El chico de moda ha dejado a un lado el sublime Grial y se ha pasado a repertorios más ligeros, como son los deliciosos fragmentos de la opera ligera alemana (con algunas relativas rarezas), más alguna cosa con más chicha como el bellísimo dúo “Glück, das mir verbliev” de La ciudad muerta de Korngold, de encandilante legato y medias voces. En sus últimos recitales ha ido ofreciendo estas chuches como propinas, pero así, todas de una vez, en la misma bolsita, una vez escuchadas, no llegan a empachar. El estilo es el de los Schimdt y Tauber, gloriosos representantes de los dorados años veinte y treinta, pero con la naturaleza propia de un macho cabrío cada vez que sube el tono y que pone los pelos de punta con su potente masculinidad canora (“Freunde…” de Giuditta de Lehár). Es otra forma de cantar, especialmente en las zonas en las que casi se tararea (típico de este repertorio, como en “My little nest” de Frasquita de Lehár), pero la voz finalmente convence, pese a que suena extrañamente ligera (“Im traum…” de Liebeskommando de Stolz), aunque se adapta de cine al danzante ritmo ternario de casi todas ellas. Curiosamente canta en francés el “Dein ist mien ganzes Herz”, que nos recuerda su juvenil Werther.

Monísima la soprano Julia Kleiter y Jochen Rieder dirigiendo como cocinaría el cocinero del rey, al gusto de Jonas I.

Gonzalo Pérez Chamorro