Música clásica desde 1929

Lucía Marín
Mayo 2017 - Núm. 907

Lucía Marín

Arte y pasión en el pódium

Lucía levanta el brazo para dirigir y suena la música, pero realmente lo que ya ha hecho es ganarse la confianza de cada orquesta con la que ensaya y dirige. Así se constató en su reciente concierto con la Joven Orquesta de la Comunidad de Madrid (JORCAM), en la que programó una obra que en 2017 cobra un sentido especial, como es la Sinfonía n. 12 de Shostakovich, “El año 1917”, compuesta para honrar la figura de Lenin y la Revolución Rusa, que este año celebra centenario. Formada en España y en Estados Unidos, los “chavales” de la JORCAM no olvidarán su encuentro con Lucía y mantendrán viva durante años la experiencia vivida con la directora andaluza, que afirma categóricamente que “tanto de directora invitada como de directora titular puedo aportar pasión, trabajo y dedicación a cualquier reto”. Nombrada por el diario El País como una de las esperanzas de la dirección de orquesta en España, con Lucía Marín se despoja el viejo arquetipo de que la dirección orquestal es cosa de hombres. Ni de unos, ni de otros, es cosa de quien esté preparado para hacerlo, independientemente del género. Y Lucía es una firme candidata a liderar la dirección de orquesta con apellido español.

Me gustaría aclarar un término, director o directora, ¿cómo se definiría? 

En mi caso directora, por supuesto, nada como el alma de la mujer para comprender a la música y amar el arte. La época en que una directora en un pódium de una orquesta era una novedad ya ha pasado. Está claro que hemos llegado para quedarnos en igualdad de condiciones y con el único fin de hacer música al nivel que este arte se merece. Pero lo digo con naturalidad, porque si me pregunta más en profundidad le diría que me defino como músico, en su sentido más amplio y bello. Músico por vocación, que vivo mi profesión apasionadamente y que creo que a través ella se puede lograr una sociedad más rica, viva y feliz.  

No hay duda que la figura de un director de orquesta está estrechamente vinculada a una figura masculina… ¿Cómo se recibe a una mujer en un mundo tan estrechamente encorsetado “masculinamente” como el de la dirección orquestal?

Pues con absoluta normalidad, cuando sientes que tienes las ideas claras no hay obstáculo que se resista. Yo tuve la suerte de no ser consciente de las dificultades que tenía “el ser mujer” en esta profesión. Durante mi formación académica, mi maestro, Enrique García Asensio, siempre nos trató por igual a los varones. Incluso, en algunas ocasiones, destacaba que en los últimos años sus mejores alumnos habían sido chicas. Creo que le gustaba nuestra capacidad para comunicar música y la facilidad para aprender correctamente la técnica. Posteriormente a mis años de formación he sido consciente de que tal vez se nos exija más y mejor preparación para ejercer nuestra profesión, algo que también sucede en otras profesiones y a otras mujeres que intentan llegar a puestos de alta responsabilidad. Pero en el fondo, he entendido que esta exigencia me hace ser mejor músico y estar mejor preparada, así que me lo tomo como un reto personal y disfruto enormemente de todas las metas conseguidas.

Susanna Mälkki, Marin Alsop, Simone Young, Emmanuelle Haim, Keri-Lynn Wilson, Alondra de la Parra, Mirga Grazinyte-Tyla... o Lucía Marín… ¿Ha llegado por fin el momento de la consolidación de la directora de orquesta?

Por supuesto, todas ellas son una referencia para mí, todo un ejemplo de valentía, profesionalidad y enorme capacidad artística. En España, hacen falta más oportunidades para nosotras, las generaciones más jóvenes están muy bien preparadas, y el futuro está por llegar y estoy segura que con el apoyo de las diversas instituciones que sostienen las orquestas profesionales de nuestro país esas oportunidades llegarán. Y a las pruebas me remito: personalmente estoy llegando a sitios donde nunca pensé que podría llegar, mi reciente debut con la Orquesta de RTVE o la dirección de la Joven Orquesta de la Comunidad de Madrid en el Auditorio Nacional el pasado 17 de abril son prueba de ello.

¿Qué tal le fue en ambos compromisos?

Dirigir en Madrid a orquestas de la talla de la ORTVE y JORCAM es como torear en las Ventas. Han sido experiencias de enorme crecimiento personal y profesional. La ORTVE demostró tener un sonido excelente y una enorme musicalidad; fue un concierto brillante. Con la JORCAM la experiencia ha sido inolvidable, descubrir juntos Shostakovich es una experiencia fabulosa (la Sinfonía interpretada fue la n. 12). El Proyecto de la JORCAM en todos sus estamentos es extraordinario. La cantera de las orquestas españolas está asegurada con chicos así, demostraron enorme técnica, madurez musical y energía, no se puede pedir más… ¡Bravo por ello! Estoy muy agradecida por haber tenido estas oportunidades. Los directores de orquesta no aprendemos la partitura el cien por cien hasta que la música no pasa por la piel y se vive la experiencia de crearla en los ensayos y el concierto. La Sinfonía n. 12 de Shostakovich ahora forma parte de mí repertorio, y a través de ella he seguido conociendo el sentido profundo de la palabra música.

Quizá sea la dirección musical la única faceta de la interpretación donde la mujer aún tiene camino por recorrer…

En efecto, si echamos un vistazo a la programación de las orquestas españolas nos daremos cuenta de que es así, que las directoras españolas no solemos estar programadas. Pero si ahondamos un poco más en la cuestión, veremos que no solamente se necesita hacer un recorrido en el mundo de la dirección de orquesta, también en la composición y en otros instrumentos solistas con un perfil podríamos decir más masculino, como lo tuvo el trombón, la percusión o el contrabajo, que siguen siendo especialidades que necesitan un mayor apoyo para llegar a una igualdad que debe ser lo más natural posible.

¿Podemos dar una primicia Lucía…?

Durante mi carrera he tenido numerosos premios y distinciones que avalan que haces las que cosas bien. Y el último de ellos ha sido este mes de abril, ya que en primicia puedo decir que se me ha concedido, por unanimidad, el Premio Artista Revelación de la Fundación Cultura Viva que se entregará el próximo 30 de junio en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid. Para mí es todo un orgullo recibir este tipo de distinciones, porque entiendo que también lo son para lo que represento: una joven directora de orquesta española y andaluza que vive por y para la música.

Tengo entendido que ha dirigido fuera de España, ¿cómo fue su experiencia en Estados Unidos?

EE.UU fue una experiencia fabulosa, que me hizo crecer enormemente como músico y que me dio el grado de profesionalidad que quería alcanzar para afrontar los retos que actualmente estoy alcanzando. En EE.UU me abrieron las puertas desde el principio y estar allí durante 5 años ha sido la experiencia de mi vida. Allí he dirigido óperas, sinfónico y he sido directora de una orquesta universitaria, y asistente de orquestas profesionales. He aprendido muchísimo repertorio, organización y gestión de las orquestas, y por supuesto el idioma que te hace acercarte al mundo entero. Nunca tendré suficientes palabras de agradecimiento al país que me ha dado tantas oportunidades.

Tiene experiencia con orquestas americanas y españolas… ¿Podría trazarnos qué diferencias hay entre unas y otras?

Las orquestas americanas se caracterizan por ser unas orquestas muy bien gestionadas, con una gran capacidad de lectura y eficacia técnica. En Europa, y especialmente en España, he encontrado orquestas con corazón, con alma, con un gran sentido rítmico y musical, pero ante todo con un sonido muy cálido que emociona. Todas las orquestas españolas que he dirigido, como la Orquesta de RTVE, Orquesta de Córdoba, Orquesta Sinfónica de Galicia y JORCAM, han hecho gala de dichas cualidades y es auténticamente un privilegio trabajar con ellas, hace que la profesión de director de orquesta cobre sentido y sea un honor ejercerla.

Como hemos hablado antes, hace pocos días, en abril, dirigió a la Joven Orquesta de la Comunidad de Madrid. ¿Puede contarnos su experiencia? Hizo una obra poco usual, como la Sinfonía n. 12 de Shostakovich…

Dirigir la Joven Orquesta de la Comunidad de Madrid ha sido una de las grandes experiencias profesionales de mi vida. La vitalidad, la alegría, y el talento desbordante de cada uno de sus miembros motivaron que hiciéramos un concierto que siempre se va quedar en nuestra memoria. La Sinfonía n. 12 de Dmitri Shostakovich se encuentra entre otras Sinfonías como son las ns. 10, 11, 13 y 14, francamente mucho más habituales en el repertorio orquestal. Esta Sinfonía n. 12 merece estar al lado estas otras más conocidas y es un excelente repertorio para introducir a nuestras orquestas jóvenes en el sinfonismo ruso y en el mundo de Shostakovich. Esta obra es una crónica, como siempre vital y desgarrada, de todo lo sucedido en Rusia en 1917, y también de los años posteriores del periodo estalinista. Shostakovich se convierte de esta manera en la voz de los que no tuvieron voz, desde los torturados, de los que siempre sufren las consecuencias de los regímenes totalitarios que deshumanizan a los miembros de su sociedad. Hemos trabajado muy duro y creo que el resultado ha sido bárbaro. Con el añadido que este año se conmemora precisamente el centenario de la Revolución Rusa de 1917…

Hablemos de su repertorio…

Durante los años de mi formación como directora de orquesta he intentado que mi repertorio sea lo más completo posible. Por ello, en unos inicios hice música contemporánea y algunos estrenos de jóvenes directores-compositores. Posteriormente ahondé en el repertorio básico de un director de orquesta, que es el mundo sinfónico clásico, romántico y post-romántico. Y como he comentado anteriormente, en Estados Unidos amplíe mi repertorio haciendo ópera y musicales, que he tenido la oportunidad de complementar con el estudio de zarzuelas y repertorio español de compositores de la talla de Falla y Turina. Pero debo destacar que las grandes alegrías del último año me las está dando el repertorio ruso: Borodin, Shostakovich o Mussorgsky están siendo mis maestros…

Es decir, que actualmente a la hora de brindar lo hace con vodka…

Imagínese, después de trabajar una obra sinfónica de Shostakovich, con tantas referencias históricas y vitales, una acaba sumergida profundamente en la vida y hechos del compositor.

El director es quizá el que más política debe hacer con una orquesta… ¿Cómo es usted en el trato con los músicos? ¿Cuál es forma de trabajo?

¡Ja ja ja!… Eso lo deberían de contestar ellos… Me considero un músico cercano, porque hablar de música, que es lo que el director debe hacer, es un acto de intimidad, de confianza, y para ello se debe de tener cercanía. Para el director de orquesta, su instrumento está formado por seres humanos, músicos con igual, e incluso más sensibilidad musical que el mismo director. Por tanto, la capacidad de comunicación con ellos, desde todos los puntos de vista, va a ser la llave para lograr el mejor resultado musical. Por ello, no creo que sea una cuestión política, si no de unión y de motivación para que juntos podamos hacer la mejor obra de arte. La tarea del director es unificar criterios y lograr una idea musical que funcione y que debe ser sostenida por un criterio sólido.

¿Y cuál es su forma de estudio? ¿Cómo se acerca a una obra para finalmente hacerla sonar?

Hay muchas maneras de aproximarse al estudio de la partitura. El objetivo de dicho estudio es comprender, a través de los signos escritos en la misma, cual es la voluntad última del compositor, el porqué de la obra. Una vez hallada, se pueden descubrir todas las conexiones que hay entre los sonidos. Sus múltiples uniones harán que formemos un todo, una unidad que nos haga emocionarnos a nosotros mismos y al público que nos escucha. Sólo a través de la emoción podremos estar seguros de si hemos hecho MUSICA. Hacer música es dar vida a los sonidos y a través de ellos a todos los que nos escuchan. El objetivo del músico debe ser estudiarla para descubrir todos los tesoros que a través de los sonidos el compositor nos regala.

Hace un año El País la distinguió como una de las esperanzas de la dirección de orquesta en España… ¿Cómo ve la situación actual, cuando la enseñanza básica de música está bajo mínimos…?

Para mí es todo un honor haber tenido dicho reconocimiento. Me considero una superviviente del sistema, pero si bien es cierto que la enseñanza musical debe de mejorar en algunos centros, no lo es menos que cada uno de nosotros hemos de hacernos responsables de ella. Desde pequeña me formé en conservatorios públicos y allí descubrí mi pasión por la música. Pero para realmente llegar a dar el salto al mundo profesional de la música, he tenido que trabajar sin descanso para conseguir la formación que realmente se necesita para desarrollar con la máxima honestidad la profesión de director de orquesta. Como bien se sabe, la dirección de orquesta es una de las profesiones más desconocidas que existe, debido a su complejidad, por tanto se necesitan conocimientos técnicos musicales interpretativos comunicativos históricos y de gestión administrativa para estar preparados el reto de convertirnos en directores de orquesta para el siglo XXI. Y a ello me dedico cada día, cada segundo de mi existencia...

Se ve como directora invitada o prefiere la titularidad y trabajar con calma, “domar a su fiera” a su gusto…

Las orquestas no son fieras a las que domar, son sensibilidades que conocer y amar para ponerlas al servicio de la obra de arte musical. Creo que tanto de directora invitada como de directora titular puedo aportar pasión, trabajo y dedicación a cualquier reto. Hay que conectar con los músicos y con la sociedad para que la música esté siempre presente en el día a día. Es enormemente atractivo ser directora invitada de distintas orquestas, es cómo si quedaras a comer con amigos en un día soleado. Sin embargo, ser directora titular es una enorme responsabilidad, es como un matrimonio que necesita de un proyecto de crecimiento común y eso siempre es más complicado. Por ello, dependiendo del momento en que cada uno de nosotros está en nuestra carrera, puede ser conveniente una fórmula uno otra. Como se puede ver, en el panorama musical español es necesario que a medio plazo directores jóvenes tengamos la oportunidad de ser titulares en orquestas españolas y esta es una de mis futuras aspiraciones.

Pregunta que apunta a la punta misma de la batuta: ¿preferencias musicales?

Los directores de orquesta siempre debemos de amar la música que tenemos entre manos. Si me pregunta personalmente, siempre he tenido gran afinidad musical con Mozart, Puccini, Brahms, y últimamente Ravel y Debussy…

Parece tener usted buen gusto…

En realidad las preferencias musicales dependen mucho en qué etapa esté y en qué momento… A veces estudio compositores y cuando vuelvo a ellos cuatro o cinco años después, descubro cosas nuevas distintas, probablemente porque yo ahora tampoco soy la misma de antes y ahora estoy preparada para entenderlos y comprenderlos mejor. Le tengo que admitir que últimamente, en mi tiempo libre, cada vez escucho más música barroca y renacentista, así que Monteverdi o Haendel empiezan a ser un rincón de descanso de mi mente “sinfónica-orquestal”…

¿Cuáles son sus referencias musicales, tanto directores, como músicos o compositores?

Primero, hay muchos nombres de músicos que han sido muy importantes para que yo sea el músico que soy hoy en día. Pianistas como María de los Ángeles Gallardo, José Morales y la catedrática del Real Conservatorio Superior de Madrid, Pilar Bilbao, que fueron los primeros en confiar en mí como instrumentista, ayudándome a descubrir el músico que soy. Posteriormente, el maestro Enrique García Asensio fue la persona que me dio las herramientas necesarias para convertirme en la directora de orquesta que soy hoy en día. Durante más de quince años he intentado aprender de él el oficio y la técnica. A él también le debo el conocimiento de la figura de Sergiu Celibidache, precisamente el maestro acaba de editar un libro de este genial director. Directores que también siempre me enseñan son Carlos Kleiber y Valery Gergiev, y en el panorama musical español, Juanjo Mena es un referente musical, ya que ha conseguido una carrera nacional e internacional excepcional. Me gustaría destacar también a Víctor Pablo Pérez, quien se ha dedicado a la construcción del tejido de orquestas españolas, como las Orquestas Sinfónica de Tenerife y Sinfónica de Galicia, que, junto con su trabajo en la actualidad con la Orquesta de la Comunidad de Madrid, son prueba de ello, aspectos de los que se puede aprender muchísimo.

Gracias Lucía por dedicarnos este rato de lucidez y pasión por la música. Esperamos volver a verla dirigiendo orquestas en España.

http://www.luciamarin.com/ 

por Gonzalo Pérez Chamorro
Fotos: G. Muñoz

 

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