Música clásica desde 1929

Discos recomendados de Ritmo

En esta sección encontrará los 10 discos que la revista RITMO recomienda cada mes, clasificados por meses y por su orden de recomendación del 1 al 10. Se archivan los recomendados desde junio 2011, para ver anteriores ir a "Ritmo Histórico".
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Ritmo JUNIO 2014 - Núm. 875

R. STRAUSS: Capriccio

Renée Fleming, Bo Skovhus, Michael Schade. Orquesta de la Ópera Estatal de Viena / Christoph Eschenbach. Escena: Marco Arturo Marelli.
CMajor 715908 (2 DVDs)



La crítica

La madurez de grandes cantantes

De las versiones (cuatro destacadas) existentes en DVD de la última ópera de Richard Strauss, esta que ahora ve la luz es tal vez, en conjunto, la más recomendable. Ninguna de ellas logra reunir los estratosféricos, inexplicables repartos de las dos legendarias grabaciones de audio. Recordémoslas: Schwarzkopf, Wächter, Gedda, Fischer-Dieskau, Hotter, Ludwig / Philharmonia / Sawallisch (Emi, 1959); Janowitz, Fischer-Dieskau, Schreier, Prey, Ridderbusch, Troyanos / Sinfónica de la Radio Bávara / Böhm (DG, 1972).

Las versiones en DVD no son tan impactantes, aun dentro, las cuatro, de buen nivel: Te Kanawa, Hagegard, Kuebler, Keenlyside, V. Braun, Troyanos / Ópera de San Francisco / Runnicles / Lawless (Arthaus, 1993); Fleming, D. Henschel, Trost, Finley, Hawlata, Von Otter / Ópera de París / Schirmer / Carsen (TDK/Arthaus, 2004) y Fleming, M.F. Larsen, J. Kaiser, R. Braun, P. Rose, Connolly / Metropolitan de Nueva York / A. Davis / Cox (Decca, 2011). Todas ellas (¡milagro!) poseen subtítulos en español. En cuanto a la más reciente, su triunfo se debe a dos factores principales: la dirección de Christoph Eschenbach. Aunque en su etapa como director de la Sinfónica de Houston dirigió allí varias, esta creo que es su primera grabación de ópera. De un estilo straussiano genuino, inconfundible, obtiene de la Filarmónica de Viena una belleza y propiedad de sonido incomparables (¡cómo son la Introducción y la “Música del claro de luna”! ¿Se han escuchado alguna vez tan maravillosamente bien expuestas? Lo dudo). Con unos tempi lentos, mima, paladea las hermosas y exquisitas melodías del anciano y genial compositor, sin desembocar jamás en el amaneramiento. Pero ello no le lleva a descuidar la teatralidad y la tensión del discurso.

El otro factor no es otro que la gran clase de todos y cada uno de los cantantes principales, incluso cuando (como es el caso de la protagonista) ya no están en su mejor momento de voz. Porque la morbidez, el esmalte y la belleza sensual del timbre, genuinamente straussiano, de Renée Fleming han perdido no poco, sobre todo desde su filmación anterior: o sea, en sólo dos años. La soprano norteamericana, que copa tres de las filmaciones de Capriccio, más o menos capea el temporal a lo largo de la obra, pero en la dilatada y maravillosa escena final (“Kein andres, das mir so im Herzen loht”) no puede ocultar, sobre todo comparada a sí misma, ese declive, que afecta incluso esporádicamente a la afinación. Tal vez este estado ya no óptimo le lleva a exagerar un poco su actuación (escénica y vocal), a diferencia de los restantes intérpretes, que se muestran en general más contenidos. El destacado barítono danés Bo Skovhus, de 51 años en el momento de la grabación, también acusa ya un cierto desgaste, que se aprecia sobre todo en la aparición de trémolo; su intervención, en todo caso, es de alto rango. Tampoco el tenor Michael Schade está ya en su mejor momento, pero sobresale por su excelente línea e impecable gusto. Ninguno de esos inconvenientes aparecen en Markus Eiche, barítono alemán de 44 años en un momento vocal óptimo y que, sin ser Dieskau, redondea una espléndida encarnación del poeta Olivier. Lo que más me ha llamado la atención es la intervención del bajo austríaco Kurt Rydl: a sus 66 años lo he encontrado, pese a su inocultable trémolo, mejor que nunca. El centro de la tesitura es noble y la interpretación que realiza de La Roche, inatacable. Bien, aunque algo más sobria de lo deseable la mezzo Angelika Kirchschlager, de la que destacaría sus certeras partes habladas.

En cuanto a la escena del siempre cabal Marco Arturo Marelli, resulta más sólida que imaginativa, no faltándole toques de humor (que vienen bien en medio de un texto tan serio y profundo, casi pretencioso). Los decorados son bonitos, pero el ambiente resulta un tanto frío. Lo menos acertado me ha parecido el vestuario.

Eschenbach, ese director no muy conocido

El que fuera en los años 60 y 70 del siglo pasado un destacado pianista (confieso que, aparte los Lieder de Schumann que grabó con Fischer-Dieskau, no recuerdo muchas interpretaciones suyas que me entusiasmasen), se ha convertido en los últimos años en un director que se puede contar, sin duda, entre los más grandes músicos actuales. Pese a haber sido recientemente director titular de dos orquestas tan renombradas como la de Filadelfia y la de París, Eschenbach sigue sin ser uno de los directores más conocidos. Pero varias de sus interpretaciones (grabadas o no) de los últimos tiempos han logrado un nivel artístico altísimo: baste recordar su DVD Bel Air con Harold en Italia de Berlioz (Tabea Zimmermann), el CD Capriccio con la Sinfonía Lírica de Zemlinsky (Schäfer, Goerne) y, también con la Orquesta de París, las Sinfonías de Mahler (que pudieron verse y escucharse en una página de la propia orquesta): un ciclo de altura sostenidamente excepcional. Con la Orquesta de Filadelfia, destacaría la Sexta de Mahler y la Sinfonía “Patética” de Tchaikovsky (Ondine), su programa Hindemith (Concierto para violín, con Midori, Metamorfosis sinfónica y Música de concierto Op. 50, Ondine) y, con la Orquesta del Festival de Schleswig-Holstein, su recién aparecido CD Sony con los Conciertos para violín 3 y 5 de Mozart (Ray Chen). Y todavía sigue grabando, con cuentagotas, algunas piezas al piano.

Ángel Carrascosa Almazán

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