Música clásica desde 1929

 

Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Arrebatador Ravel - por José Antonio Cantón

Alicante - 03/11/2021

Como anticipo del décimo ciclo de conciertos ‘Guitarra X’ que organizará el ADDA a lo largo del primer semestre del próximo año en colaboración con el Máster en Interpretación de Guitarra Clásica de la Universidad de Alicante, se ha programado un concierto de presentación con la destacable actuación de la orquesta ADDA-Simfònica dirigida por su fundador y titular, Josep Vicent, interpretando un programa de muy atractivo contenido.

Ha contando con la participación de tres solistas de comprometida solvencia artística como la reconocida a los guitarristas Pablo Sáinz-Villegas y Fernando Espí, y con la de uno de los bandoneonistas más destacados del panorama internacional como es el peruano Claudio Constantini, gran traductor de la música de Astor Piazzolla, universal compositor platense del que este año se cumple el centenario de su nacimiento, interpretándose su Doble concierto para guitarra y bandoneón, “Homenaje a Lieja”.

Enmarcada la velada con dos obras muy representativas de Maurice Ravel como son La valse y su universal Bolero, el concierto se completaba con una de las obras más conocidas del repertorio clásico español, el Concierto de Aranjuez que estuvo a cargo de Pablo Sáinz-Villegas. El conocimiento que este músico riojano tiene de esta obra le permite hacerla suya desde un planteamiento recreativo muy personal, que deja una sensación en el oyente de un tipo de singularidad al límite del canon, que parecía dispersarse por su manera de tañer, responder y dialogar con la orquesta. Ésta, muy bien controlada por el director, se convertía en guía de la objetividad que contiene la partitura, de manera especial en el aspecto rítmico, entendido como elemento de apoyo en favorecer el color sonoro de su primer movimiento.

El guitarrista se dejó llevar por la lírica orquestal del Adagio, antes de afrontar el momento más destacable de su actuación, la cadencia, en la que manifestó su capacidad de evocativa fantasía. En el allegro final acentuó su aire staccato en las difíciles evoluciones técnicas que plantea Rodrigo, que realizó en un estado de desafiante tensión. Como respuesta a un público entusiasta, recurrió a la siempre muy gratificante Asturias de Isaac Albéniz en una muestra de desinhibición estilística propia de su creatividad de asumida heterodoxia.

La referencial identificación de Claudio Constantini con la música de Piazzolla fue una de las singularidades más destacables que pudieron experimentarse en esta velada. Fernando Espí le siguió con la guitarra consciente del camino trazado por el bandoneón, en un diálogo que era controlado desde la orquesta por el maestro Josep Vicent consciente de la libertad que permite esta música a los solistas, lo que no impidió que el guitarrista mantuviera una depurada objetividad en el contenido de la Introducción de la obra previa a la incorporación del bandoneón, instrumento que marcó una muy elegante estilística en la interpretación de la Milonga enriqueciendo su sentido nostálgico.

El tango final dejaba una sensación en el oyente de libertad expresiva de los tres elementos concertantes que, en su regulación sonora y manifestación rítmica, llevaba al espectador a imaginar la plasticidad de esta danza como resultado de una música muy bien realizada en una cuidada conjunción. El reconocimiento del público se vio recompensado por una preciosa versión de Café 1930 también de Piazzolla, página sustancial del llamado “tango para escuchar” que interpretaron los dos solistas.

Comentario aparte requiere el concepto que tiene el maestro Josep Vicent de la música orquestal de Ravel. Rompiendo con ese inducido carácter nebuloso, se adentró en La Valse con un criterio objetivo en su exposición basado en una métrica ternaria bien definida. Es realmente muy interesante percibir cómo este director utiliza la medida como un añadido elemento regulador dinámico sin que lo parezca, consiguiendo que el control del tempo se convirtiera en un flujo vital del discurso de esta obra hasta conseguir la turbulenta transparencia de su final en un alarde de manejo caleidoscópico, diverso y cambiante de su instrumento orquestal.

La aparente rigidez repetitiva del Bolero hizo suponer un planteamiento distinto del maestro, pero mantuvo el mismo tratamiento, transmitiendo con la vital organicidad de sus gestos toda la progresiva intensidad de esta obra, acentuada por el creciente y arrebatado impulso que imprimía a su discurso. Conocer las capacidades de sus músicos, que sabe al detalle, permite a Josep Vicent arriesgar en sentido y expresividad, llegando a ese punto en el que ADDA-Simfònica se manifiesta en una cautivadora presencia de homogénea y bien estructurada sonoridad, cualidad que la destaca y singulariza  en el panorama orquestal español.

José Antonio Cantón

 

ADDA-Simfònica.

Solistas: Claudio Constantini (bandoneón), Fernando Espí y Pablo Sáinz-Villegas (guitarra).

Director: Josep Vicent.

Obras de Piazzolla, Ravel y Rodrigo.

Auditorio de la Diputación de Alicante (ADDA). 30-X-2021.

943
Anterior Crítica / Distendido Bruckner de Alan Gilbert en ADDA - por José Antonio Cantón
Siguiente Crítica / Un Brahms de menos a más - por Juan Carlos Moreno