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Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Critica - Ars Melancholiae (FeMÀS I) - por Carlos Tarín

Sevilla - 25/03/2021

Tras la comentada inauguración del redivivo FeMÀS, tocaba el turno al primero de los muchos conciertos protagonizados por músicos españoles, y muy especialmente de la valiosa cantera de músicos “antiguos” de Sevilla, caso de Javier Núñez. Junto con la violinista Lina Tur Bonet, nos ofrecían un programa dedicado a los Bach, el padre y los hijos Carl Philipp Emanuel y Johann Christoph Friedrich, mostrando los abismos generacionales entre el patriarca como último (y mayor) bastión del barroco, y unos hijos, paladines del clasicismo. Tur prefirió un arco incisivo, seco, desnudo para la música del padre, mientras que requirió de otro clásico para realzar las melodías más amables y transparentes de los hijos. Dos escenarios diferentes, del que nos quedamos especialmente con el del violinismo barroco, sin demérito del de los hijos. Para ambos necesitaron el clave virtuosista de Núñez, que rara vez se limitó a acompañar, sino más bien ejerció de activo exultante, convirtiendo la actuación en un dúo de solistas.

La Orquesta Barroca de Sevilla nos hacía su propuesta para este Femás, que por cierto eran los únicos que repetían dos días con aforo prácticamente lleno, en esta ocasión con el gran fagotista Sergio Azzolini, quien tiene grabados la integral de los conciertos de Vivaldi para este instrumento, que no son pocos, ya que después del violín fue el fagot el instrumento al que ‘Il prete rosso’ dedicó más conciertos. El febril solista se organizó en una creciente presencia, ya que el programa sólo le dio como respiro una Sonata à cinque para cuerdas solas de Albinoni. El virtuoso Azzolini fue reviviendo cada uno de los cuatro conciertos vivaldianos presentados, y hasta pudo ofrecernos el más desconocido de Giovanni Benedetto Platti para fagot y cuerdas. Finalizó con el famoso concertó titulado La Notte (el RV 104a) para el que había guardado fuerzas incluso para sobresalir sobre tutti orquestal. Y aunque dirigió también, pero no menoscabamos el papel de solista y codirector del enérgico Andoni Mercero.

Dos jóvenes de treinta y muchos años nos han sobrecogido en esta edición: Nicolas Altstaedt y Sergei Malov. Este último ya nos dejó sin palabras con tres suites de Bach para violonchelo da spalla en el Femás de hace dos años; Altstaedt volvía a conseguirlo por enfrentarse a solas y de un tirón ahora con las seis suites completas. Las dos primeras pareció entenderlas como obras galantes, de grácil estilización, de ecos encantadores de unas idílicas danzas; sin embargo, el hasta ahora delicado arco decidió ahondar en las cuerdas para extraerles la profundidad de una música capaz de conmover, de llevarnos a la reflexión, incluso cuando los jóvenes dedos corrían por las escalas y los arpegios, que siempre encontraban un momento para el reposo. Para la 6ª suite sacó un chelo de cinco cuerdas, algo destemplado en las cuerdas agudas, que no tenía nada que ver con el ‘pequeño’ y equilibradísimo Guadagnini que había usado hasta el momento (construido sólo 30 años después de la escritura de las obras, y con 70 centímetros de caja, frente a los habituales de 74). Tiempos de intensidad expresiva, momentos de introspección.

La Accademia del Piaccere que dirige Fahmi Alqhai desde una viola soprano nos ofrecía un programa acorde con los tiempos que vivimos y con el resto de la programación, basado en el Ars Melancholiae de John Dowland. El compositor inglés vino a sublimar musicalmente un sentimiento nacional, fruto de distintas circunstancias sociales, políticas y religiosas de la Inglaterra isabelina. Y junto a ello, dos instrumentos que identifican esta inquietud: la viola da gamba y el laúd. Precisamente Dowland era laudista, pero quiso plasmar este abatimiento teniendo las gambas como protagonistas, a la vez que contando en el laúd con una compresión de dichas voces, tanto en acompañamientos como a solo.

Aquí la labor del sevillano Miguel Rincón fue, una vez más, providencial, articulando el movimiento de las distintas melodías con la misma independencia que le oíamos a cada una de las violas. Savall destacaba recientemente “el carácter íntimo, mágico y melancólico de la viola da gamba”, así que la adecuación al programa no podía ser más apropiada, acentuada por la búsqueda de sonidos centrales, que aportaron al conjunto mayor carnosidad, humanidad y expresión. Este ambiente sólo era roto por las gallardas que solían suceder a las pavanas, para crear el necesario contraste. También destacamos la voz delicada, cálida y atractiva de la soprano búlgara Alena Dantcheva.

Una lesión nos privó de la presencia de Pablo Valetti al frente del Café Zimmermann, y en su lugar tuvimos a su paisano Manfredo Kraemer, ambos habituales de la OBS, así que los conocemos bien. Pero por lo que sea, este último optó por unos tiempos demasiado rápidos, como si quisiera demostrar que está en plena forma, aunque nos pareció que se desvirtuaba mucho nada menos que la mitad de los Brandenburgo que hacían enteros y con una orquesta de hasta 21 músicos. Tampoco el sonido de su violín resultaba tan atractivo como en otras ocasiones.

Por fortuna, Mauro Lopes se ocupó de la otra mitad, y estuvo espléndido tanto con el violín como con la viola (especialmente en el nº 6), así como el chelista Petr Skalka. No olvidamos la labor de la cofundadora del grupo, Céline Frisch, extraordinaria en general y en particular en el muy difícil nº5. Sólo Gabriele Cassone con la trompeta natural en el nº 2 no estuvo como debía, aún a sabiendas de que se trata de una interpretación complicada; pero tantos errores se solventan antes recurriendo a un instrumento de pistones. Hemos de felicitar a los extraordinarios flautistas, oboístas, trompas y resto de la cuerda por el excelente nivel.

Carlos Tarín

FeMÀS 2021

Lina Tur y Javier Núñez y / Sergio Azzolini y Orquesta Barroca de Sevilla / Nicolas Altstaedt / Fahmi Alqhai y Accademia del Piaccere / Manfredo Kraemer y Café Zimmermann.

Obras de diversos autores.

Sala Turina, Sevilla.

Foto: Javier Núñez, junto con la violinista Lina Tur Bonet, nos ofrecían un programa dedicado a los Bach, el padre y los hijos Carl Philipp Emanuel y Johann Christoph Friedrich / © Femás

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