Música clásica desde 1929

Discos recomendados de Ritmo

En esta sección encontrará los 10 discos que la revista RITMO recomienda cada mes, clasificados por meses y por su orden de recomendación del 1 al 10. Se archivan los recomendados desde junio 2011, para ver anteriores ir a "Ritmo Histórico".
Haciendo "clic" en el título de cada disco o sobre la foto, accederá a su ficha y a la crítica publicada en Ritmo y, cuando es posible, a las diferentes tiendas donde podrá adquirir el disco físico, o a las plataformas digitales desde donde podrá escucharlo en "streaming" o descargarlo online.

Ritmo ENERO 2014 - Núm. 870

SERGIU CELIBIDACHE: FIREBRAND AND PHILOSOPHER.

Un filme de Norbert Busè.
Arthaus, 101661 (DVD)



La crítica

EL VIEJO LEÓN DE MELENA BLANCA

Siempre es una bendición recibir en esta página material referido a ese monumental libre pensador sonoro que fue el rumano Sergiu Celibidache, cuyo centenario celebramos no hace mucho (RITMO, Mayo 2012). Su canosa figura resucita de la mano de dos documentales, uno de los cuales florece por nueva germinación. Hablamos de la producción germana Celibidache: Firebrand and Philosopher, que firma el reputado Norbert Busè, que aparte del inconmensurable artista nos arrima al hombre, a ese generoso ser humano ajeno a la riqueza externa que dedicó su vida entera a buscar obsesivamente la verdad y la esencia musical. Para el recorrido por su biografía se echa mano de los lazos sanguíneos de su hermana Irina o de Ioan, su único vástago, que nos modelan entre suspiros la silueta fraternal y paterna. Para radiografiar su curriculum los invitados al homenaje van desde Barenboim (afirma que él fue uno de los pocos “músicos pensantes”), hasta Konrad von Abel (alumno suyo) o el musicólogo Patrick Lang, al que descubrimos embobado junto a la divinidad en sus años de aprendizaje en Mainz. Y todo ello de la mano de una cámara viajera y hogareña, que nos introduce en los ambientes más íntimos y familiares de este viejo león de melena blanca.

Nos trasportamos hasta Roman (Moldavia) para ver el estado ruinoso en el que se encuentra la que fuera casona familiar, que abandonaría con 25 años tras sublevarse contra la figura paterna, con el fin de labrarse un futuro entre los resortes de la música. El documental incide para bien en esos primeros y borrosos años de estudio en el Berlín prebélico junto a la sombra de Heinz Tiessen (siempre sintió apego también por las Matemáticas y la Filosofía). En tan solo una década se obraría el milagro, consiguiendo subirse al bombardeado podium de la Filarmónica berlinesa que la guerra dejara vacío tras el exilio de Furtwängler (figura fundamental en su concepción sonora). Con solo 33 años parecía haber tocado techo (podemos verle en 1946 ensayando Brahms junto a Menuhin). Tras la muerte del berlinés en 1954, este alérgico a los estudios de grabación parecía el mejor colocado para sucederle en el trono, pero los larguísimos ensayos y sus amplias dotes autoritarias consiguieron, por medio de la conspiración, robarle el cetro en favor de Karajan. La unicidad y lo auténtico dejaban paso al libre comercio. El negocio volvía a prevalecer sobre el Arte y la verdad. Cual Amfortas, tendría que convivir con esta vieja herida que nunca cicatrizó. Arrancaba el exilio: 20 años en Italia, cursos en los que predicaba a fe ciega su doctrina, andar por Estocolmo, Londres o Stuttgart, y siempre junto a agrupaciones que jamás se igualaban ante su desmesurado talento. Por fin en 1979 su karma profesional explosionaba en Munich, rescatándolo para siempre del mundo de las sombras. Con él siempre había un antes, pero jamás un después.

Con una narración fílmica lineal pero donde no se traga saliva, merodeamos por su jardín o por el estudio del que fuera su último hogar y lecho de muerte, la casa molino de Orleans, que se mantiene tal y como la dejó, con punzadas continuas en el corazón debido a la dolorosa ausencia de este irremplazable maestro (el filme termina arrodillado junto a su tumba, rodeado de las flores ofrecidas por sus nietos). Hablar de Celi es hablar del alma humana, de los dogmas de fe sonoros y de la música en un estado de pureza jamás vislumbrado, porque él fue el único dueño de esa llave con la que nos abría la puerta hacia esa nueva dimensión jamás antes explorada.

Javier Extremera

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