El nuevo sello Odradek, con una magnífica presentación, nos muestra a uno de los pianistas españoles con más proyección, el canario Javier Negrín (1977). Su Scriabin, compuesto exclusivamente de Preludios, de Preludios de la relativa primera época del ruso (especialmente el bellísimo ciclo de los 24 Op. 11, tal vez el más grabado y tocado), en ciclos completos, manifiesta un trato exquisito del instrumento, una delicada paleta sonora y un conocimiento muy profundo del universo más clásico de Scriabin, aquel que tiene como referente a Chopin (Op. 11/10) y en cierto modo a Rachmaninov (Op. 11/16). Tocados como si estuviéramos pasando las páginas del diario del compositor, cada nuevo ciclo, cada nuevo Preludio, se manifiesta en un estado de ánimo distinto. Tal vez sea esta la intención de Negrín, mostrar al Scriabin en sus diversos estados anímicos. Como ninguna obra es posterior a 1896, hablamos de un Scriabin aun en proceso de cristalización, hasta llegar a sus luminosos estados finales. Eso sí, el concepto pianístico de Negrín es muy clásico y, por tanto, de mucha belleza melódica. El único pero que puede tener el disco es la excesiva meditación y ambiente de recogimiento que conlleva preludio tras preludio, con constantes cambios de tono y de atmósferas.