Música clásica desde 1929

Pretty Yende
Septiembre 2016 - Núm. 899

Pretty Yende

La sonrisa en el canto

Cuando tenía dieciséis años, una preciosa chica sudafricana de color, con una sonrisa que iluminaba cualquier estancia, escuchó un anuncio de British Airways que le hizo volar al escuchar su música: se trataba del “Dúo de las flores” de Lakmé de Delibes. Decidió, justo en ese mismo instante, dedicarse a cantar aquella música que hacían sonar dos voces de manera tan maravillosa. Nació la soprano Pretty Yende, y con ella, el sueño de libertad de millones de personas en creer que tener una vida mejor es posible. Hoy, Pretty Yende, artista exclusiva de Sony Classical, sello con el que debuta con el disco “A Journey”, canta en los mejores teatros de ópera del mundo, desde el Metropolitan a La Scala de Milán, sonriendo mientras canta el belcanto que la hace feliz. RITMO pudo hablar con ella sobre su prometedor debut discográfico. 

Usted nació en un pequeño pueblecito de Sudáfrica, en Thandukukhanya (Piet Retief). ¿Cómo era su vida entonces, cómo era la pequeña Pretty Yende?

Soy una chica que tuvo la inmensa fortuna de crecer en una familia en la que el amor reinaba en la casa. Tuve una infancia muy feliz, y la música ocupó siempre una parte muy importante en la vida de mi familia. Recuerdo multitud de noches, después de la cena, como con toda la familia cantábamos los himnos de la iglesia.

¿Recuerda cuándo escuchó ópera o música clásica por primera vez?

Mi viaje a esta impresionante vida musical comenzó cuando tenía dieciséis años. Entonces estaba en el undécimo grado escolar, que fue la primera vez que escuché algo de ópera en mi vida. Fue una tarde-noche en casa, con mi familia, mientras veíamos la televisión. Entonces apareció un anuncio televisivo, creo recordar de la British Airways, que usaba como música el “Dúo de las flores” de Lakmé de Delibes, con esas dos maravillosas voces sonando… Me quedé totalmente prendada, jamás había escuchado en mi vida una música así.

British Airways cambió su vida…

Desde luego que ese momento cambió toda mi vida. Decidí que quería cantar eso y todo lo que se le pareciera durante el resto de mi vida. Quiero hacer que la gente sienta lo que yo sentí en aquel instante, el inimaginable placer que significa cantar en cada momento… Así, a la mañana siguiente fui a la Escuela Superior Ndlela, y pregunté al maestro de coro que era lo que había escuchado en aquel anuncio, qué clase de música qué no conocía. Me respondió de manera muy sencilla, aquello que había escuchado se llamaba “ópera”, a lo que le contesté si era humanamente posible… ya que para mí tenía algo de sobrenatural... Le dije que quería aprender a cantarlo, pero me instó a olvidarlo, ya que era muy difícil y que debía de insistir en mis materias escolares, como las matemáticas, administración de empresas o contabilidad, es decir, perseguir el sueño de ser contable y en poder llegar a materializar el sueño de convertirme en una mujer independiente y con mis propios negocios… Como estaba totalmente “poseída” por el poder de esa música, contesté con un “no” tajante. “¡Necesito cantar esto, enséñeme!”, le dije. Tuve que causarle una poderosa impresión, ya que me contestó: “bueno, ya que insistes…”. Me animó a que me uniera al coro y luego veríamos si funcionaba, y desde ahí él podría observar cómo podría adaptarme a cantar. Lo hice y canté algunas notas, pero, desgraciadamente, me dijo que no lo hacía muy bien. Desde luego que él estaba en lo correcto, ya que lo único que podía cantar era lo que había aprendido de la iglesia. Fue a comienzos de febrero cuando finalmente ingresé en el coro y, dos semanas más tarde, él vino a decirme que el departamento de educación había introducido una parcela de ópera en concurso de canto anual, y que entre las posibilidades para cantar estaba, precisamente, el dúo de Lakmé, una de las “canciones” obligadas para concursar…

Parece que ese dúo significa mucho para usted, ya que lo incluye en “A Journey”…

Como le decía antes, me gustaría que quien escuche el disco y no haya oído esa música la sienta como la sentí yo entonces la primera vez, algo sumamente mágico cantado por dos hermosas voces...

Sigamos con su aventura escolar operística…

El maestro me mostró una copia del dúo, y me dijo: “ya sabes, la canción por la que me preguntabas la semana pasada…”. Fue precisamente esto lo que me animó a trabajar y a cantar todavía con mayor esfuerzo. Le pregunté si por lo menos me dejaba aprendérmela... Él se dio por vencido y me dio una copia. Durante esos días, conocí otro programa de ópera, un programa de radio en Afrikaans (una de las lenguas oficiales de Sudáfrica, usada mayoritariamente por los blancos y los mestizos que habitan en las provincias del Cabo) llamado “Dis Opera”. Entonces no sabía de qué se trataba, pero lo escuchaba hasta quedarme dormida y mi madre luego me apagaba la radio... Y durante el resto del día, cantaba incansablemente en casa tratando de imitar lo que había escuchado en la radio el día anterior... Ese programa también tuvo un lugar fundamental en mi vida, porque imaginaba cómo hacían estos cantantes para crear esos sonidos... Ya tenía la música, pero surgió otro problema: era un dueto, no un aria; necesitaba, por tanto, otra voz que me acompañase. Mi profesor KN Sithole y yo buscamos esa otra voz, que encontramos en Nqobile Ntshangase, quien, desde ese mismo momento, se convertiría en una gran amiga. Finalmente, el profesor Sithole, como no teníamos piano en la escuela, nos enseñó la canción con un instrumento melódico. Cuando llegó el día del concurso, ganamos en la primera prueba, y luego en las sucesivas, hasta llegar a la final. Nqobile y yo éramos finalistas en el Tirisano National School Eistedfodd, en el Centro de Exposiciones Durban. Recuerdo que estaba muy nerviosa... Justo antes de subir al escenario, se me rompió la cremallera del vestido, que tuve que sujetar con alfileres... Y por si eso fuera poco, unos niños del público nos abuchearon al subir al escenario. Además, no habíamos ensayado con la orquesta (de hecho, no habíamos visto una orquesta en nuestra vida), porque en las fases anteriores del concurso habíamos cantado a capella. Pues tras todas estas circunstancias, ahí estábamos en la final.

No es un comienzo muy normal para una cantante que hoy canta en los teatros más importantes del mundo…

Este comienzo supuso para mí una gran alegría. Recuerdo que mi profesor lloraba, porque creo que se dio cuenta de que si yo hubiera seguido su consejo de insistir en mis asignaturas escolares, no habría llegado a cumplir mi sueño de ser cantante. Todo eso ocurrió en el plazo de seis meses. Al año siguiente, en 2002, el año de mi matriculación, pedí cantar sola, y el profesor me lo permitió, por supuesto, porque por fin se convenció de que era capaz de hacerlo. Ese año gané el primer premio como soprano en el concurso nacional sudafricano. A partir de ese momento tenía que tomar una decisión con mis padres, porque ese premio no hacía más que confirmar que yo tenía la capacidad de cantar. Tenía que elegir entre la contabilidad o la música. Mis padres preferían que tuviese un trabajo seguro, por lo que me aconsejaron que estudiara contabilidad, ya que era joven y cantar siempre podría hacerlo en mi tiempo libre. También dio su opinión el director de mi escuela, el señor Dube, diciendo que había obtenido unas buenas notas y que había ganado el premio a la mejor matrícula del año. Finalmente, decidí darle a Dios la oportunidad de demostrarme que esto era a lo que me debía dedicar el resto de mi vida, porque él me ha dado este talento, pero si en un periodo de dos años no me daba muestras de que podía seguir en ello, entonces cambiaría y proseguiría estudiando contabilidad.

El apoyo de su familia fue fundamental…

Mis padres fueron muy comprensivos, me permitieron seguir mi instinto, me dieron todo su apoyo y me desearon lo mejor. Incluso, me llevaron a Ciudad del Cabo a matricularme en la Escuela Sudafricana de Música, así de afortunada me sentí y me siento de tener unos padres tan maravillosos. Cuando llegué a la UCT me presentaron a Virginia Davids, con quien he tenido la gran suerte de estudiar. Finalmente, Dios me reveló que cantar era mi propósito en la vida y, desde entonces, no he vuelto la vista atrás. Le doy las gracias día tras día por hacer mi vida más fácil, no teniendo que preguntarme cada mañana qué hacer de mi vida, como suele sucedernos a muchos jóvenes. No todos tenemos la suerte de saberlo a tiempo... 

¿Cómo ha sido la evolución de su voz desde sus primeras interpretaciones?

Por suerte, un “ejército adorable” de personas en quienes confío y que continúan orientándome cuando lo necesito, me han asesorado muy bien desde el principio de mi carrera. Todos juntos hemos logrado tomar decisiones estratégicas y muy importantes acerca de mi voz, así he podido ver crecer y madurar mi instrumento cantando el repertorio que he tenido el privilegio de interpretar... He aprendido mucho estudiando la voz.

La escena de la música clásica en Sudáfrica, como comprobamos hace un tiempo en Madrid con la Cape Town Opera Company, que interpretó Porgy and Bess, continúa creciendo en un entorno cultural variado... ¿Cree que hay otras “Pretty Yende” en su país?

Definitivamente, en Sudáfrica hay mucho talento, y hemos tenido la suerte de crecer en un país que canta, que se expresa mediante el canto, es una necesidad interior que llevamos los sudafricanos. Cantamos cuando estamos contentos y cuando estamos tristes, siempre tenemos una canción que exprese nuestros sentimientos. Creo que este es un factor muy importante a la hora de realizar una carrera musical como cantante, llevar el canto muy dentro como algo cotidiano, como una herramienta expresiva diaria.

Usted es artista exclusiva del sello discográfico Sony Classical, con el que lanza su CD debut “A Journey”. Háblenos de la grabación y del repertorio... ¿Qué ha significado para usted grabar su primer disco con Sony?

Grabar este disco ha sido una experiencia absolutamente fantástica, como trabajar con Marco Armiliato, el director de la Orchestra Sinfonica Nazionale della RAI. Esta nueva etapa discográfica en mi carrera me produce una gran emoción, ya que esta grabación significa mucho para mí, porque muestra cada uno de los hitos en mi viaje musical hasta ahora. Es como abrir mi corazón al resto del mundo. El disco incluye, por ejemplo, el aria “Vous que l’on dit” de Le Comte Ory de Rossini, que interpreté en mi debut en el Metropolitan Opera. Por supuesto, también está la pieza que abrió mi corazón al mundo de la ópera: el hermoso “Dúo de las Flores” de Lakmé de Delibes, además del increíble “Poison Aria” de Romeo y Julieta de Gounod, gracias al cual me aceptaron para cantar en el Teatro de La Scala de Milán. Ser una artista que tiene la posibilidad de grabar es una de las partes más importantes de mi carrera, por eso estoy encantada de pertenecer a la gran familia Sony Classical. 

En el CD, usted interpreta piezas de belcanto de Rossini, Donizetti y Bellini, aunque también a Gounod y Delibes. ¿Cuál es su repertorio favorito?

Me gustan ambos, tanto el belcanto, que me encanta, como el romanticismo posterior francés de Gounod y Delibes. En el belcanto hay algo especial; estos compositores hacen que la voz hable de manera íntima con el alma. Además, me gusta cantar en francés…

Usted cuando canta sonríe, y eso es importante Gracias por su tiempo, ha sido un verdadero placer. 

Por Gonzalo Pérez Chamorro

http://www.sonyclassical.es/

http://prettyyende.com

 

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