Si uno no viera la portada de este disco y le citaran las obras que contiene, pensaría inmediatamente que podría tratarse de un disco de Sviatoslav Richter, tan amante de este Schumann oculto tras escenas forestales, infantiles, carnavales, mariposas, humorescas y demás estados anímicos a caballo entre Florestán y Eusebius. Pero no, se trata de un pianista español, de un formidable pianista, de un envidiable buen gusto a la hora de confeccionar un programa Schumann y aún mayor a la hora de tocarlo, pues su pianismo es de una calidad pocas veces escuchada antes en estas músicas. Comenzando por las curiosas Marchas Op. 76 (de escritura intrincada, “a paso forzado y cambiante”), herederas del espíritu de las Davidsbündlertänze, con destellos poéticos en sus secciones centrales, delicadamente tocados por Rodríguez, sin olvidar el sentido del humor que se esconden tras ellas. Las Fugas Op. 72 (estas sí que son Richter puro de oliva) tienen un alto componente expresivo en el pianista gaditano (las dinámicas, en continua fluctuación para transmitir contraste), mientras que las Piezas Op. 126, fugadas, dejan un inconfundible aroma bachiano en el ambiente. Deliciosas las Piezas adicionales (WoO 16 y 30) del Album de la Juventud, donde Schumann homenajea a todos los que le inspiraban. Disco, pues, de un gusto exquisito.

G.P.C.