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Crítica / A sus 40 años, la JONDE sigue tan lozana - por José M. Morate Moyano

Valladolid - 19/10/2023

Con el resultado de su último Encuentro de formación para la profesión, propiciado desde 1983 por el INAEM, la Joven Orquesta Nacional de España (JONDE) se presentó en Valladolid, con Gordan Nikolic (Serbia, 1968) como Concertino-Director, y la colaboración de BandArt, su Grupo de Cámara que también comanda desde 2006. Avalan su designación para este Encuentro, su condición de Concertino de la Sinfónica de Londres y Profesor, entre otras, de la Guidhall School of Music and Drama y del Royal College of Music, ambos en Londres.

Y a fe que su labor con la JONDE ha sido más que positiva, pues preparar un Programa como el interpretado sin Director expreso, (Gordan ocupó el Concertino  todo el concierto), con los jóvenes músicos en pie, con un repertorio plagado de dificultades tocado sin dudas ni desajustes (ayudado por sus BandArt incrustados en el colectivo en puestos estratégicos), supone un magnífico trabajo anterior, para conseguir un sonido brillante y uniforme y un saber escuchar al colega para lograr una unidad en tiempo y dinámica, digna del mejor conjunto dirigido. El esfuerzo personal de Nikolic fue enorme, destilando música por cada uno de sus poros y una, enorme al público, junto a esa alegría y desparpajo técnico que manan de su juvenil afición y ganas de tocar bien.

Comenzaron con la Obertura de El Príncipe Igor (1869-87), Ópera que Borodin dejó inacabada y que sus amigos del "Grupo de los 5" animaron y ayudaron a completar, especialmente Rimski y Glazunov quien, con la previa partitura a piano que el autor les tocó y algunos bocetos encontrados entre sus papeles, reescribió un poco las fanfarrias iniciales y añadió suyos los compases finales, para dejar la Obertura completa, que contiene temas de la ópera, como el aria de Igor o frases del Trío. En la versión ofrecida se apreciaron ya los valores de la cuerda, como el dúo violines I y violas o el precioso color de los cellos, todos como uno solo. Calurosa acogida del numeroso público.

Vino después esa maravilla compositiva que es la Gran Fuga, op. 133 (1825-26) de Beethoven, tan compleja y avanzada que, escrita como 4º movimiento para su "Cuarteto de cuerdas nº 17", hubo de ser reemplazado por otro más asequible a intérpretes, crítica y público. Sin embargo y dada su calidad, se publicó como pieza aislada y nº de opus correspondiente. Se tocó en el arreglo para orquesta de cuerdas de Félix Weingartner, compositor y Director croata-austríaco (1863-1902), muy respetuoso con el original, añade los contrabajos como ampliación de los cellos y refuerzo del bajo. El tema se expone en 24 compases, tocados con gran delicadeza, recordando algo el movimiento inicial de su Cuarteto, op. 132, para pasar a una dura y disonante fuga, con un 2º tema que irrumpe de modo sorpresivo; sorprenden también esos silencios que separan las distintas secciones y esa recapitulación del tema inicial para un final rápido y brillante.

Nikolic, como gran violinista que es, la entendió muy bien y lució la familia de violas compacta y sonora, contrapuesta al brillo de violines y peso del bajo. El respetable fue ganado por el excelente desempeño del conjunto ante tanta dificultad técnica y expresiva y premió con una gran ovación. Uno recordó la 1ª escucha de la pieza en la ciudad por "Solistes de Catalunya" con X. Güell, en el último de los ""Conciertos Sacros"" en Semana Santa, que tanto prestigiaron al Valladolid de aquellos lejanos años.

La 2ª Parte y tan sólo 13 días después de que la hiciera la OSCyL con Fischer en su Temporada, se ocupó con la Sinfonía Fantástica, op. 14 en Do M. (1839) de Berlioz. La ventaja que tiene la Música es  que dos versiones tan diferentes, puedan tener el mismo nivel de excelencia. Nikolic entiende esos episodios de la vida de un artista en 5 partes, más reposados, como si en vez de reflejar el momento, fuesen una reflexión de lo pasado, sin perder, en ambos casos ni un ápice de ensoñación, ironía, drama o terror en ese desolado amor inapreciado. La JONDE estuvo soberbia en dinámicas, expresividad, intensidad, conjunción y buen sonido, apoyada en la calidad de sus jóvenes.

Pudieron destacar en particular la flexibilidad, fraseo y rubateo exacto en el vals; el dúo corno-oboe (en off) sobre pianísimo de violas, flautas, clarinete, todos con precioso color pastoral; percusiones excelentes en la Marcha, bien sujeta en ritmo y drama por cellos, contrabajos y fagotes, con metales redondos y nobles; y aquelarre final con la JONDE viva y entregada en el fúnebre Dies irae, con Nikolic dándolo todo pegado a sus músicos. El estallido del público final reflejó lo que se había oído, más con el humor añadido en los saludos de todos y cada uno.

Y llegaron los bises: una sentida y muy bien coloreada Pavana de Ravel y, como eclosión final, el vibrante pasodoble taurino Amparito Roca (1925) de Jaume Teixidor, que puso a la Sala en pie (como los músicos) como apoteosis final. Perfecto.

José M. Morate Moyano

 

Joven Orquesta Nacional de España - BandArt / Gordan Nikolic, Concertino-Director

Obras de A. Borodin, L. v. Beethoven y H. Berlioz

Sala sinfónica "Jesús López Cobos" del CCMD de Valladolid

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