La Sala de Cámara del Auditorio Nacional de Música de Madrid volvió a sus grandes veladas y llenazos para inaugurar un tanto tardíamente, en la segunda quincena de octubre, uno de sus ciclos estrella, el que hace ya unos cuantos años se denominara bajo el nombre de Universo Barroco, que ha convertido al mundo de la música anterior a 1750 y a los conjuntos históricamente informados en uno de los pilares básicos de su programación, que ha sabido que el público madrileño considere esta música y a sus intérpretes en unos de sus más queridos referentes.
Debemos comenzar por el detalle que Fahmi Alqhai pronunció en sus palabras de agradecimiento al CNDM, a la Sala de Cámara del Auditorio Nacional, literalmente dijo: “es un lujo poder hacer música italiana en nuestra tierra”. Y no son palabras menores, comprensibles sobremanera cuando Accademia del Piacere es en esta ocasión el grupo residente de la temporada 23/24 del Centro Nacional de Difusión Nacional, presuponiendo que a un grupo como éste en esta temporada se le habrá dado carta blanca para realizar alguno de los numerosos programas, ya que en numerosas circunstancias los grupos españoles echaban en falta poder realizar repertorios no españoles en sus ciclos.
Sea como fuere, Fahmi Alqhai preparó un delicioso programa centrado en alguna de las mujeres compositoras más queridas por el repertorio del siglo XVII, Barbara Strozzi, magníficamente representada por alguna de sus más bellas composiciones, y bellamente acompañada de un fastuoso ramillete de autores de su misma época y país, la fascinante Italia del seicento.
La velada comenzó por una Passacaglia instrumental de Biagio Marini, adaptada a la formación de Consort de violas da gamba que ya es habitual en los conciertos realizados por Accademia del Piacere. Dos violas da gamba tenor que se comportan como los tiples o violines de cualquier otra formación más habitual, arropados por un colorista bajo continuo, conformado para la ocasión por un violone, un archilaúd y un clave. La Passacaglia sonó afrancesada, como si de un ejercicio de Couperin se tratara, y sonó profunda, en un grupo que va moderando y sosegando su apabullante vitalidad. El solo del archilaúd de Carles Blanch sonó sólido e imaginativo en sus improvisaciones armónicas sobre el caprichoso bajo cromático de esta passacaglia.
Inmediatamente, y con la audacia de continuar en la misma tonalidad que la pieza predecesora comenzó a sonar el bello bajo de lamento descendente de Che si può fare? de Barbara Strozzi, en el que la cristalina, libre y luminosa voz de Núria Rial hizo su aparición. Su dicción exquisita del texto y los recursos ganados con el paso del tiempo hacen que Rial sea la soprano ideal para interpretar este repertorio, apoyándose en las repeticiones de la melodía principal, que a modo de ritornelli iban ideando sus colegas instrumentistas.
Tras la breve improvisación sobre el pasacalle, otra de las composiciones de Strozzi, Parla alli suoi pensieri, sonó colorista por el audaz empleo de diversos orgánicos en el acompañamiento instrumental, unas veces sonando como un verdadero tutti, otras veces acompañando a la voz como su fuera un conjunto de laudes en pizzicato, y otras veces apoyándose en la bella melodía ideada por la compositora para mostrar los caprichos de la voz solista.
Las dos sinfonías de Biagio Marini, así como la Sonata sopra dolente core dieron el descanso necesario a Rial, utilizando la primera como un puro ritornello incidental, la segunda como un vehículo de lucimiento del violagambista primero, para desembocar en un bello ejercicio de conjunto comandado en primera instancia por unos buenos arreglos solistas para el clave y el archilaúd.
El bloque dedicado a Tarquinio Merula constató la fastuosa música de este compositor, primeramente, en la expresiva y dificultosa tarea fenomenalmente bien resuelta como es el recitar cantando de la seconda prattica ideada por la Camerata Fiorentina con Vicenzo Galilei y Giulio Caccini como principales abanderados. Ello no fue obstáculo para que los experimentados recursos de Núria Rial dominaran los cambiantes afectos y la natural prosodia italiana. Merula fue bellísimamente homenajeado en una de sus más inspiradas composiciones, Folle è ben chi si crede, en donde una inspiradísima armonía embriagadora crea una de las más emotivas y cautivadoras melodías del repertorio, férreamente dominada por Rial, que fue repetida por todo el grupo a modo de fastuoso ritornello.
Para terminar este bloque, pudimos deleitarnos con un Merula insospechadamente cromático y moderna, en su Capriccio cromatico, interpretado de un modo audaz, preciso, pero sin falta de rubato, en una interpretación magistral de Javier Núñez en el clave, en donde fueron distinguibles de un modo natural los diversos temas por su intachable articulación.
La noche siguió desgranando alguna de las perlas de Barbara Strozzi, en esta ocasión disfrutamos de su ya legendario L’Eraclito amoroso, en donde el recitar cantando vuelve a tener el protagonismo absoluto, y en donde la etérea y luminosa voz de Rial se desenvuelve con total naturalidad.
De Johan Rosenmüller, autor alemán afincado como maestro de Capilla en San Marco de Venecia por turbios asuntos, pudimos deleitarnos de su Sonata prima a 2 en sol menor, convertida en la interpretación de Accademia del Piacere en otra pieza de consort de violas da gamba con su reflexivo Adagio introductorio, su Fugato o Allegro arrebatador que nos permitió vislumbrar la vitalidad de la Accademia del Piacere en su esplendor, a lo que siguió el lucimiento de las dos violas solistas, de rotundo sonido la de Fahmi Alqhai y con más sutilezas y búsquedas de la belleza sonora por parte de Johanna Rose, al que continuó un fugato canónico de las tres violas da gamba, con el violone de Rahmi Alqhai como tercera, para concluir con un apoteósico Allegro final del tutti.
El homenaje a Barbara Strozzi continuó con dos de sus canciones algo menos conocidas, L’Amante bugliardo, mostrando el virtuosismo vocal de los agudos estribillos, para concluir con la feliz Amor dormiglione, con expresivas y bellas melodías alegremente transmitidas por la luminosidad de Rial.
Previamente pudimos disfrutar de la improvisación que la Accademia del piacere realizó sobre el bajo de la Ciaccona, a modo de Jam Session de todo un experimentado grupo de Jazz, en donde todos los miembros del grupo tuvieron su momento de gloria en sus solos.
La propina que concluyó este primer concierto como grupo residente de Accademia del Piacere fue nada más y nada menos que Si dolce el tormento de Claudio Monteverdi, compositor al que todo buen conocedor de esta época y repertorio reconoció en las deliciosas composiciones de Strozzi, Marini o Rosenmüller, y que una vez más todavía resuena su inolvidable armonía y fastuosa melodía en nuestros corazones.
Simón Andueza
Núria Rial, soprano, Accademia del Piacere, Fahmi Alqhai, viola da gamba y dirección.
Udite amanti. Obras de Obras de Biagio Marini, Barbara Strozzi, Tarquinio Merula, Johann Rosenmüller, con arreglos e improvisaciones de Fahmi Alqhai.
Ciclo ‘Universo Barroco’ del CNDM.
Sala de Cámara del Auditorio Nacional de Música, Madrid. 18 de octubre de 2023, 19:30 h.
Foto © Elvira Megías