Improvisar de las mil y una maneras inimaginables. Improvisar en un gran rizoma que relaciona numerosos elementos entre sí. Improvisar desde las diversas épocas y con más de doscientas definiciones. Carlos Galán nos ofrece con Lecturas de la improvisación no una suma de conocimientos que habitan en su gran biblioteca, sino una escritura al borde del abismo. Aquí cada afirmación reflexiona, se refuta y se vuelve a fundamentar en un gran ejercicio dialéctico que nos demuestra su única e inimitable experiencia.
El autor (compositor, director, pianista, escritor, gestor cultural y durante casi cuatro décadas, catedrático de Improvisación en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid) escribe desde su larga y más que experimentada trayectoria. En su texto apunta a multitud de temas, como un sistema educativo que ha marginado la improvisación hasta convertirla en una excentricidad didáctica, la ruptura con una tradición que ha confundido interpretación con obediencia, de la improvisación del Renacimiento y el flamenco a la más libre, etc. Galán no se limita a defender la improvisación, la invoca, la expone, la encarna, la engrandece y mucho más. Quien le conozca personalmente sabe de su absoluta energía y esto se lee en cada una de las líneas de su libro.
Lecturas de la improvisación es, en sí misma, una improvisación larga, compleja, fragmentaria. El libro está estructurado como una partitura múltiple: introducción, preludio, ocho capítulos, tres postludios, una coda musical, una bibliografía prolija y un índice onomástico abismal. El texto juega con las formas como el improvisador juega con el tiempo. Nada es gratuito, cada capítulo adopta un estilo, un ritmo, una sintaxis. Hay unidad, pero no jerarquía. Hay rigor, pero no rigidez. Hay discurso, pero no sistema. Además, tal y como hizo en su anterior y también monumental libro Topologías sonoras (editado por EdictOràlia), de una manera muy original mezcla lo objetivo con lo subjetivo, el conocimiento científico con su experiencia personal, casi como en un proyecto auto-etnográfico. Como escribe ya recorrido una buena parte del libro y en donde apunta el medio millar de estrenos realizados por él: «Con el fin de aproximar al lector a la compleja realidad que es dar a la luz una nueva creación sonora, me pareció interesante hacer un recorrido por mi propia experiencia y compromiso en aras de la difusión de la música contemporánea» (pág. 457).
En definitiva, el autor se propone explicar la improvisación desde su misma práctica, lo que es no solo coherente, sino necesario, ya que sería absurdo hablar de la improvisación sin haber improvisado nunca. Algo que aunque parezca extraño, desgraciadamente no lo es, ya que la bibliografía existente está llena de manuales teóricos donde sus autores tienen "alergia" a practicar lo que ellos mismos escriben. Esto nunca le ocurre a Galán, por eso hay pocos que puedan igualar su gran experiencia. Y como esta es tan variada y omnívora, encontramos en este libro todo tipo de estilos para improvisar, pero también la improvisación con cine, con diferentes tipos de agrupaciones, en diversos contextos artísticos y pedagógicos, en una sala de conciertos, al aire libre, etc., etc., etc.
Lecturas de la improvisación parte de preguntas que no son retóricas, sino filosóficas, abiertas, necesarias: ¿Qué es improvisar? ¿Puede una improvisación ser una obra? ¿Por qué se considera que leer es ejecutar, cuando leer debería ser transformar? ¿Es posible interpretar sin inventar? ¿Qué es la creación? ¿La improvisación es creación, reproducción, interpretación, etc.? ¿Por qué la academia ha arrinconado la improvisación al rincón de lo ornamental o de lo popular, como si el pensamiento libre fuera un peligro para el músico bien educado? Podemos citar algunas de sus tesis donde Carlos apunta ejemplarmente sus ideas y objetivos: «La improvisación está siempre presente en cualquier tipo de discurso musical realizado en vivo [...] establecer un camino por conceptos interpretativos-improvisatorios en los que cada vez tuviera mayor cabida la improvisación» (pág. 32-33).
Galán no responde con respuestas, sino con caminos y mil diálogos con numerosas fuentes y autores. Uno de los más citados es el también improvisador Josep Lluís Galiana, director de EdictOràlia y autor de numerosos libros sobre improvisación (libre), con quien Galán también ha improvisado. Carlos también polemiza sobre diversos asuntos donde no todos están de acuerdo, por eso apunta una idea muy interesante cuando comenta: «El espíritu más crítico deberá cuestionarse si la improvisación libre no deja de ser también una improvisación estilística. Yo así lo intuyo, independientemente de su lejanía de los conceptos del pretérito y de basarse en una premisa de mucha mayor flexibilidad -en algunos casos concretos, de la "no existencia de reglas"» (pág. 218).
A la improvisación, Galán también añade a este libro su faceta de compositor y director, algo que le ayuda también a entender la improvisación y la música en general, como un fenómeno rico en sinergias. Por eso habla y valora la gran importancia que tuvo la improvisación para los compositores canónicos, como Bach, Beethoven, Liszt, etc. Aunque su faceta improvisadora hoy haya sido casi desterrada de la academia, sin ella no podrían haber hecho todo lo que hicieron. Por eso Galán demuestra que improvisar no es un estilo, ni una técnica, ni siquiera una facultad, es una posición ante la música, un planteamiento ético o una política de lo sonoro. En sus manos, improvisar se convierte en acto de resistencia frente a la literalidad, la repetición y el fetichismo de la partitura.
En uno de los núcleos más provocadores del libro, Galán afirma que no puede identificarse la obra musical con la partitura. Aquí se esconde una de las tesis más radicales, la música no es el texto, ni el texto es la música. La obra no se fija, se vive. Y en esa vivencia, la improvisación ocupa el lugar central no como excepción, sino como norma olvidada. No como ornamento, sino como fundamento. Otra de las tesis más radicales es cuando afirma que la improvisación no puede ser creación en el sentido que sí lo hace la composición, pero ello no implica una infravaloración de la primera, simplemente que la llamada "creación en el instante" o "composición en tiempo real" es una trampa conceptual, y la improvisación es otra cosa distinta. Incluso puede ser una herramienta clave para la composición, como Galán escribe al comentar el caso de Stravinsky, quien improvisando pudo extraer algunos de los acordes míticos de la Consagración de la primavera. Citemos uno de los párrafos donde el autor debate sobre la idea de creación y explica la idea que tiene de ella: «Se crea o compone desde una óptica personal del hecho sonoro. Y me atrevería a añadir que "rupturista" pues, recurriendo a la frase que tantas veces repitiera Paco Guerrero "todo lo que no es creación es plagio". Insisto en zanjar el tema en este punto pues la brecha podría ser muy profunda y el trabajo de multitud de creadores podría ser debatido y puesto en tela de juicio habida cuenta de sus posturas acólitas, epigonistas, eclécticas y/u "oficialistas» (pág. 321). Numerosas veces Galán defiende la vanguardia, se identifica con ella y reivindica su actual vigencia. Esta posición se pone en contra de quienes pretenden "asesinarla" continuamente, porque hacer pensar al oyente resulta un riesgo para los poderosos. Estos quieren que todo siga como está, es decir, el inmovilismo conservador que se contenta con repetir la misma y mediocre melodía de siempre.
Especialmente relevante es la reflexión sobre la música antigua y la interpretación histórica. Galán desmonta la pretensión de autenticidad de ciertos enfoques que olvidan que, en el Barroco, en el Renacimiento, incluso en el Clasicismo, improvisar no era opcional, era esencial. Ejecutar una obra antigua sin improvisar es, para Galán, una contradicción en términos. Y lo mismo ocurre con el jazz, el flamenco, y otras músicas. En ese sentido, el autor demuestra la falsedad y poca profundidad de muchos intérpretes (entre los más conocidos y cotizados), por ser cortos de mira y anclarse en la parti(tor)tura y el pasado más fosilizado.
La pedagogía ocupa un lugar central en Lecturas de la improvisación, no en forma de métodos y manuales esquemáticos, sino como crítica radical del sistema. Galán no se contenta con señalar la ausencia de improvisación en los conservatorios, sino que denuncia un modelo de enseñanza que forma autómatas obedientes, no músicos pensantes. En definitiva, el intérprete como papagayo, o como productor de una mercancía cultural cosificada. El conservatorio como institución ha devenido un lugar donde se enseña a reproducir, no a crear. En este sentido, el libro es también una propuesta de revolución educativa, una vuelta a la escucha activa, al riesgo creativo, a la incertidumbre como motor del aprendizaje. Estas ideas bien se reflejan en el texto con bello y esclarecedor título: Por qué la dejo si la amo. Carta de despedida de una cátedra.
EdictOràlia, editorial que desde su fundación ha reunido voces poéticas y variadas en torno al arte, la música y la literatura, ha sabido apostar por este libro como lo que es, una contribución mayor al pensamiento musical. Publicar Lecturas de la improvisación con su extensísimo tamaño y profundidad convierte a la editorial en una apuesta por la profundidad, el coraje y las mejores propuestas bibliográficas, dando la espalda a la banalidad y mezquindad del mercado.
No estamos ante un libro simplemente para leer, sino para ser muy estudiado y citado. Es un espacio de pensamiento, no solo del autor, sino de cualquiera que quiere adentrarse en el fantástico mundo de la improvisación. Una partitura abierta para quien se atreva a escuchar con otros oídos verdaderos, sinceros y radicales que no se contentan con el éxito fácil y la gloria superficial de los músicos de gran auditorio. Galán no escribe para gustar, ni para convencer, sino para exigir y valorar el pensamiento en una sociedad cada vez más superficial, donde la crítica y la contestación se persiguen. Él escribe como quien arroja una piedra a un lago para ver qué silencio se rompe, a veces incluso con polémica y fuerza, para no dejar indiferente a nadie. Porque improvisar en última instancia es eso, escuchar lo que aún no existe y hacerlo sonar.
Joan Gómez Alemany
Lecturas de la improvisación
Autor: Carlos Galán
Editorial: EdictOràlia
N.º de páginas: 558