Música clásica desde 1929

 

Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Aquiles en Esciros, una curiosidad interesante - por Francisco Villalba

Madrid - 20/02/2023

Francesco Corselli, originalmente Courcelle, ya que era hijo del maestro de baile francés de Isabel de Farnesio, esposa de Felipe V de España, fue en 1727 nombrado sucesor de Giacomelli como Maestro de Capilla de la iglesia de Santa María della Stecca de Parma y desde 1733 Maestro de Capilla del Duque de Parma. Sus dos primeras óperas, Venere placata (1731) y Nino (1732) fueron estrenadas en Venecia.

En esta época también compuso un oratorio estrenado en Parma en 1733. El año siguiente se trasladó a España siguiendo a Isabel de Farnesio, siendo nombrado maestro de la Capilla Real en Madrid y en 1737 coadjutor. Desde el mismo año fue también nombrado profesor de música de los hijos del rey.

De 1738 a 1778 siguió desempeñando el cargo de Maestro titular de la Capilla Real y rector de la escuela del coro. Durante toda su vida en España tuvo una estrecha relación con el famoso castrato Farinelli. En esta época compuso mucha música religiosa. De 1735 a 1748 compuso seis óperas (o posiblemente 7) representadas con todo tipo de medios y de forma esplendorosa.

Sus dos últimas colaboraciones con otros compositores italianos residentes en Madrid fueron estrenadas en 1750. Se dice que era un hombre muy apuesto y afable, con un gran encanto lo que le permitió servir a otros monarcas, españoles y a sus respectivas consortes. A estas virtudes se añadía que poseía una excelente voz de tenor y tocaba espléndidamente el violín y el clave.

Sus obras tienen mucho en común con las de Leonardo Leo (1694-1744), Francesco Durante (1684-1755), Antonio Lotti (1667-1740), Baldassare Galuppi (1706- 1785) y Giovanni Battista Pergolesi (1710-1736). Muchas de las partituras de  dichas obras se perdieron junto a las de otros 19 compositores italianos en el incendio que destruyó el Alcázar de Madrid en 1734.

Se han conservado, además de las dos óperas para Venecia, Venere Placata (1731) y Nino (1732), La Cautela en la amistad y el robo de las Sabinas (1735), Alessandro nelle Indie (1738), Farnace (1739), Achille in Sciro (1744), La clemenza di Tito ( 1747), Il Polifemo (1 Acto) (1748) y, de dudosa atribución, Rómulo (1739).

Achille fue compuesta con fines didácticos para celebrar las bodas de la infanta María Teresa Rafaela, hija de Felipe V, con el delfín Luis de Francia, hijo de Luis XV. Antes el compositor había celebrado con otras dos óperas las bodas de dos miembros de la familia real, Alessandro nell’Indie (1738) para la del futuro Carlos III con María Amalia de Sajonia, y Farnace (1739) para la de Felipe, cuarto hijo de Felipe V, y Luisa Isabel de Fracia, hija de Luis XV.

Achille in Schiro se vale de un texto de Pietro Metastasio ya usado por Antonio Caldara en 1736 en Viena y en 1737, para la Inauguración del Teatro San Carlo de Nápoles, por Domenico Sarro.

El libreto de la ópera narra la historia que no aparece en la Ilíada, pero sí en un poema romano denominado la Aquileida de Estacio, en la que Tetis, madre de Aquiles, ante el temor que le produce la profecía de que su hijo perecerá durante la guerra de Troya, decide esconderlo disfrazado de mujer en el gineceo del palacio y con el supuesto nombre de Pirra, la Pelirroja,  en la corte de Licomedes, rey de Esciro; allí se prenda de la hija de Licomedes, Dedidamia, y durante un festival exclusivamente femenino dedicado a Baco, la viola y engendra un hijo.

Mientras, otro oráculo anuncia a Ulises que si Aquiles no se une a los aqueos en la guerra de Troya, la guerra se perderá. Ulises entonces se desplaza a Esciros dispuesto a desenmascarar al héroe travestido. Para ello obsequia con unas joyas a las hijas del rey pero entre ellas introduce un escudo y una lanza que es lo que atrae la atención de Aquiles y así se descubre. Finalmente Aquiles parte para Troya dejando a Deidamia desconsolada.

El tema fue muy popular y del siglo XVII al XIX, fue objeto de unas 30 óperas.

El Teatro Real, cumpliendo con el muy respetable objetivo de resucitar obras unidas al acervo cultural madrileño, ha decidido subir a su escenario un proyecto pospuesto a causa de la pandemia. Se trata de una coproducción con el Teatro an der Wien y cuenta con la dirección de escena de Marianne Clement, que se ha limitado a seguir la historia de una manera casi literal, pero sin añadir una pizca de ingenio a la misma, todo ello en un decorado de Julia Hansen grotesco de estalagmitas de lo más obsoleto y un vestuario aceptable de la misma Hansen, con la ocurrencia de vestir a Ulises, a Nearco y, al finalizar, a Aquiles con atuendos escoceses. Caprichosa la presencia de la infanta María Teresa Rafaela, cuya boda celebra la ópera, como testigo silencioso de toda la representación que concluye con un cuadro viviente de la familia de Felipe V y el delfín de Francia, mientras el coro canta su gloria.

La dirección musical corrió a cargo de Ivor Bolton, un experto en el repertorio barroco, que logró unos muy buenos resultados de la Orquesta Barroca de Sevilla y los Coros del Teatro Real; además procuró en todo momento ayudar a los cantantes durante sus intervenciones. Quizá eché de menos un poco más de brío en algunos momentos, pero el resto fue más que digno.

La compañía vocal fue discreta, sin grandes relumbrones, destacando la soprano Francesca Aspromonte como Deidamia, aunque hubiese deseado  una mayor facilidad en las agilidades, y sobre todos, Sabina Puértolas como Teagene, que muestra un verdadero dominio de la voz en este repertorio.

El resto fue correcto. Pero tengo que mencionar aparte la actuación del contratenor sevillano Gabriel Diaz en el papel protagonista, sustituyendo a un indispuesto Franco Fagioli, que hizo gala de una entrega sin reservas y que compensó algún agudo un tanto destemplado con una magnífica interpretación del personaje a niveles vocales y dramáticos. Sin él no hubiese sido posible la representación. De manera que a esperarle en otras actuaciones menos precipitadas.

Francisco Villalba

 

AQUILES EN ESCIROS, de Francesco Corselli

Mirco Palazzi, Tim Mead, Francesca Aspromonte, Sabina Puértolas, Gabriel Díaz, Krystian Adam, Juan Sancho

Orquesta Barroca de Sevilla, Coro Titular del Teatro Real

Director musical y clavecinista, Ivor Bolton

Directora de Escena, Mariame Clément

Teatro Real, Madrid

 

Foto: El bajo Mirco Palazzi y contratenor Gabriel Díaz en Aquiles en Esciros, representada en el Teatro Real / © Javier del Real | Teatro Real

302
Anterior Crítica / Gracias, Quiroga - por Juan Gómez Espinosa
Siguiente Crítica / El órgano-orquesta - por Luis Mazorra Incera