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Crítica - ¿Las siete palabras de Haydn por Barbieri? (FeMÀS - Rafael Ruibérriz & La Spagna)

Sevilla - 10/04/2019

Es tiempo de pasión, de cuaresma, de recogimiento… y en el caso del FeMÀS, de sorpresa o de hallazgo, según se mire. Porque hete aquí que un músico sevillano, flautista por más señas, que estudió con Guillermo Peñalver -referente en España de la flauta barroca-, vinculado a la Barroca de Sevilla de Ventura Rico -prócer de la viola da gamba y fundador de la OBS- y a este FeMÀS, en el que Fahmi Alqhai ha sabido ponderar el hallazgo, nos presenta Las siete palabra de Cristo en la Cruz de Haydn con el añadido de una flauta romántica de manos de Francisco A. Barbieri, compuesta seguramente a los 17 años, sin que se sepa por qué la flauta (presupone Ruibérriz que por “algo similar a lo que hizo en su día Gounod con el Ave María sobre el Preludio en do mayor BWV 846 de Bach, lo que hace que no sea descabellado pensar que se tratase de un ejercicio de contrapunto”).

Toma como punto de partida la partitura encontrada en la Biblioteca Nacional por Javier Orellana, que Ruibérriz termina llevando al disco una vez que finalizó la grabación de la integral de Boccherini. Antes, y sin que se tenga constancia de que haya sido estrenada nunca, el flautista sevillano la daría a conocer en el lugar para el que fue compuesta la obra original por Haydn, es decir, en el Oratorio de la Santa Cueva de Cádiz, el 2 de diciembre de 2018, dentro del Festival de Música Española de Cádiz. Añádasele un narrador que enuncie y traduzca cada una de las 7 frases y unos textos propios que reflexionen sobre ellas debidos a José Mateos, búsquese la penumbra en la sala que nos concentre en el momento y unos músicos excelentes que conjunten la música de Haydn con la [intencionalidad] de Barbieri para alcanzar otro momento mágico en el Festival.

Hemos de destacar la labor de todos y cada uno de los miembros del cuarteto de cuerda, porque la sensación de unidad y calidad prima en el conjunto, a lo que seguramente ha contribuido la reciente grabación (habían estado toda la semana en Madrid encerrados en un estudio). La obra cuenta con un hándicap que ya anticipó el propio Haydn: “No es tarea fácil ejecutar siete adagios, unos tras otro y cada uno de diez minutos de duración, sin fatigar a los oyentes”. Y además en penumbra; sin embargo, la intensidad de la interpretación palió cualquier atisbo de aburrimiento, porque en todo momento hubo en los músicos la frescura de una primera vez (y eso que la han tenido que repetir hasta la saciedad en la grabación) y un entusiasmo que parecía que la obra era suya. La amplitud de las dinámicas contribuyó a esto, lo que no resultaba nada haydndiano; pero ya advertían en las notas al programa que sería una versión romántica -más cerca del espíritu que animó al joven Barbieri-; así que el “terremoto” final estuvo más imbuido del Sturm und Drang que del espíritu bonancible de papá Haydn. Y la anécdota “luctuosa”: Ruibérriz contó antes de empezar que, terminada la grabación, la flauta decimonónica que utilizó en ella (fabricada en torno a 1840, fecha de composición del arreglo barbieriano) cayó al suelo y murió, e iba a ser reemplazada en este concierto por una de Boehm, que fue el flautista que sustituyó la de madera como la que se rompió por la metálica que conocemos hoy. Ahí lo tienen, muerte y resurrección hasta el último suspiro.

Carlos Tarín Alcalá

FeMÀS 2019. Rafael Ruibérriz de Torres & La Spagna (Irene Benito, Marta Mayoral, Rosa San Martín y Alejandro Marías)
Las siete palabras de Haydn/Barbieri
Teatro Turina, Sevilla.

Foto © Lolo Vasco y Guillermo García

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