactamente un año después de su ejemplar concierto en el exitoso Ciclo Universo Barroco del CNDM en la Sala de Cámara del Auditorio Nacional. Esta vez, comandados por su alma mater Pedro Gandía Martín, estuvieron acompañados por una de las más destacadas mezzosopranos del panorama mundial actual, Ann Hallenberg.

El programa que se nos ofreció se enmarca dentro del ciclo transversal titulado #Nebra 2.5.0, consistente en 17 conciertos en 8 ciudades distintas homenajeando al nunca bien ponderado José de Nebra cuando se cumple el 250 aniversario de su muerte. Pues bien, de Nebra escuchamos tan solo tres de sus más conocidas arias de dos de sus óperas y zarzuelas, Amor aumenta el valor y Viento es la dicha de amor, completándose la velada con obras de Haendel, Scarlatti y Geminiani.

Ann Hallenberg, la gran mezzopsoprano sueca, presente en los mejores teatros de ópera, salas de concierto y festivales del mundo, se enfrentaba por primera vez al repertorio español de José de Nebra, como bien informó Pedro Gandía al finalizar el concierto, circunstancia que no pasó desapercibida en su interpretación de la maravillosa aria ¡Ay, amor! de la ópera Amor aumenta el valor, en donde mostró una facilidad pasmosa para acometer el registro tan agudo de la pieza para una mezzosoprano, aunque echamos en falta la expresividad mediterránea necesaria para acometer este precioso lamento, así como la inteligibilidad del texto castellano y su fraseo apropiado. Algo parecido ocurrió en Tórtola que carece, de la zarzuela Viento es dicha de amor y en Más fácil será el viento, de Amor aumenta el valor, arias bien distintas, la primera lírica y la otra de bravura, que no encontraron la excelencia que se presupone a Hallenberg, evidenciando una falta de comprensión del texto, a lo que no ayudó el excesivo volumen de la orquesta acompañando a la solista, aunque también hay que señalar el esfuerzo que supone para la cantante la orquestación de Nebra, ya que la orquesta prácticamente siempre dobla o armoniza la melodía de la voz.

Radicalmente opuesta fue la interpretación de las dos formidables arias haendelianas de la segunda parte, especialmente en la celebérrima Scherza infida, de la ópera Ariodante, lo mejor del concierto, aria que permitió el lucimiento en todo su esplendor de las virtudes de Hallenberg: fiato magnífico, fraseo delicioso, extrema sensibilidad y expresión, dominio del registro agudo y grave, así como una perfecta dicción del italiano; los pianos y pianissimos del aria nos pusieron la carne de gallina. Terminó el concierto con Se bramate, de la ópera Serse, en donde Hallenberg exaltó a la audiencia con las espectaculares coloraturas del compositor de Halle.

Tenemos la suerte de contar en España con la formidable Orquesta Barroca de la Universidad de Salamanca, verdadera institución pedagógica del historicismo musical, a la par que deslumbrante conjunto instrumental. La orquesta comenzó el concierto interpretando dos allegros, en Re Mayor y en Re Menor, de dos sonatas para teclado de Domenico Scarlatti, transcritas para cuerda por Wim ten Have, colaborador durante muchos años del proyecto pedagógico de la Universidad de Salamanca y a quien Pedro Gandía dedicó el concierto. Estos dos movimientos de una enorme belleza melódica puramente italiana, nos recordaron, tal como fueron arreglados por ten Have, a los Concerti grossi de Corelli, tanto en orquestación como en distribución orquestal. La exposición de la sonata se arregla a modo de introducción del tutti orquestal -en donde la orquesta mostró una de sus grandes virtudes: la perfecta conjunción de la sección de violines- y los siguientes desarrollos son orquestados para instrumentos solistas, dos violines, viola y violonchelo.

La orquesta, de considerables dimensiones en la cuerda para la sala de cámara, 5-5-4-2-1, mostró en todo momento una sensación de absoluto equipo. Los tuttis fueron siempre de una conjunción fantástica, pero es que además cada una de las secciones funcionó como una única mente pensante. Los violines, tanto primeros como segundos, poseen un bellísimo sonido, de gran pulcritud y afinación, con detalles tan asombrosos como la exactitud de los pizzicatos o la igualdad absoluta en los trinos. Las violas sonaron con una rotundidad y precisión que raramente se escucha. Los violonchelos trabajaron asimismo siempre en la misma dirección, con un fraseo envidiable. La contrabajista, Amaia Blanco, ofreció la profundidad justa en los graves. Fueron muy respetuosos con la solista y mantuvieron con ella un magnífico diálogo. Debemos destacar la soberbia labor realizada en Scherza infida, de Haendel, por la belleza de sonido conseguida, además de los sobrecogedores pianos que respondían y acompañaban a la mezzosoprano.

 A todas estas virtudes del conjunto hay que añadir, además, el formidable desempeño de los músicos a nivel individual. Así, Pedro Gandía, verdadero motor de la orquesta, marcó cada entrada de un modo vital y expresivo, a la vez que mantuvo siempre una sensación de tempo preciso y estable. Sus intervenciones solistas fueron pulcras y virtuosas.

Tener a Kepa Arteche como primer violín de segundos es un verdadero lujo, dando una verdadera lección de profesionalidad en todo momento. Ana Montoro a la viola posee un sonido rotundo y de gran profundidad, que permiten distinguir precisamente sus intervenciones. Ruth Verona posee una musicalidad tan magnética que hipnotiza al espectador, a la vez que nos deleita siempre con su bellísimo sonido y virtuosismo.

Tuvimos la suerte de poder disfrutar con los dos intérpretes más destacados del Traverso de nuestro país, Guillermo Peñalver y Laura Quesada. Cada intervención suya fue una auténtica delicatesen. Si ya individualmente son dos formidables músicos, aunaron una conjunción excepcional, como en el aria de Nebra ¡Ay, amor!, consiguiendo una dulzura impactante y un diálogo entre ellos tan sutil como delicioso.

Marta Calvo aportó ese color carnoso que tanto nos gusta al bajo continuo, además de ofrecer una más que reseñable interpretación de la parte de fagot obligado en Scherza infida, de Haendel.

La labor de Alfonso Sebastián al clave y al órgano es siempre de una encomiable dedicación y musicalidad. Fue una lástima que no se incluyeron prácticamente recitativos en el programa, donde se hubiera podido lucir.

Simón Andueza

Orquesta Barroca de la Universidad de Salamanca. Ann Hallenberg, mezzosoprano. Pedro Gandía Martín, concertino y dirección.
Obras de José de Nebra, George Frideric Haendel, Domenico Scarlatti y Francesco Geminiani.
Ciclo Universo Barroco del CNDM, Sala de Cámara del Auditorio Nacional de Música, Madrid. 3 de junio de 2019, 19:30 h.

Foto: Ann Hallenberg, mezzosoprano / ©  Örjan Jakobsson

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