Celebrar mil números de RITMO no es solo alcanzar una cifra redonda: es testimonio de una trayectoria construida con perseverancia, ilusión y un compromiso inalterable con nuestros lectores. Por ello, esta revista ha invitado a varias personalidades culturales y musicales de este país, para que “aprovechando que RITMO llega al número 1000...”, viertan sus confesiones en unas páginas especiales (publicadas en la edición impresa-PDF de Ritmo 1000 de diciembre 2025). Gracias a ellos por este gesto de generosidad. Mejor dicho, 1000 gracias.
Damos la palabra a JOSEP PONS, director musical del Gran Teatre del Liceu
CREO EN EL ARTE COMO UNA VERDAD
por Josep Pons *
Vaya de entrada mi más cordial felicitación a la revista RITMO por esta efeméride tan excepcional. 1000 números significan casi un siglo de testimonio continuado de la vida musical española. ¡Enhorabuena!
Agradezco sobremanera la libertad temática para estas líneas, y precisamente haciendo uso de ella, no voy a utilizar ninguna de las atractivas sugerencias brindadas como posible línea argumental de este artículo. Pienso que tanto por los tiempos actuales como por la ocasión, debo corresponder a la amable invitación, exponiendo, aunque brevemente, aquello que considero que es mi actitud ética frente a la Música y el Arte en general.
Para ello he extraído unos breves párrafos de entre el texto que leí cuando la UAB (Universitat Autònoma de Barcelona) me otorgó el Doctorado Honoris Causa, que vendrían a ser algo así como mi propio "Credo" personal.
El Arte nos hace preguntas, nos confronta con nosotros mismos, nos conmueve, nos trastorna, pero no nos da respuestas. Las respuestas, las debemos buscar nosotros, las debemos dar nosotros. En un diálogo de la obra de Musil El hombre sin atributos, un personaje pregunta a otro:
- "¿Y qué queda, del Arte?"
- "Quedamos nosotros, transformados" -responde el compañero.
Este es para mí el sentido del Arte. Creo firmemente que a través del Arte podemos adquirir conocimiento. El Arte infunde conocimiento. Creo en la necesidad del Arte, siempre, pero todavía más en el periodo que nos toca vivir.
Creo que el Arte es el único remedio que nos puede sacar de los dualismos simplificadores.
Blaise Pascal habla del equilibrio entre el mundo del Corazón y el mundo de la Razón, dos concepciones que han coexistido de manera natural en nuestra cultura y que, en palabras de Nikolaus Harnoncourt, "se entrecruzaban y estimulaban mutuamente". Poco a poco, desde la Ilustración, el equilibrio se ha ido decantando hacia visiones donde la lógica es soberana, hasta llevarnos a un mundo dual donde todo debe ser "sí o no", donde las cosas son "verdaderas o falsas", "buenas o malas", y donde todo debe tener una utilidad o bien una finalidad.
El lenguaje radical de la lógica se va convirtiendo en nuestro fundamento conceptual, y el otro lenguaje, el del Arte, uno de los fundamentos conceptuales del cual es la imaginación, cada vez incide menos en los valores de la humanidad. Antes el Arte era una expresión evidente, necesaria y natural. Hoy en día incluso tenemos dudas de porqué necesitamos lo maravilloso, lo trascendental, lo que está más allá de los conceptos.
Creo en la magia del Arte y de la música. La música empieza donde terminan las palabras; nos dice cosas que no somos capaces de expresar en palabras, y nos las dice de una manera absolutamente directa y clara.
Cuando a través de los canales de la emoción aparece la chispa que cada cual llama como puede (magia, duende, inspiración, sacudida, calambrazo...), todos sabemos perfectamente de qué estamos hablando y, en cambio, nadie lo puede explicar. Se trata de algo inefable, un instante fruto de la imaginación, que es el ámbito del Arte. Es lo único que nos transporta a espacios donde las cosas también pueden ser "ni sí ni no" o bien "sí y no a la vez". Sin estos instantes, pienso sencillamente que estamos perdidos.
Vuelvo a las palabras de Harnoncourt: "Qué felices seremos mientras no nos puedan quitar los lenguajes mágicos, los que no tienen palabras: la música, la arquitectura, las artes plásticas, y también, por descontado, la poesía. En ellos sigue vivo lo fantástico, en ellos persiste la duda, la complejidad y la polisemia".
Creo, finalmente, en la honestidad y el compromiso, como pilares que me permiten "ser" y no "parecer que soy".
* Josep Pons es director musical del Gran Teatre del Liceu
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