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Discos recomendados de Ritmo

En esta sección encontrará los 10 discos que la revista RITMO recomienda cada mes, clasificados por meses y por su orden de recomendación del 1 al 10. Se archivan los recomendados desde junio 2011, para ver anteriores ir a "Ritmo Histórico".
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Ritmo ABRIL 2015 - Núm. 884

VERDI: Nabucco.

Domingo, Monastyrska, Kowaljow. Coro y Orquesta de la Royal Opera House / Nicola Luisotti. Escena: Daniele Abbado.
Sony, 88875059359 (DVD)



La crítica

Domingo en Babilonia

Sony acaba de publicar la, para mí, versión más recomendable hasta ahora en DVD de la primera gran ópera de Verdi. Filmada en Londres en abril de 2013, tres son los puntos más fuertes de esta interpretación, tres puntos decisivos: los dos principales protagonistas vocales (Nabucco y Abigaille) y el director de orquesta. No es poco que estos tres elementos sean estupendos, teniendo en cuenta además que la calidad videográfica es, por primera vez, superlativa. Tampoco hay fiasco alguno entre los restantes papeles principales, y la puesta en escena me parece de lo más razonable dentro de las que no siguen al pie de la letra el libreto. 

El caso Plácido Domingo es asombroso. Este hombre se ha consolidado en los últimos años, cuando se valoran sus aportaciones a varios papeles baritonales (de Simon Boccanegra a Macbeth) como un fenómeno único. Ya lo fue como tenor, por el enorme número de roles en los que su interpretación había sido concluyente; más tarde como director de orquesta (faceta poco conocida por muchos, pero en la que se le deben importantes logros) y como gerente artístico de teatros de ópera. Pero es que en los últimos años su incorporación de varios personajes baritonales no ha sido, no está siendo, precisamente desdeñable. Hay quienes opinan que hay un factor en Domingo que lo invalida de plano para asumirlos: que su voz no tiene color baritonal. En efecto, no lo tiene (plenamente). Pero que esto sea para ellos lo único importante denota en mi opinión una fuerte miopía. Examinando, por ejemplo, esta encarnación suya de Nabucco, se pone de manifiesto que Plácido se come, literalmente, como intérprete a sus rivales: su conocimiento del lenguaje y de la declamación verdiana no tienen rival, su fuerza expresiva y su convicción son arrolladoramente superiores a las de esos. Y esto se aprecia también en su actuación, tremendamente verídica y por ello tremendamente convincente. Los públicos de Milán, de Berlín, de Londres o de Nueva York así lo han entendido, y lo manifiestan en unas ovaciones tan sonoras como entusiásticas. Pero tenemos críticos musicales, particularmente en nuestro país, algunos incluso sabios, que son incapaces -o no quieren- verlo (bueno, en algún caso me temo que le ciega el odio. Muchos sabrán a quién me refiero). Ciertamente aparecen en el canto de Domingo graves poco sonoros, o deficientemente timbrados, mientras el centro suele sonar lleno y los agudos son firmes, espléndidos.

No menos impresión me ha causado Liudmila Monastyrska (que hace unas semanas me dejó pasmado como Lady Macbeth, con Barenboim en Berlín, también junto a Plácido). Es una de esas muy raras sopranos dramáticas de agilidad, dotada de unos agudos enormes, restallantes, así como de una considerable facilidad para la coloratura, que además domina con espléndida técnica la regulación de la dinámica, hasta mostrar preciosos pianos. Su Abigaille es, como debe ser, terrible y furibunda (en este aspecto su gestualidad es un poco primaria), pero también posee acentos de dulzura y sabe contenerse (a diferencia de, por ejemplo, Maria Guleghina, la mejor Abigaille de hace un par de décadas, que prácticamente sin cesar se mostraba como una furia, cantando fuerte casi todo el tiempo).

Vitalij Kowaljow (Zaccaria) posee una magnífica voz de bajo o más bien de bajo-barítono y luce graves suficientes e imponentes agudos, pero aquí y allá deja asomar ciertas deficiencias técnicas: creo que el bel canto no es el estilo más idóneo para él. Tras estos tres papeles tremendamente difíciles, los del tenor (Ismaele) y la mezzo (Fenena) son mucho menos largos y exigentes: el joven tenor Andrea Carè parece poseer unas condiciones vocales muy prometedoras, pero aún resulta algo bisoño, mientras Marianna Pizzolato borda su parte con una línea impecable. La muy breve (pero no fácil) intervención del Sumo Sacerdote de Baal la han encomendado a Robert Lloyd, bajo que nunca me gustó por su extraña emisión como de patata en la boca, defecto del que nunca se ha librado, como tampoco del de pronunciar muy defectuosamente el italiano.

Hace tiempo que me había llamado la atención Nicola Luisotti como estupendo director verdiano; aquí lo manifiesta una vez más, con un sentido certero del peculiar sonido Verdi (soberbia la orquesta, que rinde tan bien como con el mejor Pappano) y con una garra dramática y una musicalidad infalible: ¡sencillamente magnífica su labor! En DVD nadie, ni siquiera Muti (sí en su grabación de audio, acaso la dirección más extraordinaria que haya escuchado) o Luisi me gustan más. También el coro está bastante por encima de lo habitual, cantando y sintiendo por ejemplo con impresionante recogimiento y hondura el famosísimo "Va, pensiero".

La escena, a cargo de Daniele Abbado (Milán 1958, hijo de Claudio) me ha parecido acertada y cabal: traslada la acción a tiempo reciente y, con elementos escenográficos muy simples, va directo a la esencia sin perderse en gestos superfluos ni caer en extravagancias. Mueve a los coros con especial naturalidad: todo me resulta muy creíble. La calidad audiovisual del DVD es sobresaliente (me imagino que mejor aún será la del correspondiente blu-ray), lo mismo que la realización filmada, pero carece de subtítulos en castellano.

Ángel Carrascosa Almazán

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