En la música contemporánea muy pocos perfiles pueden equipararse al de José María Sánchez‑Verdú, y una excelente prueba de ello es su libro Detrás del espejo. Aproximación al concepto de repetición en un pensamiento artístico interdisciplinar (2024). El autor, un reconocido compositor y director de orquesta, aborda en este ensayo su pensamiento y práctica artística desde un enfoque netamente híbrido y difícil de clasificar. El libro podríamos decir que se sitúa entre el manifiesto artístico, el ensayo filosófico y el diario existencial. Detrás del espejo formó parte del discurso pronunciado durante el acto de ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, al que respondió Tomás Marco con un Discurso de contestación que también está incluido en el libro, y en donde puede leerse: «José María Sánchez-Verdú accede a la medalla número 47 que ostentó otro importantísimo compositor, Luis de Pablo, una de las grandes figuras de la creación sonora española de todos los tiempos con quien comparte muchos puntos coincidentes, puesto que ambos son, en generaciones distintas, un ejemplo de búsqueda profunda de propuestas nuevas que anuncian su arribo a territorios fértiles y también de probidad personal absoluta» (p. 129).
El mismo título del ensayo revela la originalidad del autor, sugiriendo la búsqueda de una verdad oculta o de un sentido más profundo que trasciende la mera apariencia. Frente a un mundo marcado por la aceleración mecánica, la monotonía del consumo y la reproducción digital, Sánchez‑Verdú escribe Sobre la repetición (así se titula el primer capítulo) como una fuente de creación y transformación que traspasa épocas y artes, al estilo de un rizoma. La repetición es trabajada desde múltiples disciplinas, no solo la música, sino la poesía, pintura, filosofía, espiritualidad, acústica, historia, numerología...
Como claramente se apunta en el título del ensayo, el arte permite pensar de forma interdisciplinar, y por ello Sánchez-Verdú escribe ya al inicio de su texto: «He considerado la música siempre como una forma de conocimiento. Cada proyecto en que me he embarcado ha supuesto una investigación continua, un viaje, una inversión enorme de trabajo y de tiempo, de lectura y de reflexión [...] El campo de la interdisciplinariedad no es solo una perspectiva actual, sino que desde hace un siglo es esencia de planteamientos y propuestas que han redefinido el concepto de arte y han hecho replantearse al ser humano nuevos interrogantes y búsquedas que ya estaban representadas en las paredes de las pinturas rupestres y en multitud de formas artísticas en las que el hombre se ha enfrentado con su esencia, su memoria, su destino, su finitud o lo ilimitado del cosmos» (p. 10).
En su ensayo Sánchez-Verdú realiza una prodigiosa y muy documentada arqueología del concepto de repetición, que se propaga como un "eterno retorno" por la cultura turca (con sus alfombras que son puestas en conexión con el arte textil de Anni Albers), la tradición china (el concepto fuzhipin, en relación a la "copia original" y su diferencia con la cultura occidental), pasando por los clásicos griegos como Platón (la realidad sensible como copia imperfecta del ideal) y Aristóteles (la mímesis o imitación), hasta las técnicas intertextuales (Julia Kristeva), como «el retrato, la cita, la paráfrasis, la adaptación, la variación, la parodia, el pastiche, la burla, el homenaje, el demontage, la apropiación, la expropiación, la réplica, la reproducción, la copia, la falsificación, el plagio, la multiplicación, el fake, el sampling, el mash-up, el remake, el remix, la recreación, la clasificación, la serialización, el ritmo, etc.» (p. 21). Diferentes tiempos y espacios que tratan múltiples ramas del saber, todas ellas entrelazadas gracias a la original visión del autor: «El arte es siempre para mí una forma de pensamiento, y la categorización de las diferentes disciplinas artísticas debe ser recontextualizada más allá de los límites trazados» (p. 91).
El segundo capítulo, Sobre el espejo, sirve para indicar que este no es un objeto inocuo ni meramente funcional en la historia del arte y la filosofía, todo lo contrario. La metáfora del espejo es un símbolo complejo y mágico que condensa paradojas ontológicas, epistemológicas y estéticas. Por eso Sánchez-Verdú sitúa la repetición en relación directa con lo especular, proponiendo que el arte se despliega en ese doble movimiento de duplicar y transformar. «El arte nace unido, en todas las culturas, al concepto de repetición. Re-petitio significa "nueva petición", un "nuevo impulso"» (p. 15). Es pertinente aquí recordar la obra de Lewis Carroll y su Alicia a través del espejo, donde la superficie refleja un mundo alternativo, invertido, inquietante. Para Sánchez-Verdú, "mirar detrás del espejo" es algo similar. No se trata solo de duplicar la realidad, sino de ingresar en un proceso que desestabiliza la percepción común y nos hace reflexionar. El espejo es entonces una grieta, un umbral hacia la diferencia, una apertura hacia el pensamiento y especialmente hacia la música. Como apunta el autor en esta bella idea: «Un aspecto fascinante y perturbador del mundo de la imagen y del espejo es, a mi parecer, la ausencia de sonido: es mudo. Los espejos solo reflejan y devuelven la mirada, la imagen. El sonido queda inmerso en un absoluto silencio. Los espejos camuflan cualquier tipo de sonido. Nunca oiré la voz de mi reflejo» (p. 39).
La imagen paradójica del espejo convive con una tensión interna no resuelta. Esta puede ser tanto una puerta hacia la novedad, como un instrumento de fijación y repetición. Puede producir alteridad y transformación (por ejemplo, en mosaicos, fractales, decoraciones, en la naturaleza, etc.), y por contra, ser una herramienta de estancamiento y control perpetuo (el panóptico explicado por Michel Foucault). Jorge Luis Borges, con su obsesión por los espejos como símbolos de infinitud y duplicidad, recuerda que todo reflejo es también una multiplicación. En Detrás del espejo Sánchez-Verdú incorpora esta idea para defender que la repetición nunca es exacta, ya que cada reflejo es a la vez igual y distinto, una variación que genera un sentido nuevo. Algo que él mismo pone en práctica al componer su música, explicada especialmente en el cuarto y último capítulo: Algunas propuestas personales (más adelante detallaremos este apartado).
El autor analiza la repetición en multitud de músicas diferentes a la suya. Por ejemplo, esta se manifiesta tanto en la forma tradicional (el leitmotiv, las variaciones temáticas, la sonata, arabescos, ornamentación,) como en la música contemporánea (que genera a veces diferentes formas de escucha y estados hipnóticos), por ejemplo: Olivier Messiaen, György Ligeti, Steve Reich, Morton Feldman, Carmelo Bernaola, Heiner Goebbels o Bernhard Lang, etc. Estos utilizan patrones repetitivos con múltiples funciones desde su lenguaje personal y estilístico. Como explica Sánchez-Verdú: «La repetición plantea un territorio interesantísimo en la construcción de los espacios y de las formas. En el arte de la música la repetición, vinculada a la memoria y a la búsqueda de un cierto principio de coherencia constructiva, ha sido fundamental. La repetición y lo mecánico forman parte también de la creación artística y literaria hasta nuestros días» (p. 28).
Sánchez-Verdú enlaza estas prácticas anteriores con otras manifestaciones culturales, extendiendo la repetición a la idea de serialización (como en Gertrude Stein y su famoso, a rose is a rose is a rose), en la fotografía (Walter Benjamin, Susan Sontag) o en la poesía de Ibn ‘Arabî y San Juan de la Cruz. Estos últimos nombres remiten a la espiritualidad y a la mística, donde la repetición se convierte en ritual, ejercicio ascético, medio para disolver el ego y alcanzar estados de conciencia ampliados. La lógica de la repetición opera desde las prácticas del sufismo hasta la salmodia del canto gregoriano, generando un espacio temporal suspendido y especial, fuera del tiempo ordinario.
Terminando con las amplias referencias de Sánchez-Verdú, desde una perspectiva filosófica, el autor cita el pensamiento de Gilles Deleuze y su libro Diferencia y repetición, como también a Kierkegaard, Nietzsche, Benjamin, Derrida, Nancy, entre muchos otros. Como se ha podido observar, la amplitud de enfoques en torno a la repetición vuelve a demostrar que esta es una fuente de renovación, ya que no se trata de repetir lo mismo, sino de generar, como en un caleidoscopio, una multiplicidad de visiones e ideas a partir de una misma raíz. La repetición en la música nos hace conscientes del tiempo y se despliega para liberar sus potencialidades ocultas. El arte desde esta visión podría ser una forma de ritual secularizado que, mediante la repetición, puede propiciar una experiencia nueva y única.
Una de las características más notables del ensayo Detrás del espejo es su estilo cuidadosamente elaborado, que transmite un vasto conocimiento de forma rigurosamente estructurada. Además, el texto está acompañado de numerosas imágenes a color y partituras, produciendo en su conjunto lo que podría entenderse como una dimensión meta-artística. Si el lenguaje utilizado es mayoritariamente explicativo y académico, ello no impide que la continua reiteración de conceptos clave (espejo, reflejo, eco, etc.), el uso recurrente de metáforas, citaciones de poemas, entre otras estrategias, produzcan todo un "laberinto de palabras" que aportan musicalidad y belleza literaria al escrito. Incluso se llega a crear una sensación de circularidad (sonora y visual), como si el lector estuviera efectivamente ante un "espejo textual y de imágenes" donde los elementos vuelven una y otra vez, pero con matices diferentes. Esto es comprensible, ya que el autor primordialmente se dedica al arte y a la creación, no es un científico, musicólogo o tratadista. Por tanto, la plasticidad y libertad de la palabra (o el arte en general) permea cada línea de su ensayo. En este sentido, el discurso se aproxima a técnicas poéticas y musicales como las permutaciones rítmicas (recordemos el título del capítulo tercero, Ritmo y superficie), los juegos de sonido, la potenciación visual del texto, entre otros recursos. Esta dimensión formal amplifica el sentido del contenido, logrando que el texto sea una experiencia tanto intelectual, como estética.
Detrás del espejo también tiene un componente autobiográfico, algo que suele ser consustancial al género ensayístico. "Detrás" de toda creación hay siempre un creador, por eso en el libro se analizan las obras propias, las lecturas realizadas durante décadas, sus opiniones y gustos, etc. Pero también se muestra el lado personal del autor a partir de sutiles detalles, como sus partituras y anotaciones manuscritas o las fotografías que toma en diferentes lugares. Como en el álbum de un viajero, pensemos en África del fotógrafo Sebastião Salgado, Viaje a España del poeta Théophile Gautier o Années de pèlerinage del compositor Franz Liszt (por citar tres artes diferentes), Sánchez-Verdú muestra en su libro fotografías tomadas en el Museo Islámico de Berlín, la Iglesia de San Luis de los Franceses de Sevilla, la Alhambra o el desierto de Túnez. Un viaje (fotográfico y personal) que puede escribir una cartografía existencial: sus estudios y constante presencia en la cultura centro-europea, su nacimiento y formación en Andalucía, pasando por la fascinación y el conocimiento de la cultura árabe. Pequeños detalles que forman la biografía pensada y azarosa de un artista, que incluso desde una lectura profunda asoma en sus explicaciones más formales y científicas. Así podemos entender este texto que está justo al lado de la fotografía del desierto: «Procesos no controlados que afectan a determinadas superficies pueden constituir auténticos universos de simetrías caóticas de gran belleza que encuentran una parte de su esencia en la imposibilidad de determinar un método de origen para su configuración. Una superficie de ondas o dunas en un desierto de arena puede ser ejemplo de esto» (p. 69). ¿De tal forma podría definirse también la vida de un artista?
Señalado el tema autobiográfico, ahora es un buen momento de explicar solo algunas obras que aparecen mencionadas en Algunas propuestas personales. Para aproximarse al trabajo de Sánchez-Verdú, una selección de sus obras es inevitable, ya que nos encontramos ante uno de los compositores más prolíficos que haya habido en los últimos tiempos. Sin duda su extensa obra en muchos sentidos puede ser equiparada a la del también prolífico compositor Salvatore Sciarrino. Para empezar el análisis, y como no podía ser de otra manera, la creación de José María se revela como un campo de experimentación donde se conjugan diversas artes y disciplinas del saber. En esta articulación interdisciplinar, el influyente legado del pintor Pablo Palazuelo se erige como un punto de partida esencial, para comprender la evolución del compositor hacia una música que trasciende la mera linealidad temporal y se erige como una experiencia arquitectónica y multisensorial. En ese sentido se puede señalar la transgeometría (p. 55) de la que habla Palazuelo, tensionando la presencia y la ausencia que caracterizan su pintura, que a su vez es traducida por Sánchez-Verdú a un espacio sonoro. Aquí la repetición actúa como motor constructivo, edifica capas perceptivas y genera una arquitectura invisible que habita la memoria del oyente. El compositor confiesa con admiración: «Si ha habido un autor que ha marcado y ha sido en gran manera paralelo a mi pensamiento musical en el terreno de la repetición este ha sido Pablo Palazuelo, del que ya he escrito anteriormente. La obra y el pensamiento de este artista han sido determinantes en obras mías como, entre otras, Arquitecturas de la ausencia (para ocho violonchelos en dos coros, de 2002-2003), o Kitab al-alwan (cuatro piezas para orquesta, de 2001- 2002)» (p. 92). En relación con estas obras el compositor también explica su pieza Inscriptio (Deploratio IV) (para clarinete en Si bemol, 2004), donde existe una suerte de correspondencia entre lo visual y lo sonoro que encuentra eco en la caligrafía. Aquí la música no solo se oye, sino que se siente, se palpa en la percepción, fundiendo sonido, imagen y gesto en una textura casi escultórica.
Esta pulsión por la materialidad de la música es asimismo explorada en Arquitecturas del límite (para ensemble instrumental, 2005), donde el intérprete y su instrumento entran en un diálogo vital gracias a la energía del sonido y las ideas sobre el tacto de Juhani Pallasmaa (p. 98). El sonido, entonces, no es mero fenómeno acústico, sino un límite difuso entre lo tangible y lo intangible que desafía la separación tradicional entre creador-objeto-receptor. No menos significativa es la integración del espacio y la arquitectura sonora en su ciclo KHÔRA (para cuarteto de saxofones y acordeón microtonal, 2012-2019), donde el uso de la disposición espacial, los espejos sonoros y la fragmentación visual-acústica dan forma a un territorio en perpetuo tránsito. Aquí, el oyente se ve confrontado con una experiencia que no puede fijar ni estabilizar, creando una topografía sonora que invita a la escucha activa en un continuum fluido y complejo, que evoca la noción platónica de khôra como lugar receptivo y generativo. Como explica el compositor: «KHÔRA, como proyecto musical, ofrece un territorio de escrituras que ocupa espacios ambiguos y en transición. Estos actúan como contenedores de un pensamiento musical que reflexiona sobre ese espacio-sonido y articula aspectos como el relieve, la geometría, la perspectiva, los límites, la dislocación de fuentes, el movimiento en la proyección de los instrumentos o el uso de espacios lejanos no visibles que desarrollan una especial cartografía conquistada poco a poco por los cinco intérpretes del ciclo» (pp. 98-99).
En nuestra opinión, una de las obras más destacadas del libro por su enfoque multisensorial y espacial, es el proyecto interdisciplinar Licht-Allegorien (Alegorías de la luz, 2017). En este Sánchez-Verdú colabora con la artista Deneb Martos, quien añade una dimensión visual e instalativa que redefine la relación entre imagen, sonido y espacio. Martos, a través de la manipulación de cintas cinematográficas analógicas, así como la conversión del proyector de 35 mm en un objeto escultórico, transforma las proyecciones de la pared en una experiencia viva y orgánica. La integración de los ruidos mecánicos propios de la maquinaria como elementos sonoros activos, procesados y amplificados electrónicamente, subvierte el papel pasivo y anodino de la tecnología para convertirla en un agente expresivo y protagonista. Además, esta sonoridad se mezcla con la música compuesta por Sánchez-Verdú para ensemble, creando una peculiar síntesis entre instrumento-máquina, tradición-vanguardia, acústico-electrónico, etc. Los materiales con los que se trabaja la cinta aportan una textura visual y sonora que revaloriza la película como objeto artesanal y experimental, estableciendo una dialéctica entre lo analógico y lo digital que amplifica la reflexión sobre la temporalidad, la percepción y la memoria. El resultado es que cine y música se unen de una manera muy original, como explica el autor: «Técnicas como el montaje, la superposición de capas, la erosión, la azarosidad de procesos, la aceleración y la deceleración de materiales, así como su incardinación en diferentes espacializaciones son la esencia no solo de la parte fílmica de Alegorías de la luz, sino también de la parte musical» (p. 105). La luz, lejos de ser un mero recurso técnico, se vuelve arquitectura, materia, geometría y color, generando un entorno sensorial en el que el público participa activamente, inmerso en un campo donde la percepción visual y sonora se funden. Además, este proyecto rompe la dualidad estéril y sectaria entre música y arte sonoro, hibridando estos campos y constatando que perfectamente un compositor con inteligencia y conocimiento puede ser también artista sonoro, y viceversa.
Finalmente, otro proyecto destacado es la ópera AURA, que explora la identidad, el eco y la "auralidad sonora", envolviendo al espectador en una atmósfera claustrofóbica y psicológicamente intensa. La distribución espacial del ensemble instrumental y los cantantes, la interacción con el dispositivo Auraphon inventado por el compositor, la sutil escenografía y las luces, multiplican las dimensiones perceptivas que se despliegan como destellos. Esto crea un entramado polifónico donde música, espacio y narración, nos remiten una vez más a lo interdisciplinar que la ópera suele conllevar. Un género trabajado numerosas veces por el compositor a lo largo de su dilatada trayectoria.
Después de los cuatro capítulos escritos por Sánchez-Verdú, el libro termina con el Discurso de contestación realizado por el miembro de la Real Academia de San Fernando, Tomás Marco Aragón, quien elogió a Sánchez‑Verdú como un «compositor de primera categoría internacional» (p. 129). Marco resalta lo fascinante del análisis del reciente académico, ya que allí se nos revela el concepto de repetición no como un simple acto mecánico, sino como un espacio de identidad dinámica, donde cada regreso a un motivo o tema implica una renovación inevitable, un gesto que oscila entre la memoria y la novedad. En ese sentido, Marco apela a figuras como Plutarco, Heráclito o Bergson, subrayando la interconexión entre la percepción del tiempo, la experiencia estética y la construcción de significado. La música se convierte así en un espejo múltiple, un espacio donde se refleja y se distorsiona la realidad, un juego constante entre la fidelidad a un original y la inevitable transformación que el paso del tiempo impone. Una idea que la misma música de Sánchez‑Verdú refleja en su constante ir y venir entre el pasado, el presente y el futuro.
Solo queda añadir una sincera recomendación para leer este libro, dirigido no solo a músicos, sino a todas aquellas personas interesadas en las artes, la filosofía y, en definitiva, en el pensamiento interdisciplinar. Pocos libros existen en los que un compositor exponga su pensamiento artístico, fundamentado en un extenso conocimiento y presentado de forma tan rigurosa. Quien lea Detrás del espejo encontrará un testimonio valioso de cómo la creación artística viaja incesantemente por la historia, la cultura y la experiencia vital, generando nuevas preguntas y propuestas que invitan a seguir reflexionando como un eco eterno o o o o o o o o ........
Joan Gómez Alemany
Título: Detrás del espejo. Aproximación al concepto de repetición en un pensamiento artístico interdisciplinar
Autor: José María Sánchez‑Verdú
Editorial: Real Academia d Bellas Artes de San Fernando
Nº páginas: 138