Música clásica desde 1929

Discos recomendados de Ritmo

En esta sección encontrará los 10 discos que la revista RITMO recomienda cada mes, clasificados por meses y por su orden de recomendación del 1 al 10. Se archivan los recomendados desde junio 2011, para ver anteriores ir a "Ritmo Histórico".
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Ritmo JULIO-AGOSTO 2014 - Núm. 876

RIMSKY-KORSAKOV: La leyenda de la ciudad invisible de Kitege.

Ignatovich, Daszak, Vaneev, Akesenov, Jerkunica, etc. Nederlandse Opera / Marc Albrecht. Escena: Dmitri Tcherniakov.
Opus Arte, OA1089D (2 DVDs)



La crítica

CUMBRES

Tanto Boris como Kitege son dos obras capitales de la ópera rusa, pero la primera lo es de la ópera universal, más que la segunda, todavía “recluida” en el entorno eslavo, aunque se le reconozca su grandeza y comience a moverse en teatros europeos con mayor frecuencia (recientemente en el Liceu). Pero es Boris el titán de los títulos operísticos, subida a escena por Calixto Bieito en un buen montaje al estilo Kupfer, donde los líderes europeos se ven retratados como responsables de la decadencia de occidente, que repercute en el triste destino de Rusia, que, simplificando mucho, es el asunto esencial de Boris.

Esperaba más de Nagano, mucho más, su dirección musical alcanza muy buenas dosis de lirismo, pero la intensidad emocional de la salvaje escritura de Mussorgsky apenas levanta el vuelo, se queda en una buena paleta orquestal repleta de colores que no transmite el violento mensaje sonoro. Incluso desconcierta que, con la idea de Bieito, Nagano no fusione el mismo mensaje de furia que se ve en el escenario, con las prácticas habituales (esta vez con sentido) del catalán: alcohol, violencia y mierda (literalmente, al Idiota le vierten un cubo por la cabeza). Reparto bueno, con un Alexander Tsymbalyuk que da una talla sobresaliente, muy buen cantante, llegará a ser un gran Boris. Ahora lo es, pero el papel tiene tantos matices introspectivos, que su misma carrera le llevará a ellos. Resto, muy certeros, a destacar el conspirador de Siegel. Por tanto, un Boris más de Bieito que de Nagano.

A Kitege la llaman el Parsifal ruso, comparación que podría venir por la duración, ya que nada, ni el mismo Wagner, podría compararse con su drama sacro. La escritura de Rimsky evolucionó hacia un estado muy espiritual, alcanzando una línea melódica-rítmica continua, que necesita de un director que no dormite entre tanta espiritualidad. Albrecht lo es, entiende con cuerpo las texturas, diseña muy bien las transiciones (mejor que aquel bárbaro Gergiev) y la orquesta le responde más que bien (se adivinan muchos ensayos). La protagonista es una deliciosa Svetlana Ignatovich, que encarna la dulzura de su personaje con una dignidad sobresaliente y canta del mismo modo. Una cantante a seguir. El resto son los habituales cantantes rusos muy especializados, que garantizan el estilo y el dominio del idioma. Muy bien el Coro, cuya pronunciación rusa han estudiado profundamente. Y Tcherniakov, pues bien, pero domesticar a la fiera le quita su verdadera naturaleza, además de encontrarnos con caprichos propios de su estilo. Es curioso, pero se ha alabado esta escena por dejar de ser Tcherniakov. Qué cosas…

Gonzalo Pérez Chamorro

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