Música clásica desde 1929

Entrevista #Ritmo943 * / Khatia Buniatishvili, la pianista en el laberinto

19/10/2020

“El laberinto es nuestra mente. Es una polifonía compleja de pensamientos, sentimientos, sueños, reminiscencias, historias, traumas, sensaciones, tanto imaginarias como reales, conscientes e inconscientes”, afirma la conocida pianista nacida en Georgia y nacionalizada francesa, que acaba de publicar nuevo álbum en Sony Classical, Labyrinth. “En este disco he querido resaltar, a través de las piezas elegidas, la importancia de ciertas atmósferas concretas pero a la vez abstractas”, insiste la mediática artista, uno de los iconos actuales en el mundo pianístico clásico que enlaza un puente con las nuevas generaciones, por su conexión a través de los medios digitales: “Las redes sociales solo muestran la superficie. Cuando ves la parte superficial de algo, debes intuir si hay algo más profundo para ver, escuchar en ese algo o alguien en particular. Internet nos ofrece la oportunidad de elegir, no hay más. Cualquier otra cosa más profunda habrá que buscarla en los discos, en una sala de conciertos, en un libro, en la naturaleza y en las personas de carne y hueso”. Tras sus incursiones en Rachmaninov, Schubert o Liszt, la pianista busca de nuevo un estilo de piezas breves, al modo de Motherland: “Creo que una miniatura puede capturar la esencia más profunda de un ser humano, si ha sido escrita por un genio e interpretada por un artista que tiene la capacidad de sentir cada matiz y la obra en su totalidad”.

Labyrinth parece una exploración de la insondable búsqueda que es la vida humana, pero, ¿en este laberinto es más difícil entrar o salir?

Entrar en él nuestra elección, pero salir es imposible. Ya que la salida es el final.

¿Por qué Labyrinth y por qué las obras seleccionadas que lo integran?

El laberinto es nuestra mente. Es una polifonía compleja de pensamientos, sentimientos, sueños, reminiscencias, historias, traumas, sensaciones, tanto imaginarias como reales, conscientes e inconscientes. Muestra los dos lados del ser humano: su deseo y anhelo hacia el amor, la felicidad, la inmortalidad y la capacidad de aceptar la soledad, el desengaño, el vacío… Sin salida, la mente compleja encuentra alivio en las emociones. Construí la dramaturgia que configura Labyrinth queriendo resaltar, a través de las piezas elegidas, la importancia de ciertas atmósferas concretas pero a la vez abstractas; estados mentales, emociones, recuerdos, sueños, pensamientos, al igual que nuestro concepto de la vida, la muerte y el camino que los une.

¿Cómo surgió Labyrinth? Tras algunos discos en Sony Classical bastante directos, como los dedicados a Schubert o Rachmaninov, rehace proyectos al estilo del exitoso Motherland

Motherland tuvo mucho éxito pero también me alegra que los álbumes dedicados a un solo compositor no sean menos exitosos. La particularidad de Motherland estaba en darle profundidad a cada miniatura y a la dramaturgia en su conjunto. Con anterioridad a este disco, los álbumes de piezas pequeñas eran, en su mayoría, de estilo crossover o de un carácter más superficial. Creo que una miniatura puede capturar la esencia más profunda de un ser humano, si ha sido escrita por un genio e interpretada por un artista que tiene la capacidad de sentir cada matiz y la obra en su totalidad. Llevo un par de años dando vueltas a la idea de Labyrinth. Cuando siento que tengo algo que decir, a nivel artístico, no pienso en las consecuencias: simplemente lo hago, lo saco fuera. Aunque tenga todo planificado en un calendario, hay cosas que nadie puede planificar por mí: la creatividad, que debe ser auténtica.

¿Cómo es Khatia en su vida privada? ¿Ha conseguido encontrar la salida del laberinto?

Todavía no he encontrado la salida pero he aprendido la lección (cómo vivir dentro) al acabar cada día, incluso si a la mañana siguiente todo está olvidado y tengo que empezar de nuevo.  

Qué diferencias hay entre la Khatia del escenario, donde transmite una imagen de elevada sensualidad, y la Khatia del día a día…

Sinceramente, no lo sé, porque no me veo desde fuera.

En esta grabación, el sonido parece volver a ser otro de sus fines, siempre en una búsqueda constante…

Nunca me centro en el sonido porque el sonido debe salir de forma natural, ya que es el resultado de nuestro tacto, y el tacto es uno de sentidos que expresa nuestro estado mental, nuestros sentimientos, pensamientos y reflejos.

En el papel de la mujer en la música, se ha sentido desplazada o menospreciada, o quizá algo inconfesable…

Lo que sí he sentido es el intento de encasillarme. Antes de convertirme en una mujer sensual, era una niña de siete años que escuchaba el Requiem de Mozart todas las noches para ir a dormir y, con nueve años, leía a Chejov y Dostoevsky porque sus universos me llenaban de cosas que me gustaban. Algunos han intentado dejar de lado esa parte de mí profunda e intelectual solo para resaltar la sensualidad. Una no excluye a la otra, y nadie puede definir quién soy o quitarme lo que tengo.   

El movimiento #MeToo ha ayudado a aclarar conductas machistas, ¿pero es suficiente? Como intérprete y pianista de referencia en el mundo actual, ¿qué cree que queda por hacer?

Yo no sé si, como individuo, puedo cambiar el mundo, el sistema o las intenciones de gente más o menos poderosa que intentan hacer daño o discriminar, lo que sí sé es que siempre puedes decir No a cualquier cosa que no quieras cuando te acosan sexualmente, o si a nivel profesional hay alguien que te quiere obligar a hacer algo en contra de tu deseo o tu proceso creativo personal. No hay nada que temer. Ninguna otra persona puede definir tu camino o tu vida.

El eclecticismo que define a Labyrinth, donde se funden obras muy clásicas con BSO de Morricone o Glass, junto a Satie o Villa-Lobos, ¿puede ser precisamente el aspecto que lo haga llegar a todo tipo de público?

Mi objetivo no es llegar a todos los públicos sino atravesar y alcanzar la parte más profunda de un individuo, de una persona. Yo no toco para grandes masas, toco para cada individuo.

¿Cómo vivió los meses de pandemia? ¿Qué opinión tiene usted sobre lo que nos está ocurriendo? ¿Vuelve a ser la cultura y la música un bálsamo necesario para afrontar la desesperación?

Durante el confinamiento he podido descansar y disfrutar de las pequeñas cosas de la vida cotidiana. No quería tocar a través de Internet, porque sé que la crisis terminará en algún momento, y los conciertos y el contacto con la gente a través de internet no deben convertirse en la normalidad futura. Nada puede reemplazar un concierto en directo con público. El tacto y el abrazo no pueden ser reemplazados por un saludo virtual con la mano a través de la pantalla. ¿Son la música y la cultura un aliciente necesario? El arte siempre ha ayudado a sobrellevar la realidad. Y así será siempre.

A día de hoy, en otoño de 2020, ¿es la Khatia Buniatishvili la que imaginó una entonces muy jovencita Khatia antes de dar el salto a la profesionalidad de los conciertos y grabaciones?

Nunca soñé con una carrera. Sabía que la tendría. Mis sueños tenían que ver con algo más grande, más abstracto, más emotivo y profundo.

Antes de acabar, las redes sociales, donde es una activa presencia, ¿ayudan a eliminar etiquetas de seriedad a un repertorio como el clásico asociado a muchos clichés?

Las redes sociales solo muestran la superficie. Cuando ves la parte superficial de algo, debes intuir si hay algo más profundo para ver, escuchar en ese algo o alguien en particular. Internet nos ofrece la oportunidad de elegir, no hay más. Cualquier otra cosa más profunda habrá que buscarla en los discos, en una sala de conciertos, en un libro, en la naturaleza y en las personas de carne y hueso.

por Gonzalo Pérez Chamorro

* entrevista publicada en RITMO de octubre de 2020

www.khatiabuniatishvili.com

www.sonyclassical.es

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