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Crítica - Beethoven… ¡Emperador!

Madrid - 05/11/2018

Hay programas de concierto en los que una de las obras y sus solistas respectivos, han dejado tal impresión que ya es difícil superar esta huella, cualesquiera que sean sus partenaires antes o después en programa. Fue el caso del programa que presentó la Orquesta Clásica Santa Cecilia bajo la dirección de Kynan Johns en el ciclo Excelentia. Un programa que ostentaba obras sinfónicas lucidas de los Richard Strauss o Serguei Rachmaninov, pero que, sin embargo, se vieron ensombrecidos de buenas a primeras por una versión magnífica, vital y, también, respetuosa -adjetivos que a menudo no van juntos- del, transitado donde los haya pero que hoy parecía de estreno en Madrid: Quinto concierto para piano y orquesta de Beethoven, tildado, más para bien que para mal, como: Concierto «Emperador».

Y así, se encumbró nuevamente, en primer lugar, a su autor, que curiosamente no lo estrenara en su día -el único de sus Conciertos para piano que no lo hiciera-, y, lógicamente, a su excepcional intérprete esta noche. Un solista que exhibe entre sus avales el ser ganador, en su día, del Concurso internacional de Leeds: el pianista coreano Sunwook Kim.

Dominio, vitalidad y solidez, en una versión que se desprendiera con naturalidad del minucioso pero abierto y comunicativo desempeño de este solista. Articulación precisa con destacado dinamismo, carácter y un riesgo controlado que, de esta guisa, tuvimos la rara ocasión de parecer participar si no de un estreno, sí de una inesperada resurrección o, al menos, de un rejuvenecimiento.

Porque esta obra, que marcó un antes y un después en su género -el Concierto «Emperador»-, quizás por el maltrato a que se la somete en todo tipo de circunstancias, quizás por su carácter pionero en materia de virtuosismo y la trabajada continuidad y diálogo entre masa orquestal y piano no parece ayudar a destacar la brillantez técnica lograda por autores y obras posteriores. Pero quizás también por afrontar su insistente ánimo entre entusiasta y belicoso, con la entereza de un re-estreno y la humildad del respeto a la letra pero, sobre todo, a su espíritu, conformara una estampa sobresaliente, arrastrando así a podio y atriles que redoblaron sus afanes para perfilar una versión en verdad excelente -como reza el titular de este ciclo-.

Un apacible e imperturbable Impromptu en sol bemol mayor de Franz Schubert fue la propina elegida por el pianista Sunwook Kim para responder a los aplausos. El andante despejado de este sereno despliegue melódico, pese a alguna turbulencia en el bajo, calmó todas aquellas furias- y  complementó aquella visión beethoveniana previa, con la generosidad melódica y sutileza tonal modulante de la que hace gala este compositor vienés que, por su corta vida, puede considerarse, pese a los veintisiete años de diferencia, coetáneo del de Bonn -le sobrevivió poco más de año y medio-.

Escuchamos antes el arrebatado, lírico también por momentos, poema sinfónico Don Juan de Richard Strauss y después, nada menos que la ambiciosa Segunda sinfonía de Serguei Rachmaninov. Dos obras de diverso calado en lo estético y en su dispar duración, pero con la común potestad de su vistoso aparato orquestal. Una orquestación que se complace con elencos cuanto más generosos, aquí resueltas con eficacia, tacto y equilibrio entre forma e instrumentación.

Un «Emperador» en profundidad cortejado en ambos flancos por el brillante aparato orquestal, armonías alteradas y formas menos heterodoxas de lo que uno pudiera esperar y desear, lucimiento para las maneras e inteligencia en la gestión de los medios puestos en liza, de su director: Kynan Johns.

Luis Mazorra Incera    

Sunwook Kim, piano.  Orquesta Clásica Santa Cecilia / Kynan Johns.
Obras de Beethove,n Rachmaninov, Schubert y Richard Strauss.
Excelentia. Auditorio Nacional de Música. Madrid.

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