Música clásica desde 1929

Discos recomendados de Ritmo

En esta sección encontrará los 10 discos que la revista RITMO recomienda cada mes, clasificados por meses y por su orden de recomendación del 1 al 10. Se archivan los recomendados desde junio 2011, para ver anteriores ir a "Ritmo Histórico".
Haciendo "clic" en el título de cada disco o sobre la foto, accederá a su ficha y a la crítica publicada en Ritmo y, cuando es posible, a las diferentes tiendas donde podrá adquirir el disco físico, o a las plataformas digitales desde donde podrá escucharlo en "streaming" o descargarlo online.

Ritmo SEPTIEMBRE 2014 - Núm. 877

CARLO MARIA GIULINI. THE COMPLETE SONY RECORDINGS.

Obras de BACH, VIVALDI, MOZART, BEETHOVEN, SCHUBERT, SCHUMANN, DVORÁK, FRANCK, MUSSORGSKY, VERDI, DEBUSSY, RAVEL y STRAVINSKY. Solistas. Orq. Fil. Berlín. Orq. Philharmonia. Filarmonica della Scala. Orq. Sinf. Radio Baviera. Orq. Fil. Viena. R. Concertgebouw.
Sony, 88843014642 (22 CDs)



La crítica

MÁS ALLÁ

Este año se cumple el centenario del nacimiento de Carlo Maria Giulini, que falleció en  Brescia el 14 de junio de 2005. De él, de su vida y de su arte nos habla muy bien en este número Rafael-Juan Poveda Jabonero, por lo que les remito al Tema del mes, que continuará el número próximo con una segunda entrega igual de buena sobre el maestro italiano.

En pocas palabras, y como ya dije en su día cuando a mi predecesor le encantaba hacernos aquellas preguntas de “¿quién ha sido el mejor director del silo (XX)?”, de la que no me tocó librarme. Respondí que Giulini, algo que hoy en día pienso igual, si lo argumento como entonces. Representa la elegancia, el respeto, las buenas maneras y la educación, cualidades en avanzado proceso de extinción. Si unimos la extensa cultura, su afán de la invisibilidad, su genio y las pocas ganas de salir en la foto, no tenía las papeletas para que le tocara ser portada de discos en la época que le tocó vivir. Sin embargo, lo fue, y mucho. Con Karajan en estado de trance, los discos de Giulini compartían estanterías y se vendían con la misma facilidad que otros, porque el que compraba sabía que iba a escuchar música de verdad. Giulini prefirió en vida hacer lo que de verdad amaba, con muy pocas excepciones. Cualquier música que hubiera dirigido, era música de primera. Pocas cosas pasaron en sus manos que fueran de dudosa calidad, tal vez en sus primeros años, cuando tenía que desfilar por cualquier orquesta y aún se labraba la carrera. Pero desde que se convirtió en quien fue, Carlo decidió que música hacía, aunque dirigiera treinta veces la Sinfonía de Franck, jamás la cambiaría un solo día por una de Shostakovich.

En sus últimos años antes de su retirada, Sony le dio carta blanca para grabar lo que ya había grabado, en bastantes casos, en otros sellos, pero en estado de absoluta madurez, en un más allá, como se muestran en estas grabaciones, ahora recopiladas en una imprescindible caja a buen precio.

Bach, Vivaldi

Como Celibidache, a Giulini la Misa en si menor le perseguía por las esquinas. Resultado, bellísimo encuadre de un pintor que retrata con amor a la mujer que durante toda la vida había amado sin mostrarla en público (existía una grabación de BBC Legends, pero de una toma live, como esta). El Credo RV 591 de Vivaldi, en un sentido elocuente, tiene música y nada más, aunque el medio de hacerla sea dudoso, pero qué placer escucharlo. Este Credo viene con una de las más apasionantes interpretaciones de las Piezas Sacras de Verdi; hoy en día creo que nadie sería capaz de hacer un Te Deum como este (Filarmónica de Berlín). Mozart tiene un Requiem muy hermoso, pero contemplativo, nada desolado (hay partes de una belleza suprema, como el Introitus o el Benedictus), pero el cuarteto solista tampoco era de los de no olvidar. En cambio, las versiones de las Sinfonías son otra cosa. La n. 39 es una de mis más queridas, con ese perfecto equilibrio entre razón y corazón, especialmente en los movimientos iniciales, ya que el Trío del Menuetto se ablanda. Los solistas de la Sinfonía Concertante K 297b son los solistas de Berlín, es decir, los Schellenberger, Damiano y cía. Referencia absoluta. Las ns. 40 y 41, sin llegar a esta altura, son interpretaciones señoriales.

Casi completó el ciclo sinfónico de Beethoven, al que le faltó la Novena, grabada contemporáneamente para DG (con el mejor primer movimiento de la historia). La Scala es una orquesta que si ensayaba y trabajaba, podía estar a la altura de la mejor. Y si además tenía empatía con su director, aún más. Pues parece que esto fue lo que pasó para lograr estas joyas, en especial Segunda, Tercera, Sexta y Octava, redondas y a las que pocos reparos se les pueden poner. El Concierto para violín y las Romanzas con Accardo se resuelven con la complicidad de dos amigos que hacen música al más alto nivel (estratosférico final del primer movimiento).

Viaje con Schubert

Schubert fue otro que una y otra vez abría Giulini con la misma pasión que el primer día. Y así es esta Cuarta, “Trágica”, algo menos en el adjetivo que su grabación con Chicago (DG), pero igualmente profunda. La Octava me ha recordado la aproximación reciente Barenboim, lírica y con las secciones enlazadas con tal perfección que parece cosida con el hilo más fino y delicado a la vez que resistente. La Novena es una maravilla de principio a fin, aunque pesa cierta rotundidad sobre ella. Y es que esta música es un campo minado, que Giulini labra el edificio sonoro con su habitual grandeza y elegancia. La Misa D 950 es, para muchos, su disco de toda la vida, así que no digo más… El Concierto de Schumann con Kissin está algo ajustado, le falta vuelo, pero se disfruta igualmente, como todo el piano solo de este chico prodigioso que completa el disco. Dvorák es descomunal, si la palabra se acerca a estas interpretaciones. La mejor Octava del disco tiene una Séptima que contrapone su interpretación de Emi, el furor se ha moderado, pero no la concentración. Novena de referencia, hermosa y de gran hondura (segunda sección del primer movimiento irrepetible). Con Franck tocamos techo, la más bruckneriana de sus versiones (la coda del primer movimiento), con unas Variaciones Sinfónicas únicas, de las que se ha hablado en RITMO tantas veces que llenarían una revista.

Estos Cuadros de Mussorgsky están pintados con menos presión en el pincel que su anterior interpretación (DG), pero la polivalente dirección crea cada escena con el mismo mimo y detalle. Decir cuál gusta más es complejo, como la Suite del Pájaro de Fuego, un estallido de color. Y para el final una verdad pocas veces dicha, su disco Debussy/Ravel está mal grabado, no es claro (a excepción de la prodigiosa Ma mère l’oye, que no creo que alguien pueda hacer esta música en siglos, que también completaba el disco con la Octava de Dvorák), aunque las interpretaciones son asombrosas, hay cierta contemplación que aleja al oyente de las interpretaciones. Una caja para la historia.

Gonzalo Pérez Chamorro

 

1833
Anterior LEGATO: THE WORLD OF THE PIANO.
Siguiente WAGNER: El holandés errante.